Red de Investigación - Extensión en Filosofía latinoamericana
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II. Hasta hoy no se sabe bien si después de tantos avatares históricos el pensamiento de habla hispana ha adquirido por fin su carta de madurez. Su reconocimiento por ese famoso espíritu que en su despliegue --para decirlo a modo hegeliano-- guía los destinos de los pueblos y, en consecuencia, al de los simples hombres de carne y hueso; que los guía, sí, pero aún no se sabe exactamente hacia dónde. Tal vez este es el misterio profundo de la astuta razón. Como menos se sabe si en ese horizonte de libertad como hilo conductor de su movimiento, tarde o temprano nos toparemos con un futuro en el que se materializaran por fin las eternas promesas de una civilización que por hoy no acepta sus errores y sus horrores. Lo que se sabe es que hoy el español es reconocido como europeo. Que España ha dejado de ser una realidad meta-europea y parte de una línea imaginaria que separaba a Europa de África. El español, al igual que todos los demás miembros de su especie ibérica, forma parte ya del enjambre de pueblos que conforman hoy a esa cosa indeterminable que es la Comunidad Económica Europea. Es decir, se ha incorporado a una realidad en la que el vacío, como en los viejos tiempos de la cultura barroca, es visto como inaceptable por ser considerado un error metafísico. Existe ya, pues, un reconocimiento formal. Mismo que en la medida en que se agreguen más naciones a ese proyecto comunitario de mayores importancias económico-políticas sobre cualesquier otra, hará imposible saber qué es exactamente la cultura europea y al sujeto que la sustenta. Pues en ese espacio que no acepta al vacío como parte de su estrategia geopolítica, todo cabe y todo es posible. Las enormes diferencias histórico-culturales pasan así de golpe a ser pensadas solamente como cuestión de matiz. Pero de seguir las cosas en esta trayectoria lo mas seguro es que - -en su devenir este nuevo giro que adquiere el espíritu que hoy camina a contracorriente de todo lo que afirmó Hegel al respecto de su movimiento y destino--, tengamos que hacer un nuevo intento por comprender a este nuevo cambio de perspectiva histórica. Lo que al 84
parecer quiere hoy el espíritu es enderezar las cosas. Enderezar las fatales torceduras y equívocos históricos que produjo en su despliegue la civilización occidental. Por esto hoy en este nuevo renacer del espíritu todo empieza nuevamente en la punta ibérica. Lo que se cerró fue el ciclo histórico que abrió 1492. En su visión fue esto lo que intuyo la generación del 98’. Y lo que alcanzó a husmear pues las densas nieblas del tiempo no le dejaban hacer otra cosa, que el nuevo tiempo que abre el siglo XX era, en la medida en que no se enderezaron las cosas, una extensión de la violencia real y simbólica de la cultura de hierro del siglo XIX. Y esto incluye a sus duras filosofías. Pero ahora el nuevo recorrido del espíritu ha comenzado ya y lo que se entiende es que en su nuevo andar dialéctico se espera la feliz realización de una gran síntesis histórica. Pero lo que define a este nuevo espíritu es que su caminar es otro y muy diferente. Pues este, si bien cangrejea como el otro, ahora va de Occidente a Oriente. Si queda por ahí algún español que no sea la expresión de un espíritu desgarrado; un español que al pretender ser europeo a carta cabal, que al querer ser radicalmente cosmopolita, no proclame sus pasiones y reclamos localistas, regionalistas o nacionalistas, será el único que supondrá sin tapujos de ninguna especie, que el espíritu ha echado reversa y una vez que ha concluido el repliegue sobre sí mismo, esto es, con lo que pensó de sí y de su circunstancia las generaciones del 98’ y del 14’, pero sobre todo con la experiencia histórica de Europa a lo largo del siglo XX, siglo en el que, querámoslo o no España tuvo un papel protagónico de gran importancia, por el momento él ya no querrá saber nada ni de la América del Norte ni de la América del Sur. Al parecer en esta dura batalla Marco Polo triunfa al final sobre Cristóbal Colón y sobre El Quijote. Será ese español el mismo que en su autoconciencia afirmará que este nuevo recorrido del espíritu comienza con la muerte del Caudillo. En el momento en que muere el Uno como amo y señor absoluto, cuando muere como dictador. Cuando desaparece como un ser que ha tenido que negarse a sí mismo en lo que ha representado para la historia: una dictadura que al negar la libertad de España negaba al español como un ser libre, es decir, 85
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