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Encuentro con la Palabra - Ciudad Redonda

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Oración<br />

de <strong>la</strong> mañana<br />

“La Pa<strong>la</strong>bra está cerca de ti: <strong>la</strong> tienes en los <strong>la</strong>bios y en el<br />

corazón. Se refiere a <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra de <strong>la</strong> fe que os anunciamos. Porque<br />

si tus <strong>la</strong>bios <strong>con</strong>fiesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que<br />

Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por <strong>la</strong> fe del<br />

corazón llegamos a <strong>la</strong> justificación, y por <strong>la</strong> profesión de los <strong>la</strong>bios,<br />

a <strong>la</strong> salvación”. Rm.10.<br />

Dios se ha hecho “ Pa<strong>la</strong>bra” en Cristo Jesús.<br />

Pa<strong>la</strong>bra cercana, visible. Le hemos visto, le hemos<br />

oído, y le hemos tocado. Lo vivimos en nuestro<br />

corazón y lo anunciamos <strong>con</strong> nuestros <strong>la</strong>bios. Es él,<br />

el resucitado, el que vive para siempre.<br />

El nos ha unido a su Vida, para que vivamos en él y<br />

<strong>con</strong> él, y por <strong>la</strong> fuerza de su resurrección, nos<br />

vayamos transformando en “ criaturas nuevas” , <strong>con</strong>forme<br />

al p<strong>la</strong>n salvador del Padre. Su justicia, será<br />

nuestra justicia, hasta llegar a <strong>la</strong> plenitud del <strong>la</strong> salvación.<br />

En Cristo, nos estamos salvando. El mismo es<br />

nuestra salvación<br />

Oración<br />

de <strong>la</strong> tarde<br />

LUNES VII DE PASCUA<br />

“Los que se dejan por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios.<br />

Habéis recibido no un espíritu de esc<strong>la</strong>vitud para creer en el temor,<br />

sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: ¡Abbá!,<br />

-Padre-. Este Espíritu y nuestro espíritu, dan un testimonio <strong>con</strong>corde:<br />

que somos hijos de Dios. Y si somos hijos de Dios, también<br />

herederos, herederos de Dios, y coherederos <strong>con</strong> Cristo, ya que<br />

sufrimos <strong>con</strong> él, para ser también <strong>con</strong> él, glorificados”. Rm.8.<br />

Es el Espíritu de Dios, el que tiene que mover nuestra<br />

vida. Lo hemos recibido, y es grito permanente en<br />

nosotros y <strong>con</strong> nosotros, al Padre. ¡Padre! Ese es su<br />

grito. ¡Hijo! Es <strong>la</strong> respuesta del Padre.<br />

Ya no es, pues, desde el temor nuestra re<strong>la</strong>ción <strong>con</strong><br />

Dios, sino desde el amor filial. “ Hemos recibido el<br />

Espíritu de hijos adoptivos” . Somos sus hijos. Y en<br />

Cristo y <strong>con</strong> Cristo, somos herederos de Dios.<br />

Participantes de <strong>la</strong> fi-liación del Hijo. Su herencia, es<br />

también nuestra herencia. Su destino, es también<br />

nuestro destino.<br />

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