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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS AURORA BOREAL<br />

piel seca en la mejilla y la barbilla.<br />

Pero sus ojos parpa<strong>de</strong>aron.<br />

—Conseguido —soltó con voz ronca—. Conseguido.<br />

—Pues sí. Y ahora salgamos <strong>de</strong> aquí a toda prisa.<br />

—Están arriba, en la cueva. No han podido, no han podido bajar. Scott se<br />

encuentra mal, Brad... creo que tiene una pierna rota. Yo he venido en busca <strong>de</strong><br />

auxilio. He venido...<br />

—Y lo conseguiste. Nos enseñarás dón<strong>de</strong> están <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el avión. ¿Pue<strong>de</strong>s<br />

andar?<br />

—No lo sé. Lo probaré.<br />

Nate ayudó al muchacho a levantarse, cargando con todo su peso.<br />

—Vamos, Steven. Un pie <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l otro. Has llegado hasta aquí...<br />

—No noto los pies.<br />

—Limítate a levantar las piernas, primero una, luego la otra. Te seguirán. Es<br />

cuestión <strong>de</strong> bajar. —Notaba que el frío penetraba a través <strong>de</strong> sus guantes y<br />

pensaba que había sido una tontería no haber cogido dos—. No soy tan experto<br />

como para llevarte a cuestas. Cógete a mí y bajaremos los dos juntos. Tenemos que<br />

ir a ayudar a tus amigos.<br />

—Los he tenido que <strong>de</strong>jar para ir en busca <strong>de</strong> auxilio. Los he tenido que <strong>de</strong>jar<br />

con el hombre muerto.<br />

—Tranquilo. Los recogeremos. Ahora vamos a bajar. ¿Estás preparado?<br />

—Puedo hacerlo.<br />

Nate pasó <strong>de</strong>lante. Si el chico se caía, se mareaba o resbalaba, él lo <strong>de</strong>tendría.<br />

Le habló a gritos durante el <strong>de</strong>scenso. Lo hacía para que se mantuviera consciente<br />

y en equilibrio, y le pedía respuestas para que siguiera en guardia.<br />

—¿Cuánto hace que <strong>de</strong>jaste a tus amigos?<br />

—No lo sé. Dos días. ¿Tres? Hartborne no volvió. O... creí verlo, pero lo<br />

perdí.<br />

—Tranquilo. Estamos llegando. Dentro <strong>de</strong> unos minutos tendrás que<br />

mostrarnos dón<strong>de</strong> están tus amigos.<br />

—En la cueva <strong>de</strong> hielo, con el muerto.<br />

—¿Quién es el muerto? —Nate saltó al glaciar—. ¿Quién es el muerto?<br />

—No lo sé. —La voz sonaba distraída. En ese momento Steven resbaló y fue<br />

a parar en brazos <strong>de</strong> Nate—. Lo encontramos en la cueva. Un hombre <strong>de</strong> hielo, con<br />

la mirada fija. La mirada fija. Tenía un piolet en el pecho. Daba mucho miedo.<br />

—Lo imagino.<br />

Medió arrastró, medio llevó a cuestas a Steven hacia el avión, que iba<br />

pegando sacudidas.<br />

—Sabe dón<strong>de</strong> están los otros. —Empujó al chico, subió y se dispuso a<br />

instalarlo en la cabina—. Nos lo mostrará.<br />

—Ponlo <strong>de</strong>trás, bajo las mantas. Llevo el botiquín en la bolsa. Hay café<br />

caliente en el termo. Que no beba mucho.<br />

—¿Aún estoy vivo? —El muchacho se estremecía, todo su cuerpo temblaba<br />

<strong>de</strong> frío.<br />

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