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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

locura que nos veamos aquí, en la redacción, en plena noche. Podías haber pasado<br />

por casa.<br />

—¿Y si Carrie nos hubiera oído? Nunca se lo has contado, ¿verdad? Lo juraste.<br />

—No, nunca se lo he contado. —Max se pasó la mano por la cara—. Virgen<br />

<strong>San</strong>ta, me dijiste que se había caído. Que se había vuelto loco y había cortado la<br />

cuerda. Que se había hundido en una grieta.<br />

—Sé perfectamente lo que dije. No podía contarte la verdad. ¿Acaso no era todo<br />

suficientemente horrible? Cuando te encontré <strong>de</strong> nuevo estabas hecho polvo,<br />

<strong>de</strong>lirabas. Te salvé la vida, Max. Yo te ayudé a bajar.<br />

—Pero...<br />

—Te salvé la vida.<br />

—Sí. Tienes razón, sí.<br />

—Te lo contaré todo. Saca esa botella que guardas en el cajón. Nos hace falta un<br />

trago.<br />

—Tantos años. Ha pasado tantos años ahí arriba. Así... —Realmente necesitaba<br />

un trago. Max cogió dos tazas <strong>de</strong> café y la botella <strong>de</strong> Paddy's <strong>de</strong>l cajón—. ¿Qué <strong>de</strong>bo<br />

pensar? ¿Qué <strong>de</strong>bería hacer?<br />

—Intentó matarme. Aún no consigo creerlo. —«Negativa plausible», pensó otra<br />

vez.<br />

—¿Pat? ¿Pat intentó...?<br />

—Luke... ¿te acuerdas? Skywalker, el caballero Jedi. Cuanto más se drogaba,<br />

más loco se volvía. Y aquello <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser un juego. Cuando alcanzó la cima quiso<br />

saltar y a punto estuvo <strong>de</strong> arrastrarme también a mí.<br />

—¡Jesús! ¡Jesús!<br />

—Después dijo que era un juego, pero yo sabía que no. Estábamos<br />

<strong>de</strong>scendiendo en rappel y él sacó su cuchillo. ¡<strong>San</strong>to cielo, empezó a cortar mi cuerda<br />

y a reír. A duras penas conseguí llegar al saliente cuando la cortó <strong>de</strong>l todo. Me<br />

largué.<br />

—Me parece increíble. —Max tomó un trago y se sirvió más whisky—. De<br />

verdad, no consigo creerlo.<br />

—A mí también me parecía increíble mientras sucedía. Había perdido el juicio.<br />

Las drogas, la altura, vete a saber. Llegué a la cueva <strong>de</strong> hielo. Estaba muerto <strong>de</strong><br />

miedo. Y también furioso. Me persiguió hasta allí.<br />

—¿Por qué no me habías contado nada <strong>de</strong> esto?<br />

—Pensé que no ibas a creerme. Escogí la salida más fácil. Tú habrías hecho lo<br />

mismo.<br />

—No sé. —Max se pasó la mano por el pelo ralo.<br />

—Tú fuiste quien escogió la salida más fácil. Cuando pensaste que se había<br />

caído, estuviste <strong>de</strong> acuerdo en mantener la boca cerrada y no <strong>de</strong>cir nada a nadie.<br />

Patrick Galloway se largó, para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>sconocido. Fin <strong>de</strong> la historia.<br />

—No sé por qué lo hice.<br />

—¿Y no te vinieron <strong>de</strong> perlas los tres mil para la revista?<br />

Max se sonrojó y fijó la vista en la taza.<br />

—Pue<strong>de</strong> que me equivocara al aceptarlos. Tal vez. Solo quería olvidarlo y <strong>de</strong>jar<br />

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