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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

—¡Por supuesto que no! Si le hubiera querido, no solo le habría puesto en<br />

ridículo sino que a<strong>de</strong>más le habría hecho todo el daño físico posible.<br />

Nate jugó con lo que le quedaba <strong>de</strong> la tortilla.<br />

—Déjame preguntarte algo: ¿somos únicos?<br />

—Yo me consi<strong>de</strong>ro única en todos los aspectos.<br />

—Lo nuestro... —dijo Nate tranquilamente—. ¿Es algo único?<br />

—¿Acaso es lo que buscas?<br />

—Yo no buscaba nada. Pero te he encontrado.<br />

—¡Vaya! —Meg soltó un suspiro—. Buena respuesta. Tienes un buen<br />

repertorio <strong>de</strong> salidas para sorpren<strong>de</strong>rme. No es problema para mí limitarme a<br />

hacerlo solo contigo, mientras los dos disfrutemos con ello.<br />

—Me parece muy bien.<br />

—¿Ella te la pegó con otro, Burke?<br />

—Sí, lo hizo.<br />

Meg asintió y siguió comiendo.<br />

—Yo no se la pego a nadie. Bueno, quizá alguna trampa jugando a las cartas,<br />

pero es para ponerle sal y pimienta. También puedo mentir cuando hace falta. O si<br />

la mentira es más divertida que la verdad. Puedo ser muy mala si me lo propongo,<br />

y me lo propongo muchas veces.<br />

Hizo una pausa para cogerle la mano y notar un instante su contacto.<br />

—Pero no me <strong>de</strong>dico a patear a un hombre que está en el suelo, a menos que<br />

lo haya <strong>de</strong>rribado yo. Y no lo <strong>de</strong>rribo si no se lo merece. Tampoco rompo mi<br />

palabra cuando la he dado. Y te la doy ahora mismo: no voy a pegártela.<br />

—Excepto en las cartas.<br />

—Pues sí. Pronto amanecerá. Tendríamos que movernos.<br />

No sabía cómo enfocar la cuestión con Charlene. Daba igual cómo la<br />

abordara, el resultado sería el mismo: histeria, acusaciones, cólera, lágrimas. Con<br />

Charlene todo era excesivo.<br />

Pue<strong>de</strong> que Nate le leyera el pensamiento, porque <strong>de</strong>tuvo a Meg antes <strong>de</strong><br />

cruzar la puerta <strong>de</strong>l Lodge.<br />

—Quizá <strong>de</strong>bería <strong>de</strong>círselo yo. No es la primera vez que doy una noticia <strong>de</strong><br />

este tipo a un familiar.<br />

—¿Comunicarles que un ser querido ha muerto y ha permanecido durante<br />

quince años en una cueva <strong>de</strong> hielo?<br />

—Los <strong>de</strong>talles no cambian mucho el impacto.<br />

La voz <strong>de</strong> Nate era suave, contrastaba con la aspereza <strong>de</strong> la <strong>de</strong> ella. Le<br />

parecía tranquilizadora. Incluso más que tranquilizadora, pensó. Hacía que<br />

<strong>de</strong>seara apoyarse en él.<br />

—Aunque me gustaría <strong>de</strong>jarte el mal trago a ti, será mejor que me encargue<br />

yo. Siempre pue<strong>de</strong>s recoger los platos rotos cuando termine.<br />

Entraron los dos. Algunos clientes tomaban café en el bar o comían, aunque<br />

fuera temprano. Meg se <strong>de</strong>sabrochó el abrigo mientras se dirigía a Rose.<br />

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