04.06.2013 Views

Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

Capítulo 9<br />

Nate no soportaba los hospitales. Era una <strong>de</strong> las cosas que lo catapultaban<br />

directamente a la oscuridad. Había pasado <strong>de</strong>masiado tiempo en uno cuando lo<br />

hirieron. El tiempo suficiente para que el dolor, la aflicción y el sentimiento <strong>de</strong><br />

culpabilidad se unieran para formar el enorme abismo <strong>de</strong> la <strong>de</strong>presión.<br />

No se había visto capaz <strong>de</strong> huir <strong>de</strong> él. Ansiaba el vacío en el que entraba<br />

cuando dormía, pero entonces aparecían los sueños, algo peor que la oscuridad.<br />

Había esperado, pasivamente, la muerte. Simplemente <strong>de</strong>slizarse sin hacer<br />

ruido. No se había planteado el suicidio. Hubiera exigido <strong>de</strong>masiado esfuerzo,<br />

<strong>de</strong>masiada actividad.<br />

Nadie le había echado la culpa <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Jack. Es lo que hubiera<br />

<strong>de</strong>seado, pero no, todo el mundo aparecía con flores, con palabras <strong>de</strong><br />

comprensión, incluso <strong>de</strong> admiración. Y a él le pesaba como el plomo. Los<br />

comentarios sobre asesoramiento, terapia y anti<strong>de</strong>presivos apenas surtían efecto.<br />

Había escuchado las indicaciones para quitarse <strong>de</strong> encima a los médicos y a los<br />

amigos preocupados por él.<br />

Y ahora volvía a un hospital y notaba cómo los suaves y pegajosos <strong>de</strong>dos <strong>de</strong><br />

la <strong>de</strong>sesperanza tiraban <strong>de</strong> él. Resultaba muchísimo más fácil ce<strong>de</strong>r, hundirse en la<br />

oscuridad.<br />

—¿Jefe Burke?<br />

Nate fijó la vista en el café que tenía en la mano. Café solo. No le apetecía. No<br />

recordaba cómo había llegado hasta allí. Estaba <strong>de</strong>masiado cansado para tomar<br />

café. Demasiado cansado para levantarse e ir a tirarlo.<br />

—¿Jefe Burke?<br />

Levantó la vista y vio un rostro. De mujer, unos cincuenta y cinco años, ojos<br />

castaños <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> unas gafas pequeñas <strong>de</strong> montura negra. No acertaba a recordar<br />

quién era.<br />

—Sí, disculpe...<br />

—Steven quisiera verle. Está <strong>de</strong>spierto y totalmente consciente.<br />

Empezó a volver lentamente, como si fueran pensamientos que rezumaran<br />

en el lodo. Los tres chicos, la montaña.<br />

—¿Cómo está?<br />

—Es un joven muy fuerte. Estaba <strong>de</strong>shidratado, pue<strong>de</strong> que pierda algún<br />

<strong>de</strong>do <strong>de</strong>l pie, pero no es seguro. Ha tenido suerte. Los otros dos están en camino.<br />

Espero que estén como él.<br />

—Los han rescatado. De la montaña.<br />

—Eso me han dicho. Pue<strong>de</strong> pasar unos minutos a ver a Steven.<br />

—Gracias.<br />

- 108 -

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!