Núm. 25 - Marzo-Abril 1957 - Fábrica Nacional de Moneda y Timbre

J A I M E L L [
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S Y N A V A S - B R C ' S I
La Península, rodeada en casi loda su periferia por mar. y a1 riorte separada
por la cordillera pirenaica, tiende a constituir una unidad geográfica e histórica
muy determinada. Territorio además montañoso, tiende también a contener
subdivisiones internas. Al mismo tiempo, toda la parte oriental de sus costas
aparece bañada por las aguas mediterráneas.
De ahí deriva que la geografía facilite unas tendencias en cierto aspecto contrapuestas,
y que prcponderan alternativamente, salvo cuanílo se llega a soluciones
armónicas. La unidad general facilita la tendencia a la constitución de unidades
culturales y políticas (área del alfabeto ibérico, de la moneda del jinete, diócesis
de Hispania en la división de Diocleciano, reino visigodo, califato de (:a
separado de Hagdad, unión española). I,a compartimcntación dificulta a vcccs
que estas áreas ocupen toda la Pe~iinsula e incluso perniitc la aparición de tendcricias
centrífugas (reinos de taifas, lugares donde no llega la moneda del jinete, etc.).
Otras veces surgen tendencias armónicas (en lo cultural, el área del jinete, con diversidad
de epígrafes que implican una autonomia acuñadora; en lo más moderno,
la estructura de España en el Siglo de Oro, con una monarquía común respetuosa
con las internas particularidades locales). Por eso, en tiempos modernos,
se han registrado sucesos histórico-políticos en áreas peninsulares con evidente
paralelismo con lo acaecido en la Edad Antigua (coincidencia del Estado Español
más Portugal, con el área de poblamiento de los antiguos camitas y precamitas).
Naturalmente, los españoles del Siglo de Oro no podían tener un sentido de la
nacionalidad basado en un racismo si arqueológico^^ (l), cuando la prehistoria aun
no había nacido (aun cuando algo sintieron vagamente, según muestra la leyenda
de Tubal, fruto sea de un vago recuerdo del pasado, o de una sreconstrucción))
derivada del sentimiento de una comunidad humana diferenciada de las demás
desde antiguo). Lo sucedido deriva de la comunidad del marco geográfico, que de
por si contribuye a advertir se constituye un grupo diferenciado del resto de la
humanidad y, además, porque la misma influencia del cuadro geográfico permite
el desarrollo en su seno de elementos de Historia y cultura comunes, que desarrollan
la conciencia de comunidad (religión, luchas contra el Islam, separación
de Europa, etc.). Todo ello explica la coincidencia en la Edad Moderna entre
las tendencias políticas de entonces y el legado prehistórico. Esto no implica
(1) De todos modos, sentían un cierto racismo, aunque determinaran mal sus bases, que se refleja
en las pruebas de limpieza de sangre, no súlo exigidas por la nobleza. sino tatnbi6ii por muchos gremios
laborales. (Véase J. L. Di~z O'NEIL: LOS gremios en la Espda Imperial, hladrid, 1941.) Asimismo, teiilan
un sentido de vieja comunidad histórica y geogrhfica; en cierto sentido, una diferenciacibn cnaciorial~. Lo
que, naturalmente, conocfan peor que nosotros, por el estado del desarrollo de las ciencias que en aquel entonces
era el exacto fundamento d5lcticon de esta comunidad; es decir, la plasmaciún de detalle, mhs que
el criterio general (el principio), era lo que faiiaba.