Encuentro con la Palabra - Ciudad Redonda
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Oración<br />
de <strong>la</strong> mañana<br />
“Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en<br />
mí <strong>la</strong> fuerza de Cristo. Por eso vivo <strong>con</strong>tento en medio de mis debilidades,<br />
de los insultos. de <strong>la</strong>s privaciones, <strong>la</strong>s persecuciones y <strong>la</strong>s<br />
dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces<br />
soy fuerte”. 2Cor.12,9.<br />
Nuestra fortaleza, es un don del Espíritu, para que<br />
se manifieste <strong>la</strong> fuerza de Cristo, en nuestra debilidad.<br />
El <strong>con</strong>tinúa viviendo hoy, su pasión, en nosotros. Con<br />
él y en él, estamos siendo corredentores de nuestro<br />
mundo. Ha querido necesitarnos, para hacer visible<br />
su entrega, su amor a los hermanos.<br />
Por eso, en nuestros sufrimientos, en nuestras dificultades,<br />
no nos sintamos solos, pues no lo estamos.<br />
Es él, Cristo mismo, el que está asociado a todos nuestros<br />
dolores, para hacernos más fáciles esos<br />
momentos, y comunicarnos su fuerza, para que no<br />
nos hundamos ante el dolor. Desde esta perspectiva,<br />
tenemos horizontes en nuestro vivir de cada día.<br />
Oración<br />
de <strong>la</strong> tarde<br />
VIERNES III<br />
“Hermanos míos, si estáis sometidos a tentaciones diversas,<br />
<strong>con</strong>sideradlo como una alegría, sabiendo que <strong>la</strong> prueba de vuestra<br />
fe, produce <strong>con</strong>stancia. Pero haced que <strong>la</strong> <strong>con</strong>stancia dé un resultado<br />
perfecto, para que seáis perfectos e íntegros, sin defectos en<br />
nada”. St.1,2.<br />
No hace falta que busquemos el sufrimiento. Él vendrá.<br />
Es algo inherente a nuestra <strong>con</strong>dición humana.<br />
Pero cuando nos venga, no nos desesperemos.<br />
Seamos capaces de descubrir lo positivo que encierra:<br />
como hu-manos, nos madura, nos hace fuertes, y<br />
nos hace comprensivos ante el dolor de los demás. Y<br />
como cristianos, nos asocia al Cristo Jesús, que sufre<br />
hoy, <strong>con</strong>tinuando su pasión en nosotros.<br />
Es más: reafirma y purifica nuestra fe, en un Dios,<br />
que a veces se nos hace lejano, y nos deja solos, en<br />
nuestro dolor. Si lo vemos así, en esos momentos, no<br />
tan fáciles, podemos hacer nuestra <strong>la</strong> oración de<br />
Cristo: “ Padre, ¿porqué me has abandonado?”<br />
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