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actualidad: pisoteados por el PISA<br />
HORA LIBRE 8<br />
Pisados y machacados<br />
Antonio Cantudo<br />
Hace dos años publicamos en esta misma<br />
revista un artículo sobre la celebración<br />
(sic) de las pruebas del informe PISA<br />
que iban a tener lugar en nuestro centro<br />
y en casi todo el territorio nacional.<br />
Pomposamente lo titulamos “Elegidos<br />
para la gloria”, buscando un simple juego<br />
de palabras, más bien cínico, que quería<br />
hacer ver de forma exagerada lo que<br />
realmente se cocía entre los fogones de<br />
aquel infausto examen que los alumnos<br />
que entonces tenían 15 años realizaron en<br />
nuestro centro.<br />
Sería absurdo discutir a<strong>hora</strong> si la prueba<br />
medía verdaderos conocimientos o no, si la<br />
metodología era la más adecuada o si se le<br />
dio la importancia que el acontecimiento<br />
requería.<br />
La cuestión es que, dos años más tarde,<br />
hete aquí que nos vemos a vueltas con<br />
el barro de aquellos lodos. Podríamos<br />
buscar culpables, pero eso ya lo ha hecho<br />
Néstor bastante bien un par de páginas<br />
antes. También podríamos buscar<br />
excusas, pero eso ya lo hace el gobierno<br />
Parece mentira que hayamos<br />
acabado permitiendo que los<br />
alumnos vengan a los institutos<br />
a aprobar las asignaturas, no<br />
a aprender conocimientos.<br />
y la Junta de Andalucía y algunas de<br />
ellas son verdaderamente ciertas y otras<br />
son absolutamente ridículas. No hablo<br />
ya de la ministra de educación o de la<br />
consejera andaluza del mismo ramo, cuyas<br />
declaraciones en los medios hacen sonrojar<br />
al más templado de los mortales. “Esta es<br />
la generación mejor formada de la historia<br />
de España” Mercedes Cabrera dixit.<br />
“Prefiero hacer una lectura positiva de los<br />
resultados” Candida Martínez idem.<br />
Flaco ejemplo dan nuestros mandatarios<br />
cuando emulan a las avestruces y, lo que<br />
es peor, culpan a cualquiera menos a ellos<br />
mismos (nivel cultural o social de los<br />
padres, anafabetismo histórico de nuestro<br />
país, interpretaciones interesadas de los<br />
medios de comunicación, etc) para intentar<br />
esconder lo que resulta evidente para<br />
cualquier hijo de vecino: la educación en<br />
nuestro país va mal. Y digo nuestro país<br />
con cierto recelo porque tal y como están<br />
las cosas, si utilizas la palabra España o el<br />
término nación entonces resulta que se te<br />
ve el plumero de que eres de determinada<br />
corriente ideológica. Bueno, pues un<br />
servidor, o sea, el que firma esta columna<br />
de opinión, está emitiendo la propia y,<br />
aun a riesgo de equivocarme, cosa que,<br />
supongo, ocurre casi todos los días, el<br />
problema nace precisamente de ahí. Me<br />
explico.<br />
En nuestro “entremado” nacional se han<br />
ido acumulando tantos y tantos errores<br />
que ya resulta casi imposible encontrar<br />
el inicio de la madeja. Tenemos una ley<br />
de educación que es interpretada por<br />
cada una de las comunidades autónomas.<br />
Cada una de ellas tiene, como es lógico,<br />
unos gobernantes que velan, pensemos<br />
bien, por el buen funcionamiento de<br />
las instituciones que dirigen. Pero<br />
la ideosincracia de cada una de estas<br />
administraciones y las características<br />
históricas, sociales, culturales, económicas<br />
inclinan la balanza del gasto y de las<br />
preocupaciones hacia uno u otro lado.<br />
En Andalucía, que es la nuestra, como ya<br />
se encarga Canal Sur de recordarnoslo<br />
diariamente, se invierte mucho<br />
menos dinero por alumno que en otras<br />
comunidades. ¿Hemos encontrado la<br />
verdadera razón de nuestra debacle en la<br />
prueba de marras? Pues parafraseando<br />
la famosa frase mejicana “puede que sí,<br />
puede que no, pero lo más seguro es que...<br />
quién sabe”. Las razones de los fracasos<br />
de una relación no sólo están en una de las<br />
partes, suelen estar en todas las partes.<br />
En este caso los políticos a veces parece que<br />
hacen todo lo posible para que estemos al<br />
borde del precipicio, pero no son los únicos.<br />
Resulta todavía increíble que a las alturas<br />
en las que estamos nos encontramos con<br />
aulas semivacias, cuando se convoca<br />
reuniones de padres en <strong>hora</strong>rios no<br />
laborables.<br />
Parece mentira que hayamos acabado<br />
permitiendo que los alumnos vengan a<br />
los institutos a aprobar las asignaturas,<br />
no a aprender conocimientos. A que pasen<br />
por la secundaria o el bachillerato y que<br />
la secundaria y el bachillerato no pase por<br />
ellos.<br />
Choca, a mi por lo menos todavía me<br />
ocurre, que cueste tanto trabajo motivar a<br />
los alumnos para que realicen actividades<br />
que no impliquen una mejora de la nota<br />
o para que se interesen por mejorar su<br />
nivel cultural (se lo dice alguien que<br />
lleva haciendo teatro con alumnos fuera<br />
del <strong>hora</strong>rio escolar casi catorce años o<br />
que cumple en este número diez años de<br />
HORA LIBRE) teniendo en cuenta la<br />
escasez de oferta cultura que existen en<br />
esta ciudad y en tantas otras.<br />
Y creo que voy a dejar lo mejor para el<br />
final, es tremendamente desolador que tan<br />
pocos profesores seamos capaces de entonar<br />
el “mea culpa” y de hacer lo que otros no<br />
saben o no quieren hacer: autocrítica.<br />
No nos engañemos somos culpables de<br />
muchas de las cosas que nos ocurren.<br />
Somos culpables de no plantarnos cuando<br />
nuestros jefes, la administración, incumple<br />
sus propias leyes, somos culpables de mirar<br />
para otro lado cuando vemos que los<br />
compañeros siguen con sistemas de trabajo<br />
de los tiempos de Mario y Sila, somos<br />
culpables de haber permitido el deterioro<br />
de nuestro entorno porque “en ese pasillo<br />
no doy clase”, porque “esos alumnos no son<br />
míos”, porque “los sindicatos están como<br />
están”, porque “los inspectores vienen<br />
de pascuas a ramos”, porque “se transige<br />
en dar clase en otros idiomas sin cobrar<br />
un solo duro de más”, porque “los que se<br />
preocupan por mejorar lo tienen que hacer<br />
por su cuenta y riesgo”, porque “los buenos<br />
cogen el petate en cuanto pueden”, porque<br />
“cuando alguien va y lo hace bien, jamás<br />
recibe un reconocimiento hasta que no se<br />
jubila o se muere”, porque “cuando surge<br />
un problema, todo se arregla creando una<br />
comisión”, porque “si empezamos a pensar,<br />
apaga y vámonos”, y así podríamos estar<br />
ad infinitum.<br />
Los males, los muchos males de nuestro<br />
sistema educativo no comenzaron con<br />
la entrada en vigor de la LOGSE, que<br />
Es tremendamente desolador<br />
que tan pocos profesores sean<br />
capaces de entonar el “mea culpa”<br />
y de hacer lo que otros no saben<br />
o no quieren hacer: autocrítica.<br />
también, aparecieron cuando alguien<br />
descubrió que haciendose el sueco se<br />
llegaba mejor a final de mes, cuando uno<br />
se convierte en un simple “funcionario”, en<br />
el peor sentido de la palabra, preocupado<br />
de salir antes del centro que los propios<br />
alumnos.<br />
Nosotros, los profesores me refiero, no<br />
somos burócratas, nuestra herramienta de<br />
trabajo no son los BOJAs ni los BOEs, no<br />
nos ganamos la vida acarreando ladrillos<br />
o tornillos, ni repasando qué contenidos,<br />
qué procedimientos o qué actitudes, o<br />
como se llame a<strong>hora</strong>, hay que tener ante<br />
tal asignatura. Nuestros “ladrillos” tienen<br />
nombre, se llaman José o Javier o Verónica<br />
o Jessica y tienen entre 12 y 18 años.<br />
Esos “tornillos” que, cuando nos dejan,<br />
tienen que aprender a “enroscarse” en la<br />
universidad o en un taller o en una oficina<br />
o en su propia casa, porque no supimos<br />
girarlos en el sentido correcto, porque no le<br />
pusimos poner el cemento suficiente para<br />
que la pared no se viniera abajo nunca.<br />
Pero tranquilos, no hay que preocuparse,<br />
lo más seguro es que... quién sabe.<br />
HORA LIBRE 9