Molero, Norma Haydee - Universidad Nacional de Mar del Plata

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V JORNADAS
sobre “La Formación del Profesorado:
docentes, narrativas e investigación educativa”
inventadas para ese fin y, por lo tanto, requieren de condiciones especiales para su
concreción. Esto supone que la evaluación está presente en todos los momentos del
proceso didáctico y que, entonces, tendremos que seleccionar la forma más conveniente
para llevarla a cabo, de acuerdo al fin que perseguimos en cada instancia. En el
comienzo del ciclo lectivo o al iniciar una unidad temática es necesario conocer las
ideas previas, las representaciones o los estereotipos que los estudiantes poseen sobre
las cuestiones que vamos a enseñar, como así también, si nuestros estudiantes disponen
de los prerrequisitos necesarios para abordar los nuevos contenidos.
La información a recoger abarcará no sólo conocimientos conceptuales en
aproximación del tema en cuestión, sino también las actitudes, hábitos y estrategias que
pone en juego el estudiante frente al conocimiento y las expectativas que presenta
respecto del mismo. Con la información recogida de este diagnóstico, el docente podrá
establecer la forma y el grado de profundidad con que se enseñarán los próximos
contenidos, evitando equivocaciones. Es muy relevante este aspecto a considerar, por lo
que muchos pedagogos han hecho referencia:
La evaluación que se realiza durante el proceso y antes de que concluya, denominada
formativa, tiene como finalidad obtener información para contribuir a la mejora pedagógica sólo si la
entendemos desde la perspectiva informal con fines formativos, realizada por los profesores dentro de las
prácticas habituales de trabajo y de seguimiento de tareas (…) en un clima de fluida comunicación, donde
es posible conocer directamente al estudiante sin tener que aplicarle exámenes desligados del trabajo
normal para comprobar sus adquisiciones, carencias, posibilidades, etc. (Gimeno Sacristán 1997).
Este tipo de evaluación brinda a los docentes un concepto más integrador de
los aprendizajes porque con ella tenemos la oportunidad de considerar todos los
elementos de la producción realizada por el estudiante. Su función es dar cuenta del
logro de un aprendizaje significativo. Por último, la evaluación sumativa es aquella que
nos permite determinar niveles de rendimiento. Se caracteriza por su relación con la
acreditación y pone la mirada sobre el final del proceso, o sea el producto. En realidad,
no parece pertinente afirmar que unas formas de evaluación sean superiores a otras. La
elección debemos hacerla teniendo en cuenta para qué evaluamos en cada oportunidad,
qué pretendemos evaluar y cuál de las formas disponibles es la más adecuada para ese
fin. El contenido a ser evaluado debe representar una muestra significativa del que
abarca una unidad didáctica. En este aspecto, el instrumento debe constituirse en la
observación de éxitos y dificultades en el desempeño del estudiante.