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La Chinigua 29-66:Maquetación 1 - Fundación La Salle

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ANTROPOLÓGICA 2010<br />

TOMO LIV n° 114: <strong>29</strong>-<strong>66</strong><br />

<strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus<br />

pares mesoamericanas y<br />

caribeñas<br />

Recibido: 04/10/2010. Aceptado: 30/12/2010<br />

Cecilia Ayala <strong>La</strong>fée-Wilbert<br />

y Werner Wilbert<br />

Resumen: Este artículo documenta la creencia en un espíritu-femenino mortífero y<br />

tentador conocido en Venezuela, entre los Guaiquerí contemporáneos de la Isla de<br />

Margarita, y entre los habitantes de algunas localidades del cercano Estado Sucre<br />

(antiguo territorio guaiquerí), con el nombre de <strong>Chinigua</strong>. Según las fuentes históricas,<br />

narraciones y encuentros individuales recopilados in situ, se trata de una aparición<br />

nocturna seductora que suele presentarse a los hombres que retornan de una jornada<br />

de pesca, a los que deambulan por las calles o a quienes regresan a sus casas después<br />

de un encuentro extramarital o ilícito. Se les presenta a primera vista como una mujer<br />

hermosa envuelta en una manta blanca o negra, tiene los pies invertidos y posee la<br />

capacidad de transformarse en un esqueleto aterrador, produciendo entre quienes se<br />

dejan seducir enfermedades y muerte. Después de descomponer los informes históricos,<br />

narrativas y encuentros personales en elementos significativos y susceptibles de análisis<br />

tipológicos, el aspecto y comportamiento de la <strong>Chinigua</strong> son rastreados y comparados<br />

con seres idénticos reportados a lo largo de Mesoamérica y las Antillas. Finalmente, se<br />

discuten la distribución espacial, los aspectos simbólicos y las posibles funciones socioculturales<br />

de esta entidad.<br />

Palabras clave: Guaiquerí, <strong>Chinigua</strong>, seductora mortífera, Venezuela, Mesoamérica,<br />

Antillas, simbolismo.<br />

The Guaiquerí <strong>Chinigua</strong>and her peers in Mesoamerica and the<br />

Caribbean<br />

Abstract: This article documents the belief in a deadly seductress spirit known to<br />

the contemporary Guaiquerí on Venezuelan island of Margarita and to the inhabitants of<br />

their former mainland territory in the state of Sucre as <strong>Chinigua</strong>. According to the<br />

historical sources, narratives and individual encounters collected in situ, she is a<br />

nocturnal seductress who appears to men returning from fishing expeditions, wandering<br />

the streets at night or on their way home following an extramarital affair. At first sight,<br />

she appears to them as a beautiful woman wearing a shroud. However, she has inverted<br />

feet and the capacity to transform into a horrifying skeletal being that brings on disease<br />

and death to those who allow themselves to be seduced. Following break down of the<br />

historical documents, narratives and personal encounters into significant analyzable<br />

typological units, the physical features and behavior of the <strong>Chinigua</strong> are traced and<br />

compared to identical beings reported throughout Mesoamerica and the Antilles. Finally,<br />

the geographic distribution, symbolic aspects and possible sociocultural functions of this<br />

particular entity are discussed.


30 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

Key words: Guaiquerí, <strong>Chinigua</strong>, Fatal seductress, Venezuela, Mesoamérica,<br />

Antilles, Symbolism.<br />

Introducción<br />

Nuestro interés en conexión con la sociedad guaiquerí surgió a raíz de<br />

la experiencia resultante de un estudio sobre su etnohistoria prehispánica<br />

(Ayala <strong>La</strong>fée 1994-1996: 5-128). Durante el desarrollo del mismo se observó<br />

la presencia de una clara resistencia étnica entre este grupo de<br />

ascendencia amerindia, pese a que la ausencia de su idioma arrojó dudas<br />

acerca de la existencia de una cultura intacta. <strong>La</strong> observación de esta<br />

persistencia cultural justificó la formulación de un proyecto a largo plazo<br />

diseñado para ejecutar una sistemática evaluación etnohistórica, etnográfica,<br />

arqueológica y etnoecológica entre los descendientes de esta etnia.<br />

Este proyecto, debido a su carácter multidisciplinario, cuenta con la<br />

participación indispensable de varios integrantes de las distintas comunidades<br />

guaiquerí de la Isla de Margarita, además de un equipo de investigadores<br />

adscritos al Instituto Caribe de Antropología y Sociología de<br />

<strong>Fundación</strong> <strong>La</strong> <strong>Salle</strong> de Ciencias Naturales y al Centro de Antropología del<br />

Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas.<br />

Aparte de la valiosa contribución etnográfica de McCorkle (1954,<br />

1964) la etnia guaiquerí aún carece de una etnografía cultural integral<br />

que vincule las esferas telúricas, culturales y cosmológicas de su cultura.<br />

En consecuencia, se consideró lógico iniciar el mencionado proyecto<br />

multidisciplinario con una investigación sobre la propiedad y territorialidad<br />

tradicional de la tierra entre los Guaiquerí, partiendo de los<br />

inicios de la conquista española hasta el presente (Ayala <strong>La</strong>fée-Wilbert y<br />

Wilbert s/f-a.).<br />

Esta última investigación arrojó resultados alentadores relacionados<br />

con su cultura, por cuanto demostraron que la ubicación geográfica de los<br />

Guaiquerí contemporáneos en la Isla de Margarita se corresponde en gran<br />

parte con los asentamientos que esta etnia ocupaba para el momento de<br />

la conquista (op. cit). Este hecho indica que los participantes indígenas<br />

continúan habitando espacios físicos “tradicionales” y bien definidos dentro<br />

de los cuales es muy posible encontrar la vigencia de ciertos valores<br />

culturales de origen amerindio.<br />

Desde el comienzo del contacto, los Guaiquerí tomaron la iniciativa de<br />

interactuar e incorporarse a las filas de los conquistadores españoles,<br />

algunos mezclándose genéticamente y culturalmente con éstos. Sin duda<br />

alguna, durante los últimos cinco siglos sobrevivieron a la conquista española<br />

pese al despojo de una gran parte de sus tierras, al mestizaje y a<br />

la amenazante aculturación, tres factores que tuvieron que haber influenciado<br />

la trayectoria evolutiva de su cultura, su estilo de vida amerindio y<br />

sus conceptos cosmológicos con respecto a su entorno socioambiental.


Antropológica 114<br />

Pese a su aparente asimilación a la cultura criolla contemporánea se<br />

pudo constatar una resistencia étnica explícitamente vigente. Una gran<br />

mayoría de los hombres y mujeres que conforman los cinco centros poblados<br />

bajo estudio (antiguos Resguardos 1 o Pueblos de Doctrina guaiquerí,<br />

El Poblado de Porlamar, Pampatar, El Tirano, El Manzanillo y<br />

Pedrogonzález), discriminan entre quién pertenece a la etnia y quién no, a<br />

través de tres términos: “guaiquerí rajao”, “margariteño” y “navegao”.<br />

Mientras aplican el término “guaiquerí rajao” para identificar a todos<br />

aquellos considerados guaiquerí por descendencia materna o paterna, el<br />

término “margariteño” lo utilizan para identificar a aquellos otros que,<br />

aunque nacidos en la isla y de larga tradición en ella, no tienen ascendencia<br />

guaiquerí. Llaman “navegao”, a quienes llegan procedentes de<br />

tierra firme o de otros lugares del mundo, dando a entender que tuvieron<br />

que navegar para llegar a la isla.<br />

Se presenciaron casos de desacuerdo en cuanto a la legitimidad de un<br />

individuo de ser un “guaiquerí rajao” (auténtico), en el que él o la cuestionada<br />

trazaron públicamente su genealogía a través de su líneas<br />

materna o paterna para comprobar su pertinencia étnica, y cómo esta<br />

sencilla evidencia bastó para resolver el conflicto.<br />

También se documentó de forma preliminar cómo el proceso de enculturación<br />

enfatiza la matrifocalidad como eje alrededor del cual gira su<br />

organización social, política y económica, y cómo dicho enfoque permea<br />

los primeros indicadores hallados de su mundo cosmológico. Por ejemplo,<br />

se refieren con mucha reverencia al mar como “<strong>La</strong> Mar”, madre biológica<br />

de todo lo que en su vientre se encuentra y que provee al guaiquerí su<br />

dieta proteínica. Además, señalan la marea roja como evidencia del ciclo<br />

menstrual de “<strong>La</strong> Mar” que, a la vez, la posiciona como una mujer primordial<br />

en edad reproductiva. De parecido rango es la “Madre Tierra” quién,<br />

desde su seno, no sólo provee los nutrientes necesarios para sembrar los<br />

alimentos que le garantizan su dieta vegetal sino también de ella extraen<br />

la arcilla y el oxido ferroso para que los Guaiquerí puedan continuar<br />

produciendo su alfarería rojiza. Finalmente, las investigaciones preliminares<br />

mostraron un aparente sincretismo en cuanto a su relación con el<br />

mundo sobrenatural, manifestado a través de una sutil alianza contractual<br />

que, el guaiquerí, como poder humano, mantiene con la Virgen del<br />

Valle como poder metafísico. Dicho tratado opera bajo un protocolo de<br />

reciprocidad donde la falta de cumplimiento por cualquiera de las partes<br />

es fuertemente reclamada.<br />

1 Término con que originalmente se designó a las tierras comunitarias indígenas (Samudio<br />

1992-1993: 7). Concentración de familias indígenas en un lugar escogido previamente, del<br />

que no debían alejarse. En el siglo XIX, por extensión se les dio el nombre de “resguardos”<br />

a aquellos pueblos que tenían este mismo origen (Pérez Vila 1988: 374).<br />

31


32 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

Con respecto a la muestra de actores metafísicos que nos conciernen<br />

aquí hemos hallado lo que parecieran ser espíritus de menor rango. Mientras<br />

actores como la Virgen del Valle, <strong>La</strong> Mar y la Madre Tierra pertenecen<br />

al panteón del cosmos, la <strong>Chinigua</strong> y demás espíritus mencionados abajo<br />

parecieran ser actores equivalentes a los espíritus del plano terrenal<br />

(bushspirits) descritos en el mundo Warao (Wilbert 1992: 63-92). Son<br />

poderosos, engañosos y letales, pero no poseen el alcance trascendental<br />

de las “madres” arriba mencionadas.<br />

Entre los actores metafísicos del plano terrenal se hallaron la<br />

<strong>Chinigua</strong>, los Chinamos o Sinamos, los Chimichimitos, el Corecori, la<br />

Llorona, la Colmillona, la Gallina con pollitos, la Cochina, y los Conejos.<br />

Aun cuando, la fisonomía de algunos de estos seres indica un origen foráneo<br />

incorporado o adaptado a una creencia local, lo que les une como<br />

motivo amerindio es la descripción del comportamiento con respecto al<br />

Guaiquerí.<br />

Los Chinamos o Sinamos, son descritos como espíritus de criaturas<br />

humanas que no llegaron a nacer y son personificados como pequeños<br />

seres raptores de niños que aparecen cuando llueve (Edith Acosta,<br />

guaiquerí de El Tirano, año 2007). En cuanto a los Chimichimitos, se trata<br />

de entes diminutos de ambos sexos, espíritus de niños muertos en el<br />

vientre de la madre durante la navegación y en diversas actividades en el<br />

mar que al ser vistos por los humanos se esconden en las conchas de los<br />

guacucos (Tivela mactroides) (José Lugo, guaiquerí de El Tirano, año<br />

2007). Por otra parte, en los testimonios orales que obtuvimos, específicamente<br />

en la localidad de El Tirano surgió también la figura del Corecori,<br />

ente malévolo masculino que atrae y rapta mujeres, y cuyo fin es utilizarlas<br />

como objeto de sus deseos sexuales para luego producirles<br />

enfermedades y muerte (Liduvina Hernández, guaiquerí de El Tirano, año<br />

2007).<br />

Debido a la complejidad de estos seres, se decidió primeramente<br />

enfocar la investigación en la <strong>Chinigua</strong>. Según los testigos, se trata de un<br />

espectro que se aparece a los hombres en horas de la noche, cuando<br />

regresan de alguna salida nocturna. En el primer instante se presenta<br />

bajo la figura corpórea de su esposa, novia o amante, o de una hermosa<br />

mujer desconocida, de cabello largo y cubierta por un manto blanco. <strong>La</strong><br />

enigmática entidad persigue a su víctima manteniéndose cerca, luego<br />

intenta seducirlo con el fin de conducirlo a un lugar solitario donde accede<br />

a que él se le aproxime. Momentos después, cuando comienza la<br />

aproximación, se transforma en un esqueleto horripilante y maléfico, un<br />

ente deforme con los pies volteados hacia atrás que intenta quitarle la<br />

vida. Los pies volteados están presentes antes de su transmutación en<br />

esqueleto, constituyendo esto un indicio de su identidad espectral. Algunos<br />

dicen que esta deformación es para confundir a quienes pretenden


astrearla por sus pisadas, pues deja huellas contrarias al rumbo por<br />

donde aparece.<br />

Al indagar si existían analogías con este personaje entre otras comunidades<br />

tradicionales de este y otros continentes nos llamó la atención la<br />

serie de relatos afines que apuntan a un motivo mítico tal vez muy arcaico,<br />

a juzgar por su amplia distribución geográfica, al cual se le atribuyó<br />

inicialmente la función, tácita o explicita, de preservar la virtuosidad viril.<br />

Partiendo de fuentes históricas y testimonios orales, procuraremos<br />

establecer el origen y la difusión de esta pieza literaria oral del folclore<br />

margariteño: <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong>, antiguo relato guaiquerí que hoy día forma<br />

parte de la herencia narrativa tradicional de esta sociedad que ha sobrevivido<br />

al paso de los siglos por la sola fuerza de la transmisión oral, como<br />

una manera de preservar un aspecto de su mundo y de trasmitir el<br />

conocimiento que proviene de sus antepasados.<br />

El relato de la <strong>Chinigua</strong>, por su fisonomía literaria, podría encuadrarse<br />

dentro de la concepción mitológica, y bien pudiera estar ubicado<br />

entre los mitos abductores indígenas o representaciones fatídicas y seductivas<br />

de la muerte, de alto contenido funcional religioso, cosmológico y con<br />

efectos sociales y psicológicos.<br />

Entes similares a la <strong>Chinigua</strong> los hallamos reseñados con análoga<br />

caracterización en Asia sur oriental (Ayala <strong>La</strong>fée-Wilbert y Wilbert, s/f-b,<br />

en prensa), no obstante, aquí trataremos sólo aquellos reportados en<br />

Venezuela, las Antillas Mayores (República Dominicana y Cuba), y la<br />

Región Mesoamericana. A lo largo de este artículo, se aplica el nombre<br />

guaiquerí de “<strong>Chinigua</strong>” de manera genérica para referirse a este tipo de<br />

mujer-espíritu, pese a las variantes regionales y locales, aun cuando las<br />

denominaciones sean cognados o no.<br />

Área de estudio<br />

Antropológica 114<br />

El estado Nueva Esparta está ubicado en la zona norte de Venezuela,<br />

en el Mar Caribe, a unos 38 km., de la costa nororiental del país, y está<br />

conformado por tres islas, Margarita, Coche y Cubagua. <strong>La</strong> Isla de<br />

Margarita, la mayor de las tres, tiene 1.071 km², posicionada geográficamente<br />

aproximadamente entre los 10º51’50” y 11º11’06”N, y los<br />

63º46’40”-64º24’32”O.<br />

En el último Censo General llevado a cabo en el año 2001 por el<br />

Instituto Nacional de Estadística (INE), se empadronaron en Porlamar,<br />

núcleo principal del antiguo Resguardo Indígena de El Poblado, un total<br />

de 2.767 personas guaiquerí, quedando por fuera un contingente importante<br />

que habita en otros lugares de la isla que igualmente fueron<br />

Resguardos o Pueblos de Doctrina (Ayala <strong>La</strong>fée-Wilbert y Wilbert, s/f-a, en<br />

prensa). Cuenta con una población estimada para el año 2010 de 456.454<br />

habitantes (Instituto Nacional de Estadística, Censo 2001).<br />

33


34 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

Fue divisada por Cristóbal Colón en el año 1498, pero los primeros<br />

europeos que tuvieron contacto con los Guaiquerí, sus pobladores autóctonos,<br />

lo hicieron en el año 1499. <strong>La</strong> lengua que hablaron estos aborígenes<br />

del nororiente venezolano forma parte de la familia lingüística Caribe<br />

(Gumilla (1963 (I): <strong>29</strong>6, Gilij 1965 (III): 174, Sánchez 1921, Rivet 1924:<br />

<strong>66</strong>2, Loukotka [1935] 1968: 214-215, Krickeberg 1946, Tovar 1961: 137,<br />

Tovar y <strong>La</strong>rrucea de Tovar 1984: 139, Mattéi-Müller 1989: 487).<br />

Metodología<br />

El análisis tipológico comparativo de mitos y personajes míticos descomponiéndolo<br />

en elementos característicos tiene una larga tradición en<br />

los estudios antropológicos, folklorológicos y de historia de religiones.<br />

Pese a que en Venezuela ha tenido una utilización más limitada, aplicado<br />

más bien al caso de las tradiciones orales criollo-mestizas que al de los<br />

pueblos indígenas, encontramos por ejemplo los del conocido escritor e<br />

investigador Gilberto Antolinez (1945, 1946, 1946a), quien marcó el<br />

rumbo del estudio indigenista en América, en cuanto a los primeros,<br />

alcanzando mayor formalidad con los aportes metodológicos de Stith<br />

Thompson, autor y coautor de numerosos libros y artículos sobre mitología<br />

y folclore, cuyo mayor aporte es su trabajo en la clasificación de los<br />

motivos y tipologías de géneros que aparecen dentro del ámbito de la<br />

literatura oral, y de la virtual transferencia de tradiciones orales entre el<br />

viejo y el nuevo mundo. Su Motif-Index of Folk-Literature (1955-1958), en<br />

seis volúmenes, se considera una obra clave para el análisis estandarizado<br />

de motivos folklóricos. Asimismo, los mitos americanos publicados<br />

por diversos autores, entre ellos Claude Lévi-Strauss, Mitológicas (1981),<br />

y los 24 volúmenes además del Índice General de la serie Folk Literature<br />

of South American Indians, editada por Wilbert y Simoneau (1979-1992),<br />

dedicada a la narrativa oral de 31 sociedades indígenas de las tierras<br />

bajas suramericanas, cuyo objetivo es clasificar el cuerpo de las tradiciones<br />

de acuerdo a los motivos que las constituyen. Para mediados de la<br />

década de los 80, Salas de Lecuna trabajó en su tesis El Cuento folklórico<br />

en Venezuela: antología, clasificación y estudio (1985), tesis sobre el<br />

imaginario popular contemporáneo venezolano, en la cual aplicó la metodología<br />

de Thompson en sus experiencias obtenidas al realizar investigaciones<br />

sobre el pentecostalismo y las cortes de santos afrovenezolanos.<br />

En nuestro caso, se ha aplicado una variación de esos ensayos, lo cual<br />

implica, primero, la recolección de datos, su trascripción y revisión, identificación<br />

de la fenomenología de esos seres, luego la revisión en otras<br />

culturas indígenas de la presencia de estos entes particulares en cuanto<br />

a su aspecto físico, comportamiento, disposición y simbolismo, para finalmente,<br />

determinar las similitudes y divergencias existentes entre todos.


Más que contribuir a las reflexiones estructuralistas o junguianas<br />

acerca de la posible existencia de estructuras psíquicas profundas o símbolos<br />

compartidos por la humanidad, que no se descartan para este caso,<br />

nos limitaremos a explorar acerca de su utilidad como otro rasgo cultural<br />

de valor en hipótesis de carácter histórico-cultural que remiten al tema de<br />

la historia del poblamiento o los intercambios interétnicos en la gran<br />

cuenca del caribe, incluida la Mesoamérica Atlántica y el norte de las<br />

Guayanas.<br />

<strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> de la Isla de Margarita<br />

Antropológica 114<br />

Con el fin de exponer el tema que se presenta comenzaremos transcribiendo<br />

una versión del mito de la <strong>Chinigua</strong> recogida por Salazar Franco<br />

(1982: 31-32), escritor, historiador, cronista, poeta, folclorista y personaje<br />

popular de la Isla de Margarita, en su obra Mitos y Creencias<br />

Margariteñas:<br />

En la Isla de Margarita se cree mucho en las supersticiones. En<br />

la Isla de Margarita se aferran a creer en los fantasmas y<br />

aparecidos. En Margarita se habla de la existencia de la<br />

chinigua. <strong>La</strong> chinigua es el espíritu condenado de una mujer,<br />

que valida de su belleza, coqueteó en el mundo con los hombres<br />

y a ninguno le entregó su corazón y cuando murió no fue<br />

recibida en el cielo y fue devuelta a la tierra para que se<br />

enamorara de verdad. Por eso la chinigua anda por el mundo<br />

buscando novio, enamorándose de los hombres jóvenes y<br />

buenmozos, para cumplir su penitencia. <strong>La</strong> chinigua casi no<br />

asusta a la primera vista. Parece una mujer de verdad. <strong>La</strong><br />

chinigua es alta y esbelta. Con su manta de pelo tendida que le<br />

llega a las corvas y su saya anchota recién almidonada, que se<br />

le escucha el zis zas cuando camina. A la chinigua también le<br />

dicen la trotamundos. Muchos no saben por qué. Algunos dicen<br />

que porque anda todo el mundo en una noche, y aseguran que<br />

una vez le preguntaron, equivocadamente, que de donde venía y<br />

contestó: “ahorita, al canto del gallo, pasé por Valencia” 2, y era<br />

exactamente la hora del canto del gallo en Margarita. Entonces<br />

si se enfrió el cuerpo. Otros dicen que en una ocasión, a plenas<br />

doce de la noche, le preguntaron, sin conocerla, que para donde<br />

iba, y contestó: “para Belén” y escambró el cuerpo, porque en<br />

Belén fue donde nació Nuestro Señor Jesucristo y no se puede ir<br />

de aquí a pie. <strong>La</strong> chinigua cuando se enamora de los hombres<br />

los persigue por todas partes y los va desganando y<br />

2 Ciudad venezolana ubicada en tierra firme aproximadamente a 490 km. de Porlamar, Isla<br />

de Margarita.<br />

35


36 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

enflaqueciendo, hasta que los mata y se los lleva para el otro<br />

mundo. Para deshacerse de la chinigua, los hombres de quienes<br />

ella se enamora, tienen que ser muy valerosos, para poder tener<br />

el brío de cuerearla con un palo de piñón cortado en viernes<br />

santo. En otro día no sirve porque el piñón cortado en viernes<br />

santo derrama la sangre que Cristo derramó por la humanidad.<br />

<strong>La</strong> chinigua se defiende con su manta de pelo. Cuerea a los<br />

hombres con su manta de pelo. Si los hombres pierden el brío,<br />

la chinigua se pone en ellos y los mata, pero si no lo pierden la<br />

chinigua se da por vencida y pega un jalío [un grito]<br />

profundísimo que atemoriza y asombra y se va al cielo,<br />

escuchándose únicamente el traquío [traqueteo] de huesos. <strong>La</strong><br />

chinigua es un huesero, es decir un esqueleto con un ropaje<br />

puesto. Así mismito como estamos relatando esto es la chinigua<br />

en Margarita.<br />

Según Marcano Rosas (1978: 174), docente e historiador margariteño,<br />

la <strong>Chinigua</strong> es sinónimo de la muerte. Este mismo autor, a manera de<br />

definición y representación de esta temida aparición, incluye un verso que<br />

la describe en su versión popular:<br />

Cuenta Cheíto Marcano<br />

Que él también vio la ‘<strong>Chinigua</strong>’<br />

Bajando de Tacarigua<br />

En su bestia a paso llano.<br />

Traje blanco, rostro ufano,<br />

Plena de encantos ilesos…<br />

Y al solicitar sus besos<br />

en fiebre cayó Cheíto,<br />

cuando la dama en grito<br />

se le volvió un saco ‘e huesos’ 3 .<br />

Otra interpretación más reciente de la <strong>Chinigua</strong> la ofrece el historiador<br />

margariteño Gómez (2001(II): 530-531), quien también da información<br />

sobre ésta y otras entidades espectrales locales:<br />

<strong>La</strong> historia: Antes de la llegada de la luz eléctrica, las noches<br />

margariteñas estuvieron pobladas de encantos y misterios. <strong>La</strong><br />

gente se recogía temprano en sus casas, y salvo alguna<br />

diligencia de apremio o de urgencia, no se atrevía a salir de sus<br />

casas en altas horas de la noche, temerosa de que una de las<br />

tantas manifestaciones paranormales hiciera su aparición para<br />

susto del noctámbulo. Entre esas apariciones estaban: la gallina<br />

3 Este verso titulado Otro que vio a la <strong>Chinigua</strong>, se publicó en Margariteñerías 1972, N° 14,<br />

su autor fue Jesús Rosas Marcano.


Antropológica 114<br />

con pollitos, la cochina, los conejos y sobre todo, la más temida:<br />

la chinigua. Algunos estudiosos del folklore insular han hecho<br />

trabajos para clasificar la aparición fantasmal de una mujer<br />

cobijándola con los siguientes nombres: llorona, colmillona y<br />

chinigua. Por lo menos, en la mayoría de los pueblos de<br />

Margarita se hablaba de una sola: la chinigua. <strong>La</strong>s otras<br />

denominaciones son cosa de tiempos recientes, y son términos<br />

de otras regiones del país y no de Margarita (…) Se dice que en<br />

algunas noches la chinigua sale por los caminos de Margarita<br />

gimiendo dolorosamente por la pérdida de un amor, de un hijo<br />

se dice comúnmente. Otras veces, vestida de blanco y con la<br />

cabellera al viento se aparece delante del viandante, quien<br />

tentado por la hermosa aparición se apresura a ir en su<br />

búsqueda, y al pretenderla en amores, la chinigua se voltea y<br />

déjale ver entonces su cara, que no es otra cosa sino una<br />

horrorosa calavera y de inmediato se convierte en un montón de<br />

huesos. Al incauto, le dan fiebres, delirios, y tarda bastante<br />

tiempo en recobrar la razón.<br />

En un Diccionario de fantasmas, misterios y leyendas de Venezuela<br />

(Franco 2005: 36), se le describe así:<br />

<strong>Chinigua</strong>, <strong>La</strong>. Parecida a la Sayona, y sin duda pariente de ella.<br />

<strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> es una hermosa mujer que se presenta a los<br />

pescadores margariteños cuando pescan en tierra. Aparece<br />

envuelta en un bello manto negro, pero cuando lo abre, tan sólo<br />

se ve su esqueleto, cuyos huesos resuenan macabramente<br />

chocando entre sí.<br />

El mito ha trascendido también a Internet, en donde circula otra versión<br />

que además alude a su área de dispersión, que abarca otros puntos<br />

del noreste del país. En una página web de corte literario que compila<br />

creencias sobre seres considerados terroríficos leemos:<br />

En Margarita y otras regiones del oriente venezolano, aparece a<br />

veces <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong>. Es una mujer de bello rostro, que lleva el<br />

cuerpo totalmente cubierto por un grueso y largo manto negro,<br />

a la manera de las mantuanas de la época colonial. <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong><br />

se le aparece de noche a los pescadores y cuando ellos,<br />

cautivados por su bella sonrisa, tratan de abrazarla o le quitan<br />

el manto, se encuentra con que debajo de éste, sólo hay un<br />

montón de huesos que al entrechocar produce un macabro<br />

sonido, mientras <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> suelta una carcajada. <strong>La</strong> leyenda<br />

dice que este fantasma castiga a los pescadores que no cuidan<br />

la fauna marina, o pescan indiscriminadamente, despoblando el<br />

océano y dañando las especies de peces y mariscos; a quienes<br />

contaminan las aguas del mar (…) Ese fue el caso de Chuíto, un<br />

37


38 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

robusto y bondadoso pescador del hermoso pueblo de <strong>La</strong>guna de<br />

Raya, en Margarita, quien una noche estaba sentado cerca de su<br />

casa, tratando de pescar bagres. De pronto comenzó a sentir un<br />

miedo sobrenatural: la piel se le puso de ‘gallina’ y sus cabellos<br />

comenzaron a erizarse, mientras extraños escalofríos de terror le<br />

recorrían el cuerpo. El pescador intuyó la presencia espectral de<br />

<strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> y resolvió largarse de allí inmediatamente, dejando<br />

para mejor ocasión la pesca de bagres.<br />

(http://relatos.escalofrio.com/relato.php?ID=4927).<br />

Lejos de constituir historias antiguas compiladas en fuentes impresas<br />

y ahora en las digitales, más propias de los tiempos anteriores a la llegada<br />

de la luz eléctrica, como plantea Gómez, este tipo de relato sigue siendo<br />

contado y recontado en la Isla de Margarita aún en nuestro tiempo. Es la<br />

historia expresada popularmente por historiadores y folcloristas de<br />

diversos tiempos, y en la cual captamos una <strong>Chinigua</strong> algo desmitificada<br />

de su contexto cultural autóctono. De la manera en que se nos ha<br />

presentado anteriormente, esta figura femenina espectral pierde las<br />

características genuinas de la entidad mitológica guaiquerí para acercarse<br />

más a un personaje de leyenda urbana de tiempos más recientes.<br />

Sin embargo, la <strong>Chinigua</strong> que surgió de la memoria colectiva de<br />

algunos pueblos que conforman la cultura guaiquerí, fue la entidad<br />

ancestral, casi original, conservada a través de su literatura oral, donde<br />

hay elementos, motivos y características que no alcanzan a percibirse ni<br />

concretarse en las versiones referidas por Salazar Franco, en el verso de<br />

Rosas Marcano, en la historia de Gómez, en la descripción de Franco o en<br />

la que muestra la Web, aunque gracias a sus relatos es conocida en la<br />

literatura folclórica nacional.<br />

Según la tradición oral perpetuada de generación en generación a<br />

través de la voz de los ancianos, el mito ha permanecido con su esencia<br />

cognitiva preservada por la persistencia que han mantenido los Guaiquerí<br />

con su memoria histórica, sus circunstancias y su entorno. Llama la<br />

atención que entre la mayoría de los Guaiquerí actuales este mito no<br />

pareciera ser mera fantasía ni invención extra lógica; tampoco es<br />

necesariamente real, aunque sí les es verosímil en la vida cotidiana.<br />

Es común escuchar narrar cuentos sobre las apariciones de la<br />

<strong>Chinigua</strong> en aquellos pueblos que una vez formaron parte de los<br />

Resguardos guaiquerí, especialmente, en Paraguarime y El Poblado,<br />

Municipio Mariño de Porlamar y en las localidades de El Tirano y<br />

Manzanillo, Municipio Antolín del Campo (mapa 1).


Mapa 1<br />

Antropológica 114<br />

Localidades margariteñas donde se recolectaron testimonios sobre la <strong>Chinigua</strong><br />

Muchos pobladores dicen conocer a personas que han sido acosados<br />

o atacados por este espíritu. Otros relatan sus propias experiencias y describen<br />

atemorizados su encuentro con esta entidad:<br />

<strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> siempre ha aparecido en Margarita. Cuando yo era<br />

chiquita escuchaba a mis abuelos hablando de esa mujer<br />

fantasma que aparecía en las quebradas, en charcos y cerca de<br />

las playas. Decían que tenía los pies pa’trás. Los pescadores que<br />

jalaban los trenes la veían en la madrugada en busca de algún<br />

hombre en la playa. Le tenían miedo y por eso iban<br />

acompañados, siempre iban de a dos o tres a la pesca de orilla.<br />

Contaban que engañaba a los pescadores. De lejos, unas veces,<br />

la confundían con la Virgen del Valle porque tenía una túnica<br />

blanca y larga, y no le veían los pies torcidos hasta que estaba<br />

cerquita y se volvía un huesero. Entonces echaban a correr como<br />

locos porque si la <strong>Chinigua</strong> los agarraba quería decir que iban a<br />

morir (Cruz Arcadia Hernández, guaiquerí de Paraguarime, año<br />

2007).<br />

Lo de la <strong>Chinigua</strong> es una leyenda viejísima por estos lados. <strong>La</strong><br />

gente siempre hablaba... y todavía hablan, de ese espanto. Se<br />

39


40 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

aparece cuando está oscuro, por las calles, en las quebradas, en<br />

las pozas y en las playas. Todos le tenemos miedo a que<br />

aparezca. Los hombres más que todo, pues es tras ellos que<br />

anda. Se presenta igualita a la novia del hombre, y si está<br />

casado es como si fuera la esposa. Se ve enseguida como una<br />

mujer bonita pero si él la besa o se deja tentar, allí mismito se<br />

convierte en una monstruosidad enseñando toda la osamenta.<br />

Para quitársela de encima tienen que cuerearla [“azotarla”] con<br />

una rama de guaritoto. 4 También sirve el palo de piñón 5. (Cruz<br />

Elpidia Hernández, guaiquerí de Paraguarime, año 2008).<br />

Una noche regresaba de pescar y caminaba hacia mi casa<br />

cuando noté que mi esposa venía tras de mí. Pero cuando me<br />

llamó por mi nombre y volteé para contestarle caí en cuenta que<br />

no era su voz, y tampoco era ella, porque sus pies estaban<br />

volteados. Era la <strong>Chinigua</strong>. Se me pegó un escalofrío por todo el<br />

cuerpo y comencé a rezarle a la virgencita del Valle para que esa<br />

bicha no me agarrara (Gerardo Pino, guaiquerí de El Manzanillo,<br />

año 2008).<br />

Todo el tiempo papá y mamá decían: no salgan por allí de noche<br />

porque la <strong>Chinigua</strong> anda a la caza. Eso le digo a mis hijos y<br />

nietos para que se cuiden (Marciana Manzanillo, guaiquerí de<br />

Manzanillo, año 2009).<br />

A mí y a un cuñado por poco nos agarra la <strong>Chinigua</strong>. Estábamos<br />

de regreso a la casa, ya era oscuro, casi llegábamos a la calle<br />

donde vivimos, cuando vimos esa fantasma que nos seguía. Me<br />

fijé bien y tenía los pies fuera de su puesto, hacia atrás. El<br />

cuñado nada más vio que tenía el pelo alborotado y tenía como<br />

un manto blanco. Le grité: ¡Es la <strong>Chinigua</strong>! ¡Corre, que si nos<br />

agarra estamos muertos! Allí mismo supimos que era ella. Daba<br />

unos alaridos espeluznantes. Nos metimos dentro de la casa y<br />

tiramos la puerta que del golpe despertó a toda la familia.<br />

Entonces les contamos lo que nos había pasado. Esa noche no<br />

pude dormir. Mi esposa me dio un gajo de piñón para que me<br />

defendiera y estuve esperando para ver si volvía. Pero no<br />

apareció. Nunca me olvidaré el susto que pasé. (Pablo Acosta,<br />

guaiquerí de El Tirano, año 2008).<br />

<strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> es un espanto que se viste con un ropón blanco<br />

tiene los pies para atrás, para que no puedan seguirla a través<br />

de sus huellas. Se aparece bajo la figura de la amiga, la novia o<br />

alguna mujer que te guste mucho, también puede ser la esposa,<br />

4 Jatropha urens L.<br />

5 Jatropha curcas L.


Antropológica 114<br />

lo hace de esa forma para engañarte y encantarte. En realidad<br />

es un montón de huesos. Si llega a agarrar a un hombre ten la<br />

seguridad que éste se enferma y muere (José Lugo, guaiquerí de<br />

El Tirano, año 2009).<br />

<strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> se aparece de vez en cuando. Todos sabemos bien<br />

que es un duende malo. Castiga a los hombres que no cuidan<br />

sus sementeras y pasan el tiempo por ahí entreteniéndose de<br />

noche. A más de uno agarró ya, y todos están muertos o<br />

enfermos. Por eso ando vigilante con mi siembra y mis animales.<br />

Lo peor es que a la vista se parece a la mujer de uno, o a la<br />

novia, y es fácil confundirse. Si quieres estar seguro mira sus<br />

pies, si no son normales y están virados para atrás, esa es la<br />

mujer fatal. Por aquí aparece cerca de la quebrada de<br />

Guaruparu (Miguel Marín, guaiquerí de Pedrogonzález, año<br />

2008).<br />

Como se desprende de algunos de los testimonios recogidos, la<br />

<strong>Chinigua</strong> es un ente femenino misterioso, espíritu mitológico malevolente<br />

y deforme, que aparece y persigue a sus víctimas masculinas bajo la<br />

forma corporal de la mujer amada o deseada. Lleva cabellos largos y<br />

camina con los pies para atrás, volteados, algunos dicen que “para que no<br />

puedan seguirla a través de sus huellas”. Asimismo, cuando se manifiesta<br />

lo que deja ver es su esqueleto o calavera.<br />

Pese a que se trató de profundizar en el origen, significado, características<br />

y otros tipos de manifestación de esta temible aparición, no se<br />

obtuvo por parte de nuestros relatores otra explicación adicional a lo<br />

expuesto anteriormente. El carácter compartido de esta creencia y la congruencia<br />

de las descripciones resulta evidente si se toma en cuenta que<br />

todos los testimonios fueron similares a pesar de la distancia geográfica<br />

que media entre los sitios en donde fueron colectados.<br />

En Venezuela, además de en la Isla de Margarita, a la <strong>Chinigua</strong> también<br />

se le conoce en el vecino Estado Sucre, particularmente en las localidades<br />

de Macuro e Irapa:<br />

…los hombres corren el riesgo de encontrarse con LA CHINIGUA,<br />

quien se aparece bajo la forma de la mujer que uno más ha<br />

amado –o podría llegar a amar– en su vida. LA CHINIGUA llama<br />

a sus víctimas desde lejos, mantiene la distancia cuando éstas<br />

la siguen y termina perdiendo a los hombres en la espesura, o<br />

haciéndolos caer al mar y ahogarse. Se cuenta de un joven, el<br />

único, que logró darle alcance y derribarla, pero cuando la<br />

desnudaba, la bella mujer se le transformó en horrendo<br />

41


42 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

espectro. (…) Lo que sabemos a ciencia cierta es que LA<br />

CHINIGUA es la manifestación temible del espíritu femenino, de<br />

esas diosas ancestrales que siempre han gobernado estos<br />

parajes (Rothe 2007) 6 .<br />

Un dominio territorial que abarca la sección norte del estado Sucre es<br />

congruente con lo que sabemos acerca de la antigua área de extensión de<br />

las comunidades guaquerí (Humboltd [1800] 1967:109, Salas 1924:198,<br />

Lodares 1930 (I):37, Vila 1975:35, Civrieux 1980: 46-53), sin embargo el<br />

tema se reviste de mayor complejidad al registrarse también un ente<br />

mitológico afín entre otras etnias indígenas venezolanas o del exterior,<br />

incluso en las tradiciones orales de colectivos no adscritos a la familia<br />

lingüística Caribe y residenciados en puntos más distantes del antiguo<br />

orbe guaquerí. Por ejemplo, los Warao cuentan de un espíritu igualmente<br />

insinuante y tentador, con similares características sociológicas, al que se<br />

le conoce como Jebu (espíritu) Masisikiri o Duende Masisikiri (Turrado<br />

Moreno 1945: 311-312, Erminy Arismendi 1952:121, Barral 1957: 90,<br />

1958: 240-241). Es descrito como un hombre o una mujer de aspecto<br />

estrafalario y deforme, con los pies hacia atrás, que de un momento a otro<br />

puede aparecérsele a alguien haciéndose pasar por su pareja. Si la<br />

persona no se da cuenta que se trata del Masisikiri, y se deja seducir,<br />

llegaría a enfermarse y hasta morir. Wilbert (1992: 69) lo describe como<br />

parte del conjunto de encuentros que los Warao tienen bajo ciertas<br />

condiciones con espíritus del bosque que se reflejan en la literatura oral<br />

de la etnia. Por su parte, Heinen (1988:<strong>66</strong>8) confirma la creencia warao<br />

en este espíritu selvático. Al respecto comenta que conoció a una mujer<br />

“…con status de wisiratu 7 (…) especialista en curar el achaque del hebu<br />

masisikiri, uno de los más temidos, y del que ha curado a varios Warao,<br />

amigos nuestros”.<br />

Vale la pena destacar que al igual que en las narraciones expuestas<br />

sobre el mito o la leyenda de la <strong>Chinigua</strong> (Salazar Franco 1982, Rosas<br />

Marcano 1978, Gómez 2001, Franco 2005, Rothe 2007) en las que no se<br />

menciona el detalle de los pies invertidos, también existen otras leyendas<br />

similares entre otras etnias indígenas venezolanas que hacen referencia a<br />

espíritus femeninos malevolentes que poseen la mayoría de las<br />

características usuales de la <strong>Chinigua</strong>.<br />

Gutiérrez Salazar (2002: 25) nos describe la mujer espíritu de los<br />

Pemón, grupo de filiación lingüística Caribe, como una figura espectral<br />

6 (http://www.ahces.net/proyectos/noescuento/07-01-07.html)<br />

7 Güisiratu o “dueño del dolor”. Piache teurgo (Barral 1957: 90).


Antropológica 114<br />

perversa llamada Amariwak que se le aparece a los hombres en forma de<br />

mujer y, viceversa, a las mujeres haciéndose pasar por un hombre 8. Esta<br />

entidad habita en los cerros, bosques y lagunas del hábitat pemón al<br />

sureste del Estado Bolívar (Venezuela):<br />

Los indios dicen que cuando uno está enamorado y piensa nada<br />

más que en su novia o en su amor, se aparece Amariwak en<br />

forma de esa muchacha, pero con los brazos para atrás (…)<br />

Cuando se encuentra uno a un Amariwak que grita en los<br />

ribazos, si se paran a escucharle y mirarle, lo alcanza su mal se<br />

cae por tierra, se desvanece, se les va el alma y les produce<br />

hasta la muerte (op. cit.: 24).<br />

Esta entidad mítica y sobrenatural, al igual que la <strong>Chinigua</strong><br />

margariteña, produce los ataques más intensos y ocasiona “crisis de<br />

angustia, neurosis, ataques epilépticos y alucinaciones, también por<br />

causa de la pérdida del alma” (Perera et al. 2007: 223). A los enfermos del<br />

mal de Amariwak, el piache o pia´san debe azotarlos “con un ramal hecho<br />

del cogollo de la palma llamada ‘amaradek’, que tiene muchas espinas” 9<br />

(Gutiérrez Salazar 2002: 25), tratamiento que inevitablemente recuerda el<br />

ya descrito método guaiquerí para espantar los ataques de la <strong>Chinigua</strong>.<br />

Asimismo, Bermúdez Guerrero (2005:103-104), basada en Perrin<br />

(1973: 152), describe a la Pulowi, Ama de los Animales de Caza entre los<br />

Wayú (Arawak) de la Península de la Guajira de Venezuela y Colombia con<br />

algunas características similares aunque sin aludir a rasgos de<br />

deformidad:<br />

A los hombres primero los atrae con la imagen de una mujer<br />

bonita, una Wayuu [mujer Goajiro] con su cabello bien largo y<br />

negrito que llega por debajo de la cintura, a veces vestida de<br />

blanco o con colores vistosos. Antes se aparecía en los arroyos o<br />

en los lugares lejanos, ahora como las cosas han cambiado se<br />

aparece en las carreteras que vienen del puerto o por las<br />

trochas, para cogerlos sin ningún trabajo como amantes, pues<br />

caen totalmente hipnotizados por su poder. Con el tiempo se<br />

vuelven sirvientes y luego casi siempre terminan muertos.<br />

Hemos visto cómo estas narraciones están presentes en la literatura<br />

folclórica de diversas comunidades indígenas de Venezuela. Entre ellas se<br />

palpan algunas diferencias, principalmente, en el motivo de la deformidad<br />

8 Recuérdese que entre los Guaiquerí el Corecori, es un espíritu espectral masculino que<br />

ataca sólo a las mujeres.<br />

9 Se trata de la palma corozo (Scheelea macrocarpa) conocida entre los Pemón como Avara<br />

yek (Hernández et al. 1994: 69-127).<br />

43


44 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

corporal. Por ejemplo, “los pies invertidos” no aparecen entre las<br />

<strong>Chinigua</strong>s pemón y wayú. <strong>La</strong> entidad pemón se presenta con “los brazos<br />

invertidos hacia atrás”, y la Masisikiri warao tiene “las manos bastante<br />

más grandes que lo normal” (Com. pers. de W. Wilbert, año 2008). <strong>La</strong><br />

presencia de la monstruosidad física podría ser una función de lo<br />

propenso que es el ser humano de ubicar el “otro” más allá de las<br />

fronteras geográficas y culturales de la gente verdadera o, es posible<br />

también, sea una forma simbólica de señalar transgresiones a las normas<br />

culturales en determinadas sociedades.<br />

Distribución de entidades análogas a la <strong>Chinigua</strong> en las Antillas<br />

Mayores y en la Región Mesoamericana<br />

No sólo en la Isla de Margarita, la Península de Paria y el Delta del<br />

Orinoco hemos hallado esta entidad fantasmal femenina con pies torcidos<br />

hacia atrás. También en las Antillas la leyenda de la mujer deforme con<br />

rasgos análogos tiene una gran popularidad. En el folclor dominicano<br />

existe una categoría de ente femenino que posee similares características<br />

que la <strong>Chinigua</strong> guaiquerí. Se le conoce como Ciguapa, y de ella, Angulo<br />

Guridi (18<strong>66</strong>: 95) nos dice:<br />

Es una criatura que sólo levanta una vara de talla: sin que por<br />

lo tanto se crea que en sus proporciones hay la deformidad de<br />

los llamados enanos (…) Lejos de eso, existe una exacta armonía<br />

en todos sus músculos y miembros, una belleza maravillosa en<br />

su rostro, y una agilidad en sus movimientos (…) en su naturaleza<br />

idéntica a nosotros; y en cuanto a las manifestaciones del<br />

amor infinitamente superior, porque raya en el delirio. Sus celos<br />

terminan con la muerte, y es en este sentimiento tan intolerante<br />

y egoísta, que el cuadro de dos seres que se aman y acarician le<br />

arranca gritos de desolación que sólo se apagan en el sepulcro.<br />

En tiempos más recientes, Deive (2002: 56) la describe algo diferente,<br />

como un ser mítico que “sale de noche al borde de las corrientes de agua”<br />

y camina con “los pies hacia atrás”. El historiador dominicano Cassá<br />

(1992: 313) al recordar la leyenda de la Ciguapa de la cordillera central de<br />

Santo Domingo, comenta que es un ser solitario, de rasgos indígenas, con<br />

atributos fantásticos, como tener los pies colocados al revés.<br />

Por su parte, Prieto Osorno (2007) la describe así:<br />

…cubren su desnudez con sus largas cabelleras, son como<br />

sirenas en medio de los campos y la manera más rápida para<br />

identificarlas es mirar a sus pies, pues los tienen al revés y dejan


huellas contrarias al rumbo que llevan. Ellas embrujan a los<br />

hombres con su hermosura, sus ojos y su canto, los aman hasta<br />

la saciedad y luego los matan.<br />

Al respecto, Ubiñas Renville (2000: <strong>29</strong>) explica:<br />

Antropológica 114<br />

En el libro titulado Indigenismos, de Emilio Tejera, editado por<br />

primera vez en el 1935, se habla, se mezcla y se combinan<br />

numerosas leyendas de nuestra América verdadera, de mujeres<br />

solitarias que caminan por las sierras o viven en el fondo de los<br />

arroyos o los lagos y que lloran y caminan por las noches, unas<br />

son descritas como bellas y otras no; unas pequeñitas y otras<br />

altas y esbeltas; casi todas andan desnudas, sólo cubiertas por<br />

sus largas y bellas cabelleras, y con los pies al revés, de forma<br />

que los talones están para adelante y los dedos para atrás.<br />

Los dominicanos perciben a su versión de la <strong>Chinigua</strong> (Ciguapa-<br />

Chiguapa) como de origen foráneo, poseedora de poderes mágicos, que<br />

habita en las montañas. Algunos dicen que la Ciguapa no mide más de<br />

un metro de altura y está cubierta de cabello fino, o, luce como un ave<br />

muy bella, aspecto este que coincide con la Masisikiri warao a la que éstos<br />

indígenas también le dan el atributo de transformase en un pájaro colibrí<br />

(Com. pers. de W. Wilbert, año 2008). Sin embargo, otros dicen que la<br />

Ciguapa es alta con piernas largas, atributo que de nuevo recuerda un<br />

ave.<br />

También se dice que la Ciguapa aparece en Cuba (Bueno 1996), en<br />

Holguín, y que fue llevada por los dominicanos hasta esa otra isla.<br />

Dada su distribución hasta las Antillas Mayores, antiguo territorio de<br />

los Taíno y otras etnias emparentadas, pero también importante destino<br />

de la trata esclavista, algunos autores, especulando sobre su origen,<br />

sugieren que esta entidad seductora se originó entre los Arawak de la<br />

región orinoquense o, quizás, a través de los esclavos traídos de África<br />

(Anónimo 2000: 2). El antropólogo dominicano Veloz Maggiolo, según<br />

Prieto Osorno (2007: 156-157), rastreó la Ciguapa de Santo Domingo<br />

hasta el Curupíra, espíritu del bosque de la Amazonía. En cualquier caso,<br />

el tema de la Ciguapa ha sido tratado en la literatura dominicana por<br />

numerosos escritores y folcloristas, lo cual de alguna manera refleja la<br />

importancia que tiene dentro del corpus de relatos tradi-cionales de esa<br />

isla (Bosch 1935, Mora Serrano 1974, 1979).<br />

Pero no sólo hallamos esa peculiar “mujer espíritu” en el ámbito<br />

caribeño; también en Mesoamérica, entre los Achí (Maya) de Guatemala,<br />

es muy popular la aparición de una entidad femenina que se le describe<br />

exactamente igual a la <strong>Chinigua</strong> guaiquerí, con las mismas atribuciones<br />

clásicas, incluyendo los pies volteados hacia atrás. <strong>La</strong> conocen bajo el<br />

45


46 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

nombre de Siuanaba o Siguanaba (Falla 1986: 67). Sobre el sentido mítico<br />

de esta representación maya, que al decir de ciertos escritores puebla<br />

cada cerro y cada calle de Guatemala, Navarrete Pellicer (2005: 220-221)<br />

informa:<br />

<strong>La</strong> Siuanaba es la muerte personificada como una hermosa<br />

mujer joven y bien vestida, quien seduce a los hombres para<br />

aniquilarlos. Los detalles comunes a las diversas versiones de<br />

esta historia son: la mujer aparece de noche, durante o después<br />

de una borrachera, mostrándose con la apariencia de una joven<br />

amante o una mujer deseada, distinta a la esposa. Su figura<br />

varía de acuerdo al gusto particular en mujeres del narrador.<br />

Ella ronda lugares peligrosos, ofrece amor y grandes cantidades<br />

de dinero fácil a sus víctimas; al mismo tiempo los seduce y guía<br />

por caminos anchos, que son en realidad barrancos donde<br />

encuentran la muerte. También puede matarlos de susto<br />

transformándose en un esqueleto o en el demonio al momento<br />

que el hombre trata de abrazarla y besarla. <strong>La</strong> gente describe a<br />

la Siuanaba como una mujer muy bien vestida y arreglada pero<br />

si muestra el rostro, que está cubierto por su cabello largo y<br />

suelto, resulta ser la cabeza de un caballo o una calavera. <strong>La</strong><br />

manera más sencilla de identificarla es mirándole las piernas y<br />

los pies, ya que los tiene volteados hacia atrás.<br />

Un motivo similar se encuentra a lo largo de la región maya entre el<br />

pueblo indígena ch’orti’, quienes tienen la creencia que esta entidad es<br />

“parte animal, parte espíritu”, pero cuando se manifiesta lo hace en forma<br />

de mujer (Hull 2003: 220). Los Ch’orti’ habitan al este de los Achi, en el<br />

oriente de Guatemala, específicamente en los municipios de <strong>La</strong> Unión, en<br />

Zacapa, así como en Jocotán y Camotán, en Chiquimula. Hull (2005) 10<br />

comenta: “<strong>La</strong> Siguanaba es un espíritu que vive en las montañas y de él<br />

se dice que es una mujer con los pies al revés. A ella, en el idioma Ch’orti’,<br />

se la conoce como k’ech’uj. Siguanaba acosa a la gente que anda por los<br />

caminos y los engaña, y hasta mata, ocasionalmente.”<br />

Wisdom (1961: 458) también reseña al personaje aunque no<br />

menciona el motivo de los píes invertidos:<br />

<strong>La</strong> siguanaba, que algunas veces es confundida con el sisimite<br />

debido al parecido de ambos, pueden adoptar dos sexos, aunque<br />

por lo general se presenta como mujer; en el primer caso la<br />

aparición de cada sexo se relaciona con la personas del sexo<br />

opuesto. <strong>La</strong> siguanaba tiene largo cabello, mandíbulas horribles<br />

y lleva un trozo de tela alrededor de la boca para esconder su<br />

fealdad. Vive en lugares oscuros, en los ríos y arroyos, y es<br />

protectora de éstos y de los peces…<br />

10 http://www.famsi.org/reports/99036es/section06.htm


Antropológica 114<br />

Con respecto al nombre de Siguanaba para este espanto femenino,<br />

Palomo (1997: 75) explica que en idioma náhuatl, la designación significa<br />

“mujer náhuatl”, aunque <strong>La</strong>ra Figueroa (1990: 234), lo interpreta como<br />

“mujer desnuda”. Por su parte, la revista Síntesis (1954 (5-8): 37), antiguo<br />

órgano de difusión de la Secretaría de Información de El Salvador,<br />

presenta una lista de variantes ortográficas del nombre de esta ogresa,<br />

entre estos: Ciguanaba, Cihuanava, Cihuanaba, Ciguanagua. Siuanava,<br />

Siuanaba, Siguanava, Siguanaba, Sihuanava, Sihuanaba, Siguanagua, y<br />

deduce que la etimología proviene “del idioma de los pipil compuesta de<br />

los vocablos ciua (ci-ua) o mujer y, nahua (náj-ua) inflexión del verbo<br />

rodear; es decir: mujer que rodea.” Según Gutiérrez (1993: 15), en la<br />

región oriental de este mismo país se le conoce también bajo los nombres<br />

de Chilca, Chilica o Chirica, posiblemente derivado del vocablo maya zilik,<br />

o bien con las voces shilla “mujer”, y shina “noche”, en la lengua lenca,<br />

idioma no maya de difícil clasificación lingüística actualmente casi extinto<br />

(Ramírez Castañeda 2008: 14).<br />

<strong>La</strong> ya citada versión achí-maya de la historia de la Siuanaba o<br />

Siguanaba ha sido identificada por Correa (1955: 74-75) como netamente<br />

de raíz indígena, quien además vincula al personaje con la Cegua o Cigua<br />

de Nicaragua y Honduras, considerándolos el mismo espectro. Esta<br />

denominación parece constituir una españolización de la palabra cihuatl<br />

que significa en náhuatl: “mujer”, “dama”, “señora” (Rossell y Ojeda 2003:<br />

156). El náhuatl era la lengua franca antes de la llegada de Cortés a<br />

México, expandida junto a los dominios del Imperio Azteca hasta tierras<br />

centroamericanas, constituyendo sus expresiones locales situadas más al<br />

sur el idioma pipil y los nahualismos en el español centroamericano,<br />

incluida precisamente la denominación dada a la categoría de espíritus<br />

que nos ocupa: “Si por una parte muchos nahuatlismos no prosperaron<br />

en el norte de la actual República Mexicana, por otra parte subsisten en<br />

Costa Rica y Nicaragua voces desusadas hoy en México, como ayote<br />

(náhuatl áyotl) para ‘calabaza’, y la Cegua (náhuatl Cihuatl) para ‘la<br />

Mujer’” (Florescano 1997: <strong>29</strong>9).<br />

En Chiapas, México, la Cegua es también llamada “Mujer Esqueleto”,<br />

y se dice allí que es una persona real que ha vomitado su alma o mudado<br />

su piel y carne para poder transformarse (Locke et al. 2009: 533-534) 11.<br />

Otra variante del cuento de la <strong>Chinigua</strong> parece proyectarse en la<br />

leyenda costarricense de la Cegua, en la cual tampoco se menciona la<br />

anormalidad de los pies invertidos:<br />

11 Es inevitable recordar las representaciones de seres esqueléticos presentes en la iconografía<br />

y estatuaria maya y azteca, cuyas diferencias o puntos en común con el personaje que nos<br />

ocupa escapan de los objetivos de este trabajo.<br />

47


48 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

Tiene pactos con el mismísimo diablo, anda como volando con<br />

pies ligeros o alados. Sale de noche, desnuda o como esqueleto,<br />

con un rostro horrible según dicen todos, y persigue a los<br />

hombres que encuentra en el camino a altas horas de la noche,<br />

que suelen ser los “bolos” (borrachos) que deambulan por las<br />

calles, regresan a sus casas, o vienen de algún encuentro<br />

amoroso extramatrimonial o ilícito. Son mujeres brujas que se<br />

transforman bajo los árboles mediante la invocación: “¡Baja,<br />

carne!”, y se les cae el cuerpo y quedan en el puro hueso<br />

(Fernández Poncela 2000: 40).<br />

Esta leyenda describe una figura fantasmagórica misteriosa de origen<br />

indígena que seduce sexualmente a los hombres burlándose de ellos<br />

trans-formando su hermosa cara en un rostro cadavérico con olor a<br />

muerte. Está descrita como un espectro maligno que se le aparece a los<br />

hombres maliciosos, ebrios e infieles, cuyo cometido es castigarlos por<br />

sus deslealtades. <strong>La</strong> presencia de ella causa fuertes calenturas, terror, y<br />

a veces hasta muerte. Sólo aquellos con la suficiente fuerza de voluntad<br />

para resistir la tentación sobreviven. Esta memoria indígena se halla<br />

también en la actualidad diluida en el imaginario poético de comunidades<br />

mestizas salvadoreñas. Barberena (19<strong>66</strong>: 239) en su Historia de El<br />

Salvador, omite hablar de la Ciguanaba pues dice no tener pruebas de<br />

que pertenezca a la época precolombina.<br />

<strong>La</strong> Siguanaba (también conocida como Segua) son figuras<br />

legendarias en el folklore centroamericano. (…) <strong>La</strong> Siguanaba, en<br />

vida, fue una hermosa mujer Pipil llamada Sihuehuet, quien<br />

tuvo un hijo, el Cipitio, con el hijo del dios de la lluvia, Tlaloc.<br />

Ella fue negligente con su hijo y fue llamada una mala madre.<br />

Tlaloc la castigó, haciéndola hermosa y, a la vez, horrible. <strong>La</strong><br />

leyenda dice que ella aparece como seductora ante los hombres,<br />

de noche y cerca de los ríos, y los ataca por haberse alejado de<br />

sus hogares. Un espíritu acuático que representa fertilidad y<br />

vida, ella puede ser interpretada también como un símbolo de<br />

deseo, sexualidad, poder y resistencia femenina ante el<br />

patriarcado (Rodríguez 2009: 248).<br />

Por otra parte, con respecto a Sihuehuet, se ha aludido en Internet lo<br />

siguiente:<br />

Originalmente llamada Sihuehuet (Mujer hermosa), tenía un<br />

romance con el hijo del dios Tlaloc, del cual resultó embarazada.<br />

Ella fue una mala madre, dejaba solo a su hijo para satisfacer a<br />

su amante. Cuando Tlaloc descubrió lo que estaba ocurriendo él<br />

maldijo a Sihuehuet llamándola Sihuanaba (Mujer Horrible).


Ella sería hermosa a primera vista, pero cuando los hombres se<br />

le acercaran, ella daría vuelta y se convertiría en un aborrecimiento<br />

horrible. El Dios la condenó a vagar por el campo,<br />

apareciéndose a los hombres que viajan solos por la noche (…)<br />

Dicen las tradiciones que el hombre que la mira se vuelve loco<br />

por ella. Entonces, la Sihuanaba lo llama, y se lo va llevando<br />

hasta un barranco. Enseña la cara cuando ya se lo ha ganado.<br />

Para no perder su alma, el hombre debe morder una cruz o una<br />

medallita y encomendarse a Dios. Otra forma de librarse del<br />

influjo de la Sihuanaba, consiste en hacer un esfuerzo supremo<br />

y acercarse a ella lo más posible, tirarse al suelo cara al cielo,<br />

estirar la mano hasta tocarle el pelo, y luego halárselo. Así la<br />

Sihuanaba se asusta y se tira al barranco. Otras versiones dicen<br />

que debe agarrarse de una mata de escobilla, y así, cuando ella<br />

tira de uno, al agarrase la víctima de la escobilla, ella siente que<br />

le halan el pelo 12.<br />

En la cosmología pipil el mito de la Sihuanaba apunta “a las creencias<br />

acerca del dios del agua y la concepción del agua misma como escenarios<br />

de sacrificios y ofrendas” (Ruz 2005). El culto a Tlaloc, “dios de las lluvias”<br />

estaba extendido por toda Mesoamérica. Esta deidad era conocida también<br />

como Tlaloctlamacaxtli, y los Pipil le rendían culto y decían que<br />

enviaba las lluvias para alimentar la tierra. También mandaba las tempestades<br />

y los peligros de los ríos y del mar. En la cosmovisión azteca, el<br />

complejo Lluvia-humedad-fertilidad agrícola era producido por Tlaloc,<br />

“dios de la lluvia”. Fue él quien condenó a Sihuehuet (Siguanaba) a<br />

transformarse en una visión espantosa.<br />

Finalmente, entre los Maya yucatecos, Redfield y Villa Rojas (1934:<br />

122) tuvieron conocimiento de un peligroso espíritu del bosque conocido<br />

aún por otro nombre local:<br />

<strong>La</strong> x-tabai, bien conocida en el folklore Maya, es uno de los<br />

demonios del bosque más prominentes. Aparece en la forma de<br />

una hermosa mujer joven, vestida con un fino huipil con<br />

bordados exquisitos (terno), y lleva su cabello largo. Ella<br />

convence al joven hombre de seguirla hacia el bosque o hacia<br />

algún sascabera, y allí, si no tiene la suerte de escapar, lo asfixia<br />

hasta la muerte.<br />

12 (http://comisioncivicademocratica.org/mitosyleyendas.aspx)<br />

Antropológica 114<br />

49


50 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

Leyenda: (C.) Caribe; (W) Warao; (F.) Foráneo (posiblemente Caribe); (A) Arawak; (M.) Maya.<br />

X-tabay<br />

(México)<br />

x - x x - - - - x - x - x - x x - x - - M<br />

Honduras<br />

Cegua<br />

México<br />

Costa Rica<br />

x - x x - x - - x - x - x - x - x x x - x M<br />

Siguanaba<br />

El Salvador<br />

Nicaragua y<br />

x - x x - x - - x - x - x - x - x x x - x M<br />

Guatemala<br />

x - x x - x x - x - x - x - x - x x x x x M<br />

Siguanaba<br />

Ciguapa x - x x - - x x x x x - - x x - - - x x - F<br />

Pulowi x - x x - - - - x - x - x - - x x - x - - A<br />

Amariwak x - x - x - - x x - - - - - - x x - x - x C<br />

Masisikiri x - x - x - x x x - x - x - - x x - x x - W<br />

<strong>Chinigua</strong> x x x x - x x - x - x x x - x - x x x - x C<br />

Entidades<br />

femeninas<br />

espectrales<br />

Espíritu femenino y<br />

perverso<br />

Habita en el mar<br />

Habita en bosques,<br />

montañas y cuerpos<br />

de agua<br />

Seduce a los hombres<br />

Seduce a los hombres<br />

y mujeres por igual<br />

Posee poderes<br />

sobrenaturales<br />

Pies volteados<br />

Posee otro tipo de<br />

deformidad corporal<br />

Estatura normal<br />

Estatura pequeña<br />

Cabellos largos<br />

Viste de blanco<br />

Viste de otras formas<br />

Anda desnuda<br />

Aparece de noche<br />

Aparece a cualquier<br />

hora<br />

Se deja ver como la<br />

persona deseada<br />

Se transforma en<br />

esqueleto con rostro<br />

cadavérico<br />

Produce enfermedades<br />

locura y muerte<br />

Se transforma en ave<br />

Uso de plantas para<br />

contrarrestarla<br />

Origen etnográfico<br />

Cuadro 1<br />

Características que comparten con <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> otras entidades espectrales femeninas de <strong>La</strong>s Antillas y Mesoamérica.


Antropológica 114<br />

Esquema tipológico de la <strong>Chinigua</strong> y de sus congéneres caribeñas y<br />

mesoamericanas<br />

<strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> margariteña comparte una mayoría de elementos<br />

específicos con la Ciguapa (Chiguapa) antillana, sin embargo es una<br />

representación casi idéntica de la diversidad de <strong>Chinigua</strong>s mesoamericanas<br />

(Siguanaba, Cegua, Chilca, Chilica o Chirika). Todas se presentan<br />

como entidades espectrales femeninas perversas aunque a primera vista,<br />

son mujeres hermosas que muestran cabelleras largas y sueltas. <strong>La</strong><br />

<strong>Chinigua</strong> margariteña se presenta unas veces con manto blanco y otras<br />

con ropaje negro, mientras que las mesoamericanas van cubiertas con<br />

diversas vestiduras. Se aparecen durante la noche con la intensión de<br />

seducir a los hombres, sin importar su condición social, bien sean<br />

solteros o casados, jóvenes o viejos, adinerados o no. Todas habitan en<br />

regiones boscosas o zonas montañosas y en lugares cercanos a las<br />

fuentes de agua, sin embargo, <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> margariteña es la única que<br />

además de tener su morada en los cuerpos de agua, habita también en el<br />

mar. Todas poseen el poder de transformarse en la persona deseada por<br />

la víctima, y algunas como la Ciguapa dominicana y la Masisikiri warao<br />

pueden también transfigurase en aves. <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> de Margarita y las<br />

<strong>Chinigua</strong>s mesoamericanas tienen la potestad de transportarse en el<br />

tiempo y estar en diversos lugares a la misma hora. También poseen la<br />

cualidad de mudar la piel para mostrarse como esqueletos al enfrentar a<br />

su presa y, finalmente, si logran atraparla, sin excepción producen<br />

demencia, pérdida del apetito y enfermedades febriles que inevitablemente<br />

conducen a sus víctimas a la muerte.<br />

Considerando la amplitud del área de distribución espacial (mapa 2),<br />

llama nuestra atención la analogía de las características existentes entre<br />

la <strong>Chinigua</strong> de la Isla de Margarita y las <strong>Chinigua</strong>s mesoamericanas<br />

(Siguanaba, Cegua, Chilca, Chilica o Chirika), quienes comparten 14 características<br />

que las relacionan entre sí (cuadro 1). Así mismo, comparte<br />

nueve particularidades con las otras entidades espectrales femeninas de<br />

Venezuela.<br />

Por otra parte, pese a plantearse distintas etimologías a las variantes<br />

locales y regionales del nombre, no deja de ser interesante cierta afinidad<br />

fonética con la denominación guaiquerí, que en otras circunstancias podría<br />

plantear la posibilidad de vocablos cognados: Siguanaba-<br />

Chiguanaba, Chilca, Chilica o Chirika, Cegua o Cigua-Chigua-<strong>Chinigua</strong> 13.<br />

13 Nos referimos en las formas de trascripción española de las voces, a esa recurrente<br />

secuencia de consonante alveolar fricativa /s/ o africada /ch/ seguida de vocales<br />

anteriores alta /i/ o media /e/, nasal seguida de vocal, y lo que podría ser semiconsonante<br />

bilavial /w/ o fricativa glotal /h/, seguida de la vocal central baja /a/ o del diptongo /ua/,<br />

respecti-vamente, aunque no necesariamente en el mismo orden, como también se<br />

plantean en los estudios lexicográficos afines al método glotocronológico: /si(e)/, /chi(e)/,<br />

/n(a, i)/, /wa/, /hua/.<br />

51


52 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

Como topónimo, <strong>Chinigua</strong> está registrado en Colombia, en el nombre de<br />

una quebrada ubicada en la región de Santander (Quebrada de <strong>Chinigua</strong>:<br />

7°16’42 N-73°16’53W), y, en Panamá, en la provincia de Veraguas, como<br />

Llano de la <strong>Chinigua</strong>, y Quebrada de la <strong>Chinigua</strong> (8°14’0” N-81°22’0”W).<br />

Aunque no disponemos de información que relacione estos topónimos con<br />

la tradición de la mujer-espíritu que nos ocupa, los topónimos anteriores<br />

son denominaciones de quebradas o corrientes de agua, y nuestra<br />

<strong>Chinigua</strong> guaiquerí precisamente “Habita en bosques, montañas, y<br />

cuerpos de agua” (cuadro 1).<br />

Mapa 2<br />

Distribución de la figura <strong>Chinigua</strong> en Venezuela, las Antillas y Mesoamérica<br />

Como se ha evidenciado en el cuadro 1, en las diversas versiones recogidas<br />

todas estas entidades mitológicas de Venezuela (<strong>Chinigua</strong>,<br />

Masisikiri, Matitikire, Amariwak y Pulowi), de las Antillas Mayores<br />

(Ciguapa), y de Mesoamérica (Siguanaba, Cegua, Chilca, Chilica o Chirika<br />

y Xtabai) son representaciones locales de esa dialéctica sexual de la cual<br />

son portadoras culturalmente las mujeres y que, pueden aparecer<br />

transfiguradas en mujeres espectrales, fundidas y confundidas unas con<br />

otras. <strong>La</strong>s diferencias entre unas y otras son mínimas, algunas son de<br />

estatura muy pequeña y otras de talla normal. Todas son malvadas y se<br />

muestran comúnmente de noche bajo la misma apariencia y con


propósitos análogos, si bien con las diferencias ajustadas de cada país o<br />

región. Algunas son deformes, pues tienen los pies al revés, otras no<br />

poseen esta deformidad.<br />

Posibles correlatos guayaneses de la <strong>Chinigua</strong><br />

Aparte del ya mencionado Matitikiri trío surinamés, tierra adentro por<br />

Suramérica entre las etnias amerindias de la Amazonía nororiental, el<br />

personaje mítico cuya representación recuerda más a la <strong>Chinigua</strong> es una<br />

criatura protectora de los bosques que también poseía los pies volteados<br />

hacia atrás, conocido entre las etnias de filiación lingüística Tupí como<br />

Kurupyra, Kurupira y Korupira (Barbosa Rodrigues 1890: 3), Caapora,<br />

Cupira o Curupíra, reportada también en distintos puntos del territorio<br />

venezolano bajo el nombre español de El Salvaje (Pollak-Eltz 1985: 31). Su<br />

existencia fue descrita por primera vez en 1556, por el jesuita José de<br />

Anchieta Llarena (1876-1877: (1): 303-304). Basado en la descripción de<br />

Anchieta, Métraux (1979:50) lo identificó como una especie de duende del<br />

bosque, protector de la caza y, en general, bastante mal dispuesto con<br />

respecto a los hombres, y que camina con los pies al revés, causando<br />

confusión entre quienes observan su rastro. Por su parte, Barbosa<br />

Rodrigues (1890: 3, 4, 5) lo identifica como la “Madre”, del bosque y de<br />

sus animales, así como de ciertos cuerpos de agua, identificación<br />

femenina que también hacen otros autores (Zerries 1954:13, 1961:304-<br />

305, Murphy 1958: 13-19), rasgos todos que plantean una interesante<br />

afinidad con la <strong>Chinigua</strong> margariteña, la Ciguapa dominicana y la<br />

Siguanaba mesoamericana, en síntesis, una bienhechora y proterva<br />

mujer arquetípica, devoradora de hombres, que, por un lado hace el bien<br />

al salvaguardar los recursos naturales y, por el otro, castiga devorando a<br />

aquellos que devastan la selva. Afinidades como estas fueron las que<br />

condujeron a los investigadores antillanos a plantear una posible fuente<br />

Orinoco-amazónica original de la versión antillana, asociado a la<br />

expansión Arawak por el arco insular.<br />

Origen de la <strong>Chinigua</strong><br />

Antropológica 114<br />

Debido a la amplia difusión de nuestra protagonista <strong>Chinigua</strong> y<br />

aquellas de sus congéneres con pies volteados, la determinación de<br />

origen(es) común(es) es bastante problemática, especialmente si se<br />

considera que pese a su aparente singularidad también hay algunas<br />

analogías con el panteón mítico europeo y asiático (Ayala <strong>La</strong>fée-Wilbert y<br />

Wilbert, s/f-b, en prensa). Por esta razón, en principio no debería<br />

descartarse el argumento expuesto por Gillin (1951: 106), según el cual<br />

53


54 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

existe un sustrato en las creencias populares de un número de tipos de<br />

entes sobrenaturales que pueden personificar mezclas del español<br />

medieval y nativos originales, donde podría existir cierta confluencia de<br />

personajes, y adición o fusión de rasgos, reinterpretados en nuestro<br />

continente en tiempos poscontacto, y difundidos regionalmente por la<br />

Cuenca del Caribe por españoles, hispano-mestizos, e indígenas, estos<br />

últimos trasladados forzosamente como mano de obra, agentes que<br />

involuntariamente se habrían convertido en difusores de una naciente<br />

cultura popular mestiza. Por ello, autores como Bierhorst (1990: 173)<br />

comentan que la credibilidad en este tipo de espíritus traspasa la frontera<br />

entre la cultura indígena y la no indígena, especialmente en zonas como<br />

Mesoamérica, en donde la gente pese a haber sufrido grandes fuerzas<br />

aculturativas continúan reportando apariciones de criaturas sobrenaturales<br />

con esas influencias, entre éstas la figura de esta categoría de<br />

mujer-espíritu, identificada como “<strong>La</strong> Tentadora”, rememorándose así<br />

también los influjos del catolicismo.<br />

Pero por otra parte, se puede plantear que si bien habrían coincidencias<br />

a ambos lados del Atlántico (como también las hay registradas<br />

para mitos universales como el diluvio), otra posibilidad es que tuviera<br />

génesis amerindia prehispánica, probablemente en Mesoamérica, ya que<br />

es allí donde aparece registrada con más frecuencia, compartida por la<br />

mayor diversidad de grupos, y trasladada luego al norte de América del<br />

Sur y a las Antillas. <strong>La</strong> dispersión de la imagen <strong>Chinigua</strong> mesoamericana<br />

(Siguanaba, Cegua, Chilca, Chilica o Chirika y Xtabai), pudo haber<br />

ocurrido en tiempos anteriores a la conquista, por lo que, como en el caso<br />

de los Chortí-Maya (supra), ambos fenotipos prevalecieron en el Caribe<br />

como, de hecho, aún lo hacen en la actualidad.<br />

<strong>La</strong> avanzada destreza marítima en Mesoamérica fue documentada por<br />

el Almirante Colón, quien interceptó una gran embarcación de comercio<br />

maya, al norte de Honduras, la cual llevaba a bordo, además de una<br />

tripulación de 25 hombres y algunas mujeres y niños, una carga de mercancía<br />

maya o azteca (Morison 1942: 395-396). Otras referencias escritas<br />

podrían aludir al uso de esas artes de navegación para acceder a las<br />

antillas Mayores. Según Juan Díaz (op. cit: 1942: 69), los Maya de<br />

Yucatán informaron al fraile de ciertas personas en una isla, a “diez días<br />

en curiara” (aproximadamente 500 km.) de sus tierras, que lucían como<br />

españoles, quienes usaban barcos, ropa, y armas como hacían ellos.<br />

Ahora bien, esa distancia de días en curiara fue la misma que, en 1543,<br />

los Taino de la Española o Jamaica señalaron a Colón entre ellos y la<br />

gente que habitaban en tierra firme una tierra hacia el suroeste, es decir<br />

hacia la región de Yucatán (Beckwith y Farina 1990: 233).<br />

Sugerencias en cuanto a la modalidad de esta distribución incluyen,<br />

además del contacto directo por tierra o mar para fines de comercio y,


Antropológica 114<br />

posiblemente, de guerra, sobre lo cual hay indicios de carácter etnológico<br />

en la difusión de rasgos culturales mesoamericanos de origen Maya y<br />

Azteca, en el norte de Sur América y a lo largo del Caribe (Acosta Saignes<br />

1950: 3-48, 1961: 93-120, Sanoja 1982: 92, 96, Zucchi 1988: 499, Peck<br />

2008: 4-6). Mucho más hacia el sur, por la vía terrestre, autores como<br />

Lévi-Strauss (1961: 238) han planteado que en materia de temas y<br />

personajes míticos también grupos como los Tupí presentan “ciertas<br />

afinidades obscuras con los aztecas”.<br />

Ahora bien, es muy difícil, si no imposible, explicar la actual distribución<br />

del mito que nos ocupa, entre Mesoamérica y la Isla de Margarita,<br />

o determinar la direccionalidad, rutas, modo y tiempo en el cual pudo<br />

extenderse. Sin embargo, es posible sugerir algunas hipótesis sobre este<br />

tema: 1) Que las influencias del mito estén vinculadas a la expansión<br />

neomongoloide desde Mesoamérica pasando por el Norte de Sur América<br />

hasta llegar a la Isla de Margarita; y 2) Siguiendo esta misma ruta, una<br />

vez en Sur América, a la región amazónica, y de allí hacia la costa<br />

nororiental venezolana hasta la Isla de Margarita y las Antillas. Estas<br />

migraciones humanas durante los períodos meso y neoindio (ruta<br />

genética tardía) están evidenciadas en el marcador genético Dia (<strong>La</strong>yrisse<br />

y Wilbert 1999: mapa 1).<br />

Trascendencia simbólica de <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> y sus correlatos<br />

Agrupando unas y otras figuras dentro de la misma categoría de seres<br />

míticos, el área de distribución de criaturas con pies volteados hacia atrás<br />

en Mesoamérica se fusiona con el área de distribución de Curupíra en el<br />

extremo occidental de la Amazonía y del norte de Sur América, en un<br />

dominio territorial como el que hace más de un siglo planteó Barbosa<br />

Rodrigues (1890: 3):<br />

Dos Nahuas passou aos Karaibas e d’estes aos Tupis e<br />

Guaranis. Parece ser una das divinidades secundarias sujeitas a<br />

Tlaloc. Como as que presidiam os ventos, as chuvas, a<br />

abundancia, o milho, as montanhas, havia tamben a que<br />

presidia e protegía as florestas. Por Venezuela, pelas Guayanas,<br />

pelo Perú e pelo Paraguay estendese o dominio do Korupira: vae<br />

do Karaiba até o Guaraní.<br />

Así, la <strong>Chinigua</strong> guaiquerí con sus pies volteados hacía atrás, podría<br />

haberse nutrido del prototipo Curupíra, para simbolizar una parte de su<br />

calidad letal fundamental, que es el castigo a la devastación del entorno<br />

ambiental. Intrínsecamente, como en el caso de la depredación natural,<br />

donde esencialmente no existen sentimientos éticos ni morales en sus<br />

55


56 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

persecuciones, la <strong>Chinigua</strong> guaiquerí simplemente andaría a la caza de<br />

hombres quienes, potencial o intencionalmente, desperdiciaban los<br />

recursos del entorno natural (sobrevivencia del medio ambiente). De interés<br />

suplementario sería la diferencia básica formal con ese hipotético<br />

prototipo primario guayanés, que es de estatura baja ya en tiempos<br />

prehispánicos; la <strong>Chinigua</strong> con la estatura normal de una mujer, es la<br />

<strong>Chinigua</strong> contemporánea, cazadora de hombres infieles, quizás una<br />

variante de origen poscolombino.<br />

<strong>La</strong> transformación sufrida por la <strong>Chinigua</strong> original, que pasó de ser un<br />

ente femenino que poseía las características físicas, éticas y morales de<br />

Curupíra, suerte de duende protector de la fauna y flora, a una mujer<br />

seductora de hombres, reguladora de actos de intemperancia, lujuria e<br />

infidelidad, pudo darse en el transcurso de contactos y procesos de<br />

aculturación durante el régimen misional cristiano, variando así la<br />

función ancestral del personaje amerindio y, al mismo tiempo, atando al<br />

mito los valores morales de fidelidad conyugal y autocontrol sexual<br />

impuestos por los europeos, producto sincrético en cuya conformación<br />

influirían ideas del fabulario clásico medieval europeo. <strong>La</strong> importante<br />

influencia del catolicismo en las Antillas y Mesoamérica, no sólo entre los<br />

descendientes de los indígenas sino también de los africanos, insinúa que<br />

esta resemantización se produjo de manera similar también entre algunos<br />

de sus correlatos.<br />

En una dimensión mito-simbólica la <strong>Chinigua</strong> y sus correlatos se<br />

perfilan como variantes locales de una entidad espiritual femenina<br />

precolombina, “Dueña” 14, con rasgos duales, a la vez creadora y destructiva,<br />

deseada y temida, que podría estar relacionada con figuras mitológicas<br />

protectoras de los recursos ambientales, pero además reguladora de<br />

las normas morales fundamentales de su sociedad. Tanto en Venezuela,<br />

las Antillas y Mesoamérica, la existencia de entes femeninos de contenidos<br />

tétricos podría explicarse culturalmente por la extensión de una misma<br />

tradición, adaptada con mayores o menores variaciones localmente, o<br />

como la combinación de simbolismos desarticulados aunque afines de<br />

distintas tradiciones sacras precolombinas. En éstas una mujer, era<br />

dispensadora del bien y del castigo ante infracciones en el orden de las<br />

relaciones con el ambiente o entre los géneros<br />

Es posible que durante la Colonia, con la imposición de elementos<br />

religiosos cristianos, de marcado carácter patriarcal, la figura femenina<br />

haya perdido parte de sus dominios de acción, convirtiéndose tan solo en<br />

un ser perverso y dañino, sexualmente provocador imagen que, desde la<br />

14 En el español coloquial del interior de Venezuela así como el hablado por algunos grupos<br />

indígenas, la categoría “dueño” alude a una entidad sobrenatural que posee o protege<br />

determinados parajes o elementos del ambiente.


óptica de la cultura católica y española se relaciona con la tentación y lo<br />

pecaminoso. De esta manera, ese –mujer-espíritu, tal vez originalmente<br />

una deidad dentro del sistema tradicional indígena comenzaría a percibirse<br />

como agente del pecado.<br />

Sumida así en un proceso de descomposición y recomposición, la<br />

<strong>Chinigua</strong> se desmitifica y aleja de sus orígenes para llegar al presente<br />

transformada en ente terrorífico y fantasmal que valiéndose de la arrolladora<br />

hermosura de una mujer embruja a los hombres conduciéndolos a<br />

la enfermedad, la locura y la muerte.<br />

Conclusión<br />

Antropológica 114<br />

Sería etnocéntrico y simplista de nuestra parte interpretar la función<br />

sociocultural de la <strong>Chinigua</strong> básicamente como un mecanismo subliminal<br />

para controlar el comportamiento moral de los hombres de las variadas<br />

culturas que aceptan su existencia, funcionalidad que probablemente<br />

deriva de cinco siglos de dominio cristiano y occidental, y que encubre<br />

antiguos significados que remiten tanto en Venezuela, las Antillas y<br />

Mesoamérica a la fertilidad y a la vida (<strong>La</strong>ra Martínez 1996: 367,<br />

Rodríguez 2009: 248). En el área Amazónica la imagen arquetípica: mujeres<br />

hermosas, que atraen a sus víctimas, hombres que transgreden<br />

normas referidas al aceptado manejo del ambiente y la conducta moral,<br />

castigándolos y aterrorizándolos hasta enfermar o morir, transformándose<br />

ellas mismas en esqueletos.<br />

Desde el punto de vista espacial, este personaje mítico en particular<br />

pareciera estar restringido a la llamada “área circuncaribe” que comprende<br />

las Antillas, los países meridionales de América central y<br />

Venezuela, y hacia el sur hasta las Guayanas, siendo impreciso su<br />

dominio hacia el interior. <strong>La</strong>s personificaciones en los variados mitos son<br />

diversas, pero en su contenido son análogas y reiterativas, revelando un<br />

mecanismo ingénito de las culturas autóctonas, pese a su multiplicidad y<br />

distancia.<br />

Ese conjunto de analogías con la <strong>Chinigua</strong> margariteña, nos dice no<br />

sólo que efectivamente tiene raíces aborígenes sino que en la época<br />

precolombina este espíritu ancestral guaiquerí tuvo probablemente el<br />

mismo simbolismo y significado de “Dueña” de los recursos ambientales<br />

y de las normas morales fundamentales de su sociedad. Así lo percibimos<br />

en uno de los testimonios arriba expuestos: “Castiga a los hombres que<br />

no cuidan sus sementeras… Por eso ando vigilante con mi siembra y mis<br />

animales” (Miguel Marín, guaiquerí de Pedro González, año 2008).<br />

Para el Guaiquerí, la lucha por la tierra fue esencial; la defendió<br />

porque representaba uno de los lazos primordiales con su memoria<br />

histórica (Ayala <strong>La</strong>fée-Wilbert y Wilbert s/f-a, en prensa). No hay<br />

57


58 <strong>La</strong> <strong>Chinigua</strong> guaiquerí y sus pares mesoamericanas y caribeñas<br />

continuidad étnica sin tierra, ni a la inversa, tierra sin identidad étnica.<br />

Ser pescador-campesino-guaiquerí sin tierra, equivalía al menoscabo del<br />

significado de la tradición.<br />

Pero además el hecho que se conserve la evocación de la <strong>Chinigua</strong> en<br />

la vida cotidiana margariteña así como en áreas del Estado Sucre<br />

colindantes, antiguos territorios guaiquerí, refuerza la idea de que este<br />

importante elemento del imaginario se suma a otros elementos etnológicos<br />

que evidencian la identificación de este colectivo como amerindios,<br />

y más concretamente como guaiquerí, una identidad que no pocas veces<br />

es cuestionada dada la más evidente penetración de rasgos culturales<br />

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