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La Peor derrota.... El Desaliento - Ondas del Reino

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LA PEOR DERROTA: ¡EL DESALIENTO!<br />

Ps. Diego Arbeláez<br />

"Ya que el Señor Dios me ayuda no me desanimaré; por lo tanto, puse mi rostro como pedernal<br />

para hacer su voluntad, y sé que venceré" (Isaías 50:7).<br />

<strong>La</strong> mayor parte de las gentes son sus propios enemigos, porque se desaniman al primer<br />

tropiezo que encuentran en su camino y en vez de afrontar serenamente las circunstancias<br />

difíciles, confiando en la seguridad de vencerlas, dan entrada en su mente a pensamientos de<br />

temor y desaliento que, como caballo desbocado en cristalería, destrozan en un instante la obra<br />

de largos años de paciente labor. Cuenta la leyenda que un día el diablo puso en venta todas<br />

sus armas de destrucción. Debidamente pulidas y bien presentadas, en una mesa cubierta con<br />

un paño rojo, estaban la envidia, el enojo, los celos, las drogas, el alcohol y todos esos<br />

instrumentos con que el enemigo ha venido destruyendo a la humanidad.<br />

Todas estas armas tenían su etiqueta con su respectivo precio y lo que más llamaba la atención<br />

a los visitantes <strong>del</strong> mercado de las armas destructoras <strong>del</strong> maligno, era un artefacto en<br />

particular que se veía muy gastado, al parecer era el que más usaba el diablo y el que más<br />

valoraba, pues su precio era el más alto de todos. Cuando le preguntaron al diablo por qué era<br />

tan costosa esa arma explicó que ésta era la más eficaz ya que funcionaba perfectamente<br />

donde otras fracasaban. Con ella había logrado perturbar aún a los más osados misioneros, a<br />

los más celosos predicadores y a los más consagrados cristianos. Su nombre: ¡el desaliento!<strong>El</strong><br />

desánimo es espantoso. Cuando estamos desalentados perdemos temporalmente nuestro<br />

sentido de seguridad. <strong>La</strong>s cosas pequeñas se agigantan. Una leve irritación, como una<br />

piedrecilla en el zapato, parece enorme. <strong>La</strong> motivación se escurre y la esperanza se va.<br />

¿Cómo logra el enemigo de nuestras almas desalentarnos? Generalmente usa a las mismas<br />

personas que nos rodean: amigos, familiares, desconocidos y los que no nos quieren. <strong>El</strong>los<br />

dicen algo, o hacen algo, que nos manda el ánimo a los pies<br />

¿Cuántas veces usted habrá dejado de luchar porque otros le han dicho lo que usted no puede<br />

hacer y usted lo ha aceptado sin hacer caso a la persona más importante que es usted mismo?<br />

<strong>La</strong> vida esta llena de desafíos, alternativas y aún catástrofes. Lo grave es que muchas personas<br />

fallan una vez y no vuelven a hacer el intento. Su problema no radica en que carezcan de<br />

dones, su falla es que no tienen un tesón inquebrantable. Los errores ocurren fácilmente, son<br />

inevitables, pero no hay mayor error que el no perseverar. Aún en el abismo más profundo, la<br />

constancia encuentra el camino hacía las alturas.<br />

Muchos perdieron cuanto de más valioso tenían en el mundo, el fruto de toda una vida de<br />

esfuerzo, sacrificio y privaciones; y sin embargo, su valeroso corazón e indomable ánimo les<br />

capacitó para recuperar lo perdido, porque disponían de la inagotable riqueza de su carácter<br />

afirmado. Se puede medir la valía de un hombre por el trabajo que cuesta desalentarlo.<br />

Cada uno es responsable de sus actos. ¿Por qué va a desanimarse usted por lo que hacen o le<br />

dicen los demás? ¿Qué tiene que ver usted con eso? Siga a<strong>del</strong>ante, aunque todo el mundo esté<br />

en contra suya. Usted puede vencer, aunque le pongan dificultades. Continué sin desanimarse,<br />

porque usted es el único responsable de sus actos. ¡No permita que el desaliento lo anule!<br />

Si en estos momentos usted se encontrara junto a una fogata y saltara una chispa a su ropa,<br />

estoy seguro, que su reacción sería quitarla inmediatamente. Actúe de la misma manera cada<br />

vez que le asalte un pensamiento negativo porque no es grande el que siempre triunfa, sino el<br />

que no se desalienta.<br />

<strong>El</strong> hombre triunfador tendrá que dedicarse a una acción tenaz sin desanimarse por los<br />

obstáculos, las críticas, las circunstancias adversas, o lo negativo que los demás piensen, hagan<br />

o digan. Esa energía concentrada hacia la consecución de una meta, atrae enormemente las<br />

oportunidades, las cuales no se dejan atrapar por los que están sin hacer nada, pero se acercan<br />

generosamente a quienes se atreven a atacar, a trabajar fuertemente por conseguir el éxito.


Así que, determínese, propóngase conseguir su ideal sin desanimarse ni echar pié atrás en el<br />

esfuerzo.<br />

Hay que insistir en el poder de la constancia y en los peligros <strong>del</strong> desaliento. Todo está perdido<br />

cuando nos rendimos y dejamos de luchar y de buscar salidas. No hay que dejarse sugestionar<br />

por las actitudes y palabras de desaliento de otros. Siempre existe una solución para cualquier<br />

problema, por más complejo y difícil que nos parezca. <strong>El</strong> poder de Dios que rige el universo<br />

está a nuestro favor. Únase al poder universal de bondad y amor, el poder de Jesucristo y<br />

vencerá todos los obstáculos.<br />

"He notado que todas las personas que han triunfado,<br />

tienen cierta capacidad especial, por lo cual el cansancio casi no les molesta. ¡Eso es algo<br />

maravilloso! Parece que, por el contrario, su placer es devorar trabajo cada día más y más".

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