1er. semestre - Año XXV - aespat

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86 Dr. Enrique Fernández Lópiz • Congruencia. El proveedor de asistencia (sea privado o público) debe saber que una idea básica para que las cosas marchen bien en la institución consiste en “casar” el nivel funcional y las preferencias de los residentes –lo que es preciso evaluar–, con un entorno social adecuado que contribuya al bienestar físico, afectivo y social de éstos, a la vez que dotar de posibilidades para ejercitar el cuerpo y la mente. Se trataría de construir un ambiente “pertinente” a las características de la población asistida. • Posibilidad de agrupabilidad y confidencialidad. Esta opción de unirse y contar los problemas y asuntos cotidianos o privados redunda en una disminución del riesgo de enfermedad, somatizaciones y otras patologías provenientes del estresante efecto de la recolocación y los sucesos vitales traumáticos. 2. CONOCER LA DINÁMICA INSTITUCIONAL No es difícil suponer la existencia de unos mínimos universales dentro de las características de un ambiente residencial acogedor: así, la seguridad, la claridad y la comodidad pueden servir de ejemplo. Del mismo modo se puede convenir que hay componentes socioambientales universalmente deseables como la amabilidad, la cortesía del personal, la atención a las necesidades físicas o una correcta exhibición de las habilidades sociales requeridas para una buena convivencia: saludos, modales, reglas de urbanidad, respeto, etc. Algunos autores como Beattie y Bullock (1964) han intentado dar cuenta de estos comportamientos evaluando aspectos como: la preocupación del personal por las necesidades de los residentes; variables como la libertad de elección permitida a los ancianos por parte del centro; o dimensiones como Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 56, Año 2007 la permisibilidad en el horario de visitas, el grado en que se satisfacen las quejas sobre la comida y las instalaciones, o la opción para abandonar durante un día el centro. O sea, la tolerancia del grupo institucional. Existen, sin embargo, en el terreno institucional otros aspectos más escurridizos del “entorno afectivo”, bien porque son más difíciles de evaluar, bien porque tienen un carácter inconsciente, bien porque pertenecen a la emergencia de comportamientos colectivos enquistados y habituales. En cualquier caso, en toda institución, y las geriátricas no son una excepción, se dan dinámicas grupales que es necesario conocer, que se pueden dividir en dos categorías generales dependiendo de su nivel evidente u oculto, y que se corresponden con estructuras institucionales “manifiestas” o “latentes”, por utilizar términos psicodinámicos. Si lo que prevalece es la “estructura manifiesta”, lo que acontece entonces en la institución es una excesiva rigidez en su funcionamiento, su asentamiento sobre una gran estructura administrativa, una excesiva normativización, liderazgos muy señalados, potentes, y cauces de comunicación claramente definidos, aunque frecuentemente estereotipados y esclerosados. En estas hiperinstituciones predominantemente rígidas el residente suele tener el convencimiento de que no saldrá de allí salvo con los pies por delante. Como previene nuestro estimado y valioso colega Edgardo Rolla (1991: 130) en relación a este punto: “el asunto ha sido descuidado y los llamados albergues geriátricos, tanto privados como estatales, han tomado características de refugios finales y no de viviendas para vivir y para existir sin un plazo preestablecido”. En términos estructurales, la desproporcionada disciplinariedad, organización y sus liderazgos potentes se comportarían metafóricamente como un Superyo esclerótico que diluye las identidades individuales y dificulta el desarrollo de las potencialidades creativas de los miembros y sub-

Ecología Social en Instituciones Geriátricas: La Formación del Equipo Asistencial... 87 grupos de la organización. Son instituciones en las que la autoridad está omnipresente, imponiendo un obsesivo orden e impidiendo la expresión de las necesidades más naturales de sus moradores. Contrariamente, estructural y psicodinámicamente hablando lo “latente” implica la prevalencia del Ello institucional, o sea, el depositario de los deseos inconscientes y fantásticos de sus miembros, que se desbordan y expresan en un encuadre que no contiene los aspectos primitivos, donde no hay una posibilidad de salida operativa a los mismos. Se trataría, en estos casos, de una organización institucional próxima al “laissez faire”: miembros sin autoridad, donde las jerarquías y el orden se encuentran en entredicho y el “principio de realidad” cede frente a un “principio de placer” puesto de manifiesto en la idealización de “ser todos iguales”. En este tipo de dinámica institucional se pierde la capacidad de reflexión y análisis, se confunden deseos e ideales con situaciones posibles y, frente al desconcierto, emergen falsos líderes, personas generalmente con estructuras débiles, excesivamente dependientes de la estructura externa institucional, que actúan pasando a la acción (“acting”) con fugas hacia adelante frente a la amenaza de desintegración personal y colectiva. En este tipo de contexto se produce una proyección masiva al exterior, a la institución y a los componentes de la familia institucional, de todos los elementos de angustia, dificultades, conflictos e inadecuaciones, y emergen líderes, que temporalmente cobran un protagonismo importante y que añadirán una dificultad adicional a las ya difíciles circunstancias que implica todo crecimiento individual y colectivo (Ayerra, 1998: 20). Si se quiere entender la dinámica institucional de los residentes y del equipo asistencial, es necesario tener en cuenta ambas estructuras: la latente y la manifiesta. Por ello, resulta imprescindible a nuestro juicio, la presencia de terapeutas grupales institucionales, que a la vez que desvelan los resortes ocultos del grupo institucional, optimizan y acuerdan estrategias y maneras de solución del clima socio-relacional, tanto en sus aspectos conscientes como inconscientes. Hoy por hoy, una proporción importante de las residencias que hemos tenido oportunidad de visitar, adoptan una prevalencia de lo manifiesto, sin contar con el trasfondo, en tantas ocasiones enquistado, de las dinámicas subyacentes. Los viejos, así, son traídos y llevados según las conflictivas ocultas del Staff, los administradores o los políticos de turno, sin el necesario desvelamiento y aclaración de los elementos ocultos. Este divorcio entre lo administrativo-social y lo psicológico-oculto acarrea malas consecuencias para la saludabilidad de los mayores, su estado de ánimo y sus posibilidades de actuación. Se da, sin más, una súper-estandarización asistencial y organizativa, de corte defensivo, para contener y reprimir lo latente, que demanda gratificaciones de otra índole. Se produce una esfera enmarañada tanto entre los viejos como en el equipo asistencial, conformando un auténtico “sistema enfermante”, sistema en el que la estructura es más importante que las personas. Sería deseable el avance, dentro de las instituciones geriátricas, hacia estructuras que con el tiempo y la experiencia se hagan más flexibles, más permeables y conjuntadas en sus dimensiones realísticas, normativas y de consecución de gratificaciones para sus moradores. La transformación adecuada, en suma, de geriátricos que, como grupos, avancen en una creciente ilusión, con creatividad, donde el proceso de individuación vaya haciendo que el conjunto se instale en el agradecimiento y el respeto mutuo, ideal al que aspiramos todos en cualquier colectividad; instituciones más globales, compuestas por seres humanos y al servicio de los seres humanos, sin el efecto despersonalizador y anómico de muchas de las organizaciones residenciales existentes. Las personas mayores merecen un trato adulto y sano, no Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 56, Año 2007

86 Dr. Enrique Fernández Lópiz<br />

• Congruencia. El proveedor de asistencia<br />

(sea privado o público) debe saber<br />

que una idea básica para que las cosas<br />

marchen bien en la institución consiste<br />

en “casar” el nivel funcional y las<br />

preferencias de los residentes –lo que<br />

es preciso evaluar–, con un entorno<br />

social adecuado que contribuya al bienestar<br />

físico, afectivo y social de éstos,<br />

a la vez que dotar de posibilidades para<br />

ejercitar el cuerpo y la mente. Se<br />

trataría de construir un ambiente “pertinente”<br />

a las características de la población<br />

asistida.<br />

• Posibilidad de agrupabilidad y confidencialidad.<br />

Esta opción de unirse y<br />

contar los problemas y asuntos cotidianos<br />

o privados redunda en una disminución<br />

del riesgo de enfermedad,<br />

somatizaciones y otras patologías provenientes<br />

del estresante efecto de la<br />

recolocación y los sucesos vitales traumáticos.<br />

2. CONOCER LA DINÁMICA<br />

INSTITUCIONAL<br />

No es difícil suponer la existencia de<br />

unos mínimos universales dentro de las características<br />

de un ambiente residencial<br />

acogedor: así, la seguridad, la claridad y la<br />

comodidad pueden servir de ejemplo. Del<br />

mismo modo se puede convenir que hay<br />

componentes socioambientales universalmente<br />

deseables como la amabilidad, la<br />

cortesía del personal, la atención a las necesidades<br />

físicas o una correcta exhibición<br />

de las habilidades sociales requeridas para<br />

una buena convivencia: saludos, modales,<br />

reglas de urbanidad, respeto, etc. Algunos<br />

autores como Beattie y Bullock (1964) han<br />

intentado dar cuenta de estos comportamientos<br />

evaluando aspectos como: la preocupación<br />

del personal por las necesidades<br />

de los residentes; variables como la libertad<br />

de elección permitida a los ancianos<br />

por parte del centro; o dimensiones como<br />

Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 56, <strong>Año</strong> 2007<br />

la permisibilidad en el horario de visitas, el<br />

grado en que se satisfacen las quejas sobre<br />

la comida y las instalaciones, o la opción<br />

para abandonar durante un día el centro.<br />

O sea, la tolerancia del grupo institucional.<br />

Existen, sin embargo, en el terreno institucional<br />

otros aspectos más escurridizos del<br />

“entorno afectivo”, bien porque son más difíciles<br />

de evaluar, bien porque tienen un carácter<br />

inconsciente, bien porque pertenecen<br />

a la emergencia de comportamientos colectivos<br />

enquistados y habituales. En cualquier<br />

caso, en toda institución, y las geriátricas no<br />

son una excepción, se dan dinámicas grupales<br />

que es necesario conocer, que se<br />

pueden dividir en dos categorías generales<br />

dependiendo de su nivel evidente u oculto,<br />

y que se corresponden con estructuras institucionales<br />

“manifiestas” o “latentes”, por<br />

utilizar términos psicodinámicos.<br />

Si lo que prevalece es la “estructura manifiesta”,<br />

lo que acontece entonces en la<br />

institución es una excesiva rigidez en su<br />

funcionamiento, su asentamiento sobre una<br />

gran estructura administrativa, una excesiva<br />

normativización, liderazgos muy señalados,<br />

potentes, y cauces de comunicación<br />

claramente definidos, aunque frecuentemente<br />

estereotipados y esclerosados. En<br />

estas hiperinstituciones predominantemente<br />

rígidas el residente suele tener el convencimiento<br />

de que no saldrá de allí salvo<br />

con los pies por delante. Como previene<br />

nuestro estimado y valioso colega Edgardo<br />

Rolla (1991: 130) en relación a este punto:<br />

“el asunto ha sido descuidado y los llamados<br />

albergues geriátricos, tanto privados<br />

como estatales, han tomado características<br />

de refugios finales y no de viviendas para<br />

vivir y para existir sin un plazo preestablecido”.<br />

En términos estructurales, la desproporcionada<br />

disciplinariedad, organización y<br />

sus liderazgos potentes se comportarían<br />

metafóricamente como un Superyo esclerótico<br />

que diluye las identidades individuales<br />

y dificulta el desarrollo de las potencialidades<br />

creativas de los miembros y sub-

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