1er. semestre - Año XXV - aespat
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Ecología Social en Instituciones Geriátricas: La Formación del Equipo Asistencial... 85<br />
1. ECOLOGÍA SOCIAL<br />
EN INSTITUCIONES GERIÁTRICAS:<br />
PRINCIPIOS RECTORES<br />
Las instituciones para personas mayores<br />
cuentan de forma explícita, con cierta estructuración<br />
central y administrativa (organizacional)<br />
del estilo de vida de sus moradores.<br />
Constituyen, pues, ambientes súper<br />
organizados, en el sentido que incorporan<br />
elementos de artificialidad social, que hace<br />
de estos contextos lugares diferentes y por<br />
lo general diferentes a la vida social común<br />
donde los horarios, actividades, etc., se desarrollan<br />
de manera más “natural”.<br />
El término ecología, como se sabe, está<br />
tomado de las ciencias naturales y hace referencia,<br />
en la biología, al hábitat de los organismos<br />
vivos, e, igualmente, a la estructura<br />
biológica, función y características poblacionales<br />
de plantas y animales (Fernández<br />
Lópiz, 2000a: 209). En psicogerontología,<br />
la perspectiva ecológica preconiza una<br />
reelaboración teórica del importante papel<br />
jugado por el ambiente en la conducta del<br />
mayor y su desarrollo, marcando nuevos caminos<br />
para el análisis y la interpretación de<br />
los procesos de cambio personal en esta<br />
población de edad. La llamada ecología social<br />
de la senectud ha supuesto un replanteamiento<br />
teórico que converge en una concepción<br />
diferente del proceso de envejecimiento<br />
desde la propuesta de nuevas líneas<br />
de análisis, explicación y mejora en las condiciones<br />
de vida de los mayores. Estas propuestas<br />
son tanto más perfiladas cuando de<br />
ambientes residenciales geriátricos se refiere,<br />
por el ceñido territorio físico y social de<br />
éstos, y la importancia que su preferente influencia<br />
ejerce sobre los residentes, su bienestar<br />
y su salud (Fernández Lópiz, 1998:<br />
Cap. 7). Si tuviéramos que resumir los aspectos<br />
principales que hemos tenido en<br />
cuenta en nuestros estudios e intervenciones<br />
sobre ecología social en instituciones<br />
geriátricas resaltaríamos los que siguen:<br />
• Adaptación. Las instituciones deben facilitar<br />
socialmente el importante esfuer-<br />
zo de adaptación que supone el ingreso<br />
en ellas, sobre todo en el llamado<br />
problema de la “recolocación” o cambio<br />
del hábitat habitual (vivienda, barrio,<br />
etc.), al centro, por parte del mayor.<br />
• Naturalismo. Medida en que, dentro<br />
del ambiente institucional, los residentes<br />
experimentan que gozan de propiedades<br />
y cualidades sociales lo más<br />
parecidas posible a la vida ordinaria;<br />
supone este principio, un intento de<br />
desinstitucionalización según el clásico<br />
concepto de Goffman (1961) sobre las<br />
por él llamadas “instituciones totales”<br />
(como en el caso de los clásicos ´asilos´,<br />
por ejemplo).<br />
• Principio de interconexión. Los responsables<br />
de las instituciones deben considerar<br />
y no perder de vista una visión<br />
holística de la articulación e interconexión<br />
de todos los aspectos socioambientales<br />
cuyo papel, directo (familia,<br />
parroquia, vecindad...) o indirecto<br />
(condiciones laborales de los hijos, la<br />
escuela de los nietos, condiciones sociales<br />
externas, etc...), adquieren una<br />
significación vivencial para el residente;<br />
ello implicaría, no sólo reparar en<br />
este extremo, sino también una apertura<br />
del centro al mundo exterior.<br />
• Sentido facilitador. El entorno social de la<br />
institución debe abastecer el apoyo que<br />
precisa el nivel de competencia funcional<br />
del anciano, en la idea que los residentes<br />
son vulnerables y sensibles a impactos<br />
socioambientales básicos que conciernen<br />
a la seguridad, la claridad y la<br />
accesibilidad, física y psicológicamente.<br />
• Sentido proactivo. Fomento en el residente<br />
de una exigencia humana tan<br />
básica como la autonomía, la educación<br />
permanente como manera de activación<br />
individual (Fernández Lópiz,<br />
2002) y la posibilidad, en general, de<br />
participar socialmente y de influir efectivamente<br />
en y sobre la institución, debiéndose<br />
brindar para ello de los recursos<br />
y medios necesarios.<br />
Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 56, <strong>Año</strong> 2007