Encuentro con la Palabra - Ciudad Redonda
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JUEVES II<br />
Oración<br />
de <strong>la</strong> mañana<br />
“Cielos, dejad caer el rocío. Que <strong>la</strong>s nubes lluevan al Justo y <strong>la</strong><br />
tierra germine al Salvador.” Is.45,8.<br />
Es <strong>la</strong> necesidad, <strong>la</strong> que es “ exigencia” : “ dejad…<br />
lloved… germinad” . Son imperativos, que gritan<br />
desde lo profundo de nuestro ser, al cielo, a <strong>la</strong>s<br />
nubes, y a <strong>la</strong> tierra. Es toda <strong>la</strong> humanidad <strong>la</strong> que grita<br />
por un “ Salvador” , por un Adviento de Dios a nuestro<br />
mundo.<br />
Grito, que se acentúa, <strong>con</strong> más urgencia, en este<br />
tiempo litúrgico. Los humanos despertamos del<br />
sueño enfermizo en que nos adormece nuestro<br />
mundo, e intentamos vivir <strong>la</strong> realidad de nuestra vida:<br />
Dios, nuestra radical necesidad. Por eso, nuestros<br />
gritos: “ cielos, nubes, tierra… para que venga el<br />
“ Salvador” . Sigamos gritando, pues, desde nuestra<br />
vida.<br />
Oración<br />
de <strong>la</strong> tarde<br />
“Tened paciencia, hermanos, hasta <strong>la</strong> venida del Señor. El<br />
<strong>la</strong>brador aguarda paciente el fruto valioso de <strong>la</strong> tierra, mientras<br />
recibe <strong>la</strong> lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también<br />
vosotros, manteneos firmes, porque <strong>la</strong> venida del Señor está cerca.<br />
Mirad que el juez está ya a <strong>la</strong> puerta.” St.9,7.<br />
Ante los problemas y dificultades de <strong>la</strong> vida, a<br />
veces, nos parece sentir <strong>la</strong> “ ausencia” de Dios.<br />
“ ¿Hasta cuándo seguirás olvidándome?” Es nuestra<br />
queja impaciente. “ Tened paciencia… el Señor está<br />
cerca” . Esta es <strong>la</strong> realidad. El Señor, vive en nosotros<br />
esos momentos difíciles, aunque no lo sintamos. El,<br />
siempre es el cercano, el presente.<br />
Sigamos esperando hasta que sintamos su presencia.<br />
Porque está ahí. El vivir en esperanza, es <strong>la</strong> puerta<br />
abierta para que el Señor entre. Y el “ fruto” valioso<br />
de nuestra esperanza, será siempre, el Dios-<strong>con</strong>nosotros,<br />
el Dios <strong>con</strong>migo y <strong>con</strong>tigo. El Dios<br />
“ Navidad” .<br />
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