Núm. 25 - Marzo-Abril 1957 - Fábrica Nacional de Moneda y Timbre

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30.05.2013 Views

J A I M E L L U I S Y N A V A S - B R U S I resultaría que la iberización de la Meseta empezaría ya en el eneolítico U), lo que contribuiría a explicar una fusión de viejo origen, ya desarrollada y quizá bastante homogeneizada en el periodo histórico en que se empezó a utilizar la moneda. Su presencia en la Península es uno de los problemas más oscuros y cuyas soluciones resultan más hipotéticas. Para Bosch Gimpera no existieron en His- pania. Su pretendida presencia procede de un error de los autores griegos. En tal caso, el problema desaparecería por inexistente. Para Schulten, representan la primitiva población peninsular, arrinconada por celtas e iberos. Vendrian a ser los aquí calificados de precamitas. Gómez-Moreno los considera una invasión indogermánica en la Edad del Bron- ce, extendida en el Norte Cántabro y la Meseta superior. Si! poca aparente influen- cia sobre la antropología peninsular se explicaría, en tal caso, por ser una invasión cultural o haber matizado a posteriori lo que hemos entendido por precamitas, fundiéndose con sus características, y por eso no perturban nuestros puntos de vista (2). En pro de su tesis, Gómez-Moreno aduce que la esvástica y lengua ligures parecen indoeuropeas (3). Dentro de la oscuridad de la cuestión y poco concluyente de los argumentos, de ser cierto el indogermanismo lingüístico explicaría el punto de vista de Caro Baroja sobre el posible origen indogermano del término monetario salir (identificado con plata) (4). ¿Constituyeron los tartesios una invasión étnica o una superposición cul- tural? Gómez-Moreno se inclina por la segunda solución, pues las leyendas y defen- sas amuralladas le parece prueban se trataba de una organización frente a bár- baros dominados (5). Efectivamente, sin ser argumentos definitivos, inclinan hacia esa solución, pero además la antropología no parece mostrarnos un área étnica coincidente con la dominación política tartesia (6). Con todo, cabe que la fusión se realizara más adelante, por los movimientos de pueblos del Medievo, e incluso por cierta constante ((migración invisible)) de los norteños hacia el Sur, de los ((foramontanoso. Cabe incluso fueran invasiones mediterráneas sin grandes dife- (1) VBanse las observaciones de PERICOT, en la 0b. cit., phg. 264. (2) Estas observaciones hacen referencia al alcance general de la teorla. En otro lugar nos referimos a las tesis de G~MEZ-MORENO ~0bie 10s ~usC~~OS. (3) G~MEZ-MORENO: Miscelóneas, t. 1, Madrid, 1949, phg. 37. (4) J. LLUIS: Acotaciones ..., p4g. 52 y sig. (5) G~UEZ-MORENO: Ob. cit., phg. 34 Y 56. (6) T6mese esta afirmación con las salvedades hechas anteriormente.

LA LENGUA DE LAS MONEDAS IBÉRICAS rencias étnicas con los antiguos pobladores, algo así como hizo el elemento bereber en sus oleadas durante la Reconquista (1). Un cambio cultural tan diferenciado cual el tartesio, no parece posible sin. movimientos de pueblos. La arqueología parece confirmarlo; pero esto no resuelve su trascendencia antropológica y numismática, e inclusa el aspecto cultural pre- senta muchos problemas. Quizá influyera en la diferencia entre la numismática de la costa norte y sur de nuestra costa medilerránea, pero es difícil opinar, por influir otros elementos en nuestra moneda, y de la importancia de los fenicios y cartagineses. Philipon, basándose excliisivamente en la toponimia, consideró indoeuropeos a los tartesios e iberos, diferenciándolos completamente entre sí, y supuso que en momentos diferentes ocuparían toda la Galia, pero los tartesios llegarían de Africa y ,\sia por mar y los iberos desde Europa (2), y los extiende incluso por Alemania occidental e Italia. Su tesis se presta a múltiples objeciones; se basa en vocablos de dudoso iberismo, amén del peligro de (cconvergenciass y neologismos, en apoyos exclusivamente toponímicos, y arqueológicamente esta expansión ibérica sólo parece relacionable con la del vasco campaniforme (31, cuyo origen, además, parece peninsular o africano, y posiblemente fue más de una cultura que de una raza. Su distinción antropológica entre iberos y tartesios y el indo- germanismo que lcs atribuye, carcccn de sólido fundamento. La causa de su tesis parece ser lo mucho que ignoramos de la lengua ibérica, y es oscurísimo el viaje traseuropeo de los iberos, así como el punto en que fija su área y origen. Además, razas y lenguas no tienen siempre las mismas áreas, y sería dificil relacionar esta expansión con la antropología. En la medida en que pudiera haber algo de cierto en esto, explicaría que los celtas se iberizaran algo en su camino hacia la Pen- ínsula y ello pudo matizar sus formas culturales y lingüísticas, incluso monetarias, en la IJeninsula. IbIonctariamcntc, no sc le conocerían más efectos que el uso del jinete en el sur de Francia, explicable también por una expansión mas ((moderada* de los iberos. Es problemática la importancia antropológica de los celtas en España y su papel en la formación de los celtíberos. Los datos arqueolÓgicos, culturales y antropológicos no coinciden siempre. El nombre de los celtíberos implica un ca- rácter mixto, pero esto no permite decidir de antemano el papel de ambos elemen- tos en cada caso y tribu, si bien una cierta identidad fenomenológica contribuirían a la identidad de calificación. Posiblemente, se trata de celtas superpuestos a afri- canos que, en más o menos grado, perderían conciencia de sil personalidad, y des- (1) VBase C. E. DURLER: Uber Berbersiedlungen auf der iherischer Halbinsel, en ~Romanica Helvetica,, XX, phg. 182-196. (2) Les peupl~s primiiifs de 1'Europe méridionale, Paris, 1925, phg. 151 y sig. (3) HVBERT: Los cellns y In ezpansi6n céltica hnsla la Cpoco de Ln Ttne, Barcelona, 1941, phg. 107 y 385.

J A I M E L L U I S Y N A V A S - B R U S I<br />

resultaría que la iberización <strong>de</strong> la Meseta empezaría ya en el eneolítico U), lo que<br />

contribuiría a explicar una fusión <strong>de</strong> viejo origen, ya <strong>de</strong>sarrollada y quizá bastante<br />

homogeneizada en el periodo histórico en que se empezó a utilizar la moneda.<br />

Su presencia en la Península es uno <strong>de</strong> los problemas más oscuros y cuyas<br />

soluciones resultan más hipotéticas. Para Bosch Gimpera no existieron en His-<br />

pania. Su pretendida presencia proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> un error <strong>de</strong> los autores griegos. En tal<br />

caso, el problema <strong>de</strong>saparecería por inexistente.<br />

Para Schulten, representan la primitiva población peninsular, arrinconada<br />

por celtas e iberos. Vendrian a ser los aquí calificados <strong>de</strong> precamitas.<br />

Gómez-Moreno los consi<strong>de</strong>ra una invasión indogermánica en la Edad <strong>de</strong>l Bron-<br />

ce, extendida en el Norte Cántabro y la Meseta superior. Si! poca aparente influen-<br />

cia sobre la antropología peninsular se explicaría, en tal caso, por ser una invasión<br />

cultural o haber matizado a posteriori lo que hemos entendido por precamitas,<br />

fundiéndose con sus características, y por eso no perturban nuestros puntos <strong>de</strong><br />

vista (2). En pro <strong>de</strong> su tesis, Gómez-Moreno aduce que la esvástica y lengua ligures<br />

parecen indoeuropeas (3). Dentro <strong>de</strong> la oscuridad <strong>de</strong> la cuestión y poco concluyente<br />

<strong>de</strong> los argumentos, <strong>de</strong> ser cierto el indogermanismo lingüístico explicaría el punto<br />

<strong>de</strong> vista <strong>de</strong> Caro Baroja sobre el posible origen indogermano <strong>de</strong>l término monetario<br />

salir (i<strong>de</strong>ntificado con plata) (4).<br />

¿Constituyeron los tartesios una invasión étnica o una superposición cul-<br />

tural? Gómez-Moreno se inclina por la segunda solución, pues las leyendas y <strong>de</strong>fen-<br />

sas amuralladas le parece prueban se trataba <strong>de</strong> una organización frente a bár-<br />

baros dominados (5). Efectivamente, sin ser argumentos <strong>de</strong>finitivos, inclinan hacia<br />

esa solución, pero a<strong>de</strong>más la antropología no parece mostrarnos un área étnica<br />

coinci<strong>de</strong>nte con la dominación política tartesia (6). Con todo, cabe que la fusión<br />

se realizara más a<strong>de</strong>lante, por los movimientos <strong>de</strong> pueblos <strong>de</strong>l Medievo, e incluso<br />

por cierta constante ((migración invisible)) <strong>de</strong> los norteños hacia el Sur, <strong>de</strong> los<br />

((foramontanoso. Cabe incluso fueran invasiones mediterráneas sin gran<strong>de</strong>s dife-<br />

(1) VBanse las observaciones <strong>de</strong> PERICOT, en la 0b. cit., phg. 264.<br />

(2) Estas observaciones hacen referencia al alcance general <strong>de</strong> la teorla. En otro lugar nos referimos<br />

a las tesis <strong>de</strong> G~MEZ-MORENO ~0bie 10s ~usC~~OS.<br />

(3) G~MEZ-MORENO: Miscelóneas, t. 1, Madrid, 1949, phg. 37.<br />

(4) J. LLUIS: Acotaciones ..., p4g. 52 y sig.<br />

(5) G~UEZ-MORENO: Ob. cit., phg. 34 Y 56.<br />

(6) T6mese esta afirmación con las salveda<strong>de</strong>s hechas anteriormente.

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