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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

querías.<br />

—Lástima que no me pagaras clases <strong>de</strong> violín. Ahora mismo podría sacarles<br />

partido. Pero, ¿sabes una cosa, Charlene? Ahora no se trata <strong>de</strong> ti ni <strong>de</strong> mí. Se trata<br />

<strong>de</strong> él. Está muerto.<br />

—No te creo.<br />

—Alguien lo mató. Lo asesinó. Le clavaron un piolet en el pecho y lo <strong>de</strong>jaron<br />

en la montaña.<br />

—No. No, no, no, no. —Su expresión se había congelado, estaba tan inmóvil,<br />

se veía tan fría como el cielo que tenía al fondo. De pronto se <strong>de</strong>splomó y se quedó<br />

sentada en el suelo entre los pedazos <strong>de</strong> porcelana y cristal—. Dios mío, no. Pat.<br />

Pat.<br />

—Por favor, levántate. Te estás cortando. —Aún enojada, Meg dio la vuelta<br />

al escritorio y sujetó a Charlene por las axilas para levantarla.<br />

—Meg. Megan. —Charlene respiraba entrecortadamente. Sus gran<strong>de</strong>s ojos<br />

azules estaban llenos <strong>de</strong> lágrimas—. ¿Está muerto?<br />

—Sí.<br />

Las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas. Soltando un gemido, apoyó<br />

la cabeza sobre el hombro <strong>de</strong> Meg y se aferró a él.<br />

Esta hizo un esfuerzo por reprimir las ganas <strong>de</strong> apartarse. Dejó que su madre<br />

llorara, se agarrara y llorara. Y se dio cuenta <strong>de</strong> que aquel era el primer abrazo<br />

sincero que compartían en un montón <strong>de</strong> años.<br />

Cuando la tormenta amainó, Meg llevó a Charlene a su habitación. Era como<br />

<strong>de</strong>snudar a una muñeca, pensaba mientras le quitaba la ropa a su madre. Le curó<br />

los pequeños rasguños y le pasó el camisón por la cabeza.<br />

—No me <strong>de</strong>jó.<br />

—No.<br />

Meg se acercó al baño y revisó el botiquín <strong>de</strong> su madre. Siempre tenía<br />

muchas pastillas. Encontró una caja <strong>de</strong> Xanax y llenó un vaso <strong>de</strong> agua.<br />

—Lo odiaba porque me había <strong>de</strong>jado.<br />

—Ya lo sé.<br />

—Tú me odiabas por ello.<br />

—Tal vez. Tómate esto.<br />

—¿Asesinado?<br />

—Sí.<br />

—¿Por qué?<br />

—No lo sé. —En cuanto Charlene se tomó la pastilla, <strong>de</strong>jó el vaso—.<br />

Túmbate.<br />

—Yo le quería.<br />

—Pue<strong>de</strong> que sea cierto.<br />

—Le quería —repitió Charlene mientras Meg la arropaba—. Lo odiaba por<br />

haberme <strong>de</strong>jado sola. No soporto estar sola.<br />

—Duerme un rato.<br />

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