1er. semestre - Año XXV - aespat

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98 Jordi Oller Vallejo persona ha podido hacer para sobrevirvir). Y entonces los tres estados del yo se manifiestan de una manera disfuncional para la que los términos que uso, de Padre Introyectado, Adulto Robotizado y Niño Regresivo (Fig. 2a) (a los que a veces, cuando quiero evitar cualquier connotación his- FUNDAMENTACIÓN PSICOLÓGICA DE LOS ESTADOS DEL YO BÁSICOS La función principal de cada uno de los tres estados del yo funcionales básicos viene determinada por la aparición y desarrollo evolutivo de las necesidades psicológicas de apego-separación-individuación (Oller Vallejo, 2001b), vitales para que la persona pueda sobrevivir y crecer a lo largo de la vida. Por una parte, a partir del nacimiento, la persona necesita formar vínculos de apego (Bowlby, 1969/1998) para poder sobrevivir Figura 2 3 : Un enfoque estructural de los estados del yo. Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 56, Año 2007 tórica, también puedo denominar yo introyectado, yo robotizado y yo regresivo), son más descriptivos y se refieren más a las dificultades que manifiesta la persona en psicoterapia. Y su análisis pertenece a un enfoque histórico-biográfico de la personalidad. y vivir. Y así, la evolución filogenética ha posibilitado que el recién nacido desarrolle un tipo de conducta a la que se llama conducta de apego, como es, por ejemplo, gorgorear, llorar, sonreír, seguir con la mirada, etc. Se trata en este caso de lo que denomino el apego filial, cuya finalidad es mantener próxima y disponible a una persona que puede dar cuidados, de manera que se forme un vínculo afectivo, asegurando de esta manera que recibirá los cuidados que necesita. Y al principio generalmente esta persona es la madre. 3 Original publicado en el TAJ (Oller Vallejo, 2006) y reproducido con permiso de la ITAA.

Sobre el modelo funcional de primer orden de los estados del yo 99 Pero los procesos de apego al servicio de cubrir establemente la necesidad de cuidados no sólo se dan en la infancia, sino que siguen después también en la vida adulta (Parker, Stevenson-Hinde & Marris, 1991) y sus diversos vínculos afectivos, como ocurre, por ejemplo, en los vínculos de pareja (Shaver & Hazan, 1988). Desde luego, a diferencia de lo que sucede en los vínculos paterno-filiales, lo más apropiado en los vínculos adultos, aunque con frecuencia no sea así, es el intercambio en recibir cuidados según las respectivas necesidades. Por tanto, además de ser evidente en sí misma, está psicológicamente fundamentado que buscar y recibir cuidados es una necesidad básica de la persona a lo largo de toda la vida, una necesidad que a veces es incluso más perentoria que la de recibir alimento (Harlow, 1959), derivándose graves consecuencias de las carencias en cubrir dicha necesidad (Spitz, 1945). Y está necesidad básica de buscar y recibir cuidados es la que evolutivamente posibilita su propia función para satisfacerla, manifestándose, cuando está implementada por el yo, mediante el tipo de estado del yo Niño Cuidado. Sin embargo, como es obvio, todo resultaría inútil si la conducta de buscar recibir cuidados no tuviese su complemento natural, resultado también de la evolución filogenética, en la conducta de dar cuidados por parte de una figura cuidadora. Ésta es en la infancia una conducta generalmente materna, quien tiene también su propia conducta de apego específica (Delassus, 1995), como, por ejemplo, sonreír al bebé, repetir sus sonidos, hacerle carantoñas, responder a sus monerías, etc. Todo ello conduce a lo que denomino el apego parental. Pero se trata también de una necesidad que se extiende a los vínculos afectivos de la vida adulta, inclusive a los de pareja, siendo lo apropiado en ellos, a diferencia de lo que ocurre en los vínculos paterno-fi- liales y aunque con frecuencia no sea así, el intercambiar dar cuidados según lo que se necesite. Por tanto, también dar cuidados es una evidente y justificada necesidad básica de la persona para poder vivir y desarrollarse. Con dicha necesidad la evolución responde, precisamente, a la necesidad de recibir cuidados que tiene la persona. Y, por tanto, la necesidad básica de dar cuidados evolutivamente posibilita también su propia función para satisfacerla, manifestándose entonces, cuando está implementada por el yo, mediante el tipo de estado del yo Padre Cuidador. Y por último, para un desarrollo saludable la persona tiene también la necesidad de ser ella misma, es decir, de individuarse, con independencia de la “obligación” que implica tener que estar pendiente de recibir o de dar cuidados para sobrevivir y vivir. Y así, una vez más también resultado de la evolución filogenética, de esta manera la persona puede explorarse y descubrirse a sí misma e incluso el mundo, creciendo en su autonomía. Es el contrapunto equilibrador de la necesidad vinculadora del niño o de la persona adulta, la cual se expresa mediante las necesidades de separación-individuación (Mahler , Pine & Bergman, 1975/1984; White, 1985), para además también poder desarrollarse individualmente. La necesidad de separación es facilitadora de logros de individuación. Y mediante los diferentes procesos individuadores a lo largo de la vida, la persona irá desarrollando y consolidando el sentido de sí-misma (Stern, 1985/1991). Por tanto, individuarse es también una no menos evidente y justificada necesidad básica de la persona para poder vivir y desarrollarse. Y como necesidad, evolutivamente posibilita también su propia función para satisfacerla, manifestándose entonces, cuando está implementada por el yo, mediante el tipo de estado del yo Adulto Individuador. Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 56, Año 2007

98 Jordi Oller Vallejo<br />

persona ha podido hacer para sobrevirvir).<br />

Y entonces los tres estados del yo se manifiestan<br />

de una manera disfuncional para<br />

la que los términos que uso, de Padre Introyectado,<br />

Adulto Robotizado y Niño Regresivo<br />

(Fig. 2a) (a los que a veces, cuando<br />

quiero evitar cualquier connotación his-<br />

FUNDAMENTACIÓN PSICOLÓGICA<br />

DE LOS ESTADOS DEL YO BÁSICOS<br />

La función principal de cada uno de los<br />

tres estados del yo funcionales básicos viene<br />

determinada por la aparición y desarrollo<br />

evolutivo de las necesidades psicológicas de<br />

apego-separación-individuación (Oller Vallejo,<br />

2001b), vitales para que la persona pueda<br />

sobrevivir y crecer a lo largo de la vida.<br />

Por una parte, a partir del nacimiento, la<br />

persona necesita formar vínculos de apego<br />

(Bowlby, 1969/1998) para poder sobrevivir<br />

Figura 2 3 :<br />

Un enfoque estructural de los estados del yo.<br />

Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 56, <strong>Año</strong> 2007<br />

tórica, también puedo denominar yo introyectado,<br />

yo robotizado y yo regresivo), son<br />

más descriptivos y se refieren más a las dificultades<br />

que manifiesta la persona en<br />

psicoterapia. Y su análisis pertenece a un<br />

enfoque histórico-biográfico de la personalidad.<br />

y vivir. Y así, la evolución filogenética ha<br />

posibilitado que el recién nacido desarrolle<br />

un tipo de conducta a la que se llama conducta<br />

de apego, como es, por ejemplo, gorgorear,<br />

llorar, sonreír, seguir con la mirada,<br />

etc. Se trata en este caso de lo que denomino<br />

el apego filial, cuya finalidad es mantener<br />

próxima y disponible a una persona<br />

que puede dar cuidados, de manera que se<br />

forme un vínculo afectivo, asegurando de<br />

esta manera que recibirá los cuidados que<br />

necesita. Y al principio generalmente esta<br />

persona es la madre.<br />

3 Original publicado en el TAJ (Oller Vallejo, 2006) y reproducido con permiso de la ITAA.

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