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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

No lloró. Esperaba po<strong>de</strong>r hacerlo, que en un momento u otro salieran las lágrimas.<br />

Pero no fue así. Se sentía herida, agitada y, menos mal, también irritada.<br />

Alguien había matado a su padre y lo había abandonado. Durante años.<br />

Unos años en los que había vivido sin él. En los que había creído que la había<br />

<strong>de</strong>jado, que no contaba, que no era importante para él. Que no era suficientemente<br />

lista o guapa. Había recurrido a cualquiera <strong>de</strong> estos motivos cuando la añoranza le<br />

creaba un agujero en las entrañas.<br />

Y sin embargo, no la había abandonado. Se había ido al monte, algo tan<br />

natural para él como respirar. Y allí había encontrado la muerte. No le había<br />

matado la montaña. Meg habría sido capaz <strong>de</strong> aceptarlo como la suerte, como el<br />

<strong>de</strong>stino. Le había matado un hombre y eso no podía aceptarlo. Ni perdonarlo. Ni<br />

tolerar que quedara sin castigo.<br />

Se levantó, se <strong>de</strong>snudó y, tras abrir el grifo <strong>de</strong>l agua caliente, se metió en la<br />

ducha. Dejó que el chorro cayera sobre ella hasta que su cabeza se <strong>de</strong>spejó. Luego<br />

se vistió, se tumbó en la cama, a oscuras, y pensó en la última vez que había visto<br />

a su padre.<br />

Entró en su habitación cuando ella hacía ver que estudiaba para un examen<br />

<strong>de</strong> historia. Mientras estudiaba no tenía que ocuparse <strong>de</strong> las tareas <strong>de</strong> la casa.<br />

Estaba hasta el gorro <strong>de</strong> aquello.<br />

Incluso en estos momentos recordaba la emoción que sintió al ver que no era<br />

su madre sino su padre quien entraba. Él nunca le daba la lata con las tareas<br />

domésticas o el estudio.<br />

Pensaba que era el hombre más guapo <strong>de</strong>l mundo, con su largo pelo negro y<br />

su amplia sonrisa. Él le había enseñado todo lo que consi<strong>de</strong>raba realmente<br />

importante. Sobre las estrellas, la escalada y sobre cómo sobrevivir en la<br />

naturaleza. Cómo hacer una hoguera, cómo pescar... y limpiar y asar el pescado.<br />

La había llevado en avioneta con Jacob, y los dos guardaban el secreto <strong>de</strong> que le<br />

estaba enseñando a pilotar.<br />

Él miró el libro que tenía abierto en la cama, don<strong>de</strong> estaba tumbada boca<br />

abajo, y puso los ojos en blanco.<br />

—¡Menudo rollo!<br />

—No soporto la historia. Mañana tengo un examen.<br />

—¡Qué coñazo! Pero aprobarás. Siempre apruebas. —Se sentó en la cama y le<br />

hizo cosquillas en la cintura—. Estaré fuera unos días, bonita.<br />

—¿Qué pasa?<br />

Él levantó la mano y frotó el pulgar con el índice.<br />

—¿Qué? ¿Necesitamos dinero?<br />

—Eso dice tu madre. Es la que entien<strong>de</strong>.<br />

—Esta mañana he oído que os peleabais.<br />

—Nada serio. Nos gusta pelearnos. Haré un par <strong>de</strong> trabajitos, reuniré un<br />

poco <strong>de</strong> pasta, y todo el mundo contento. Un par <strong>de</strong> semanas, Meg. Pue<strong>de</strong> que<br />

tres.<br />

—No sé qué hacer cuando no estás.<br />

—Ya encontrarás algo.<br />

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