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Encuentro con la Palabra - Ciudad Redonda

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JUEVES IV DE PASCUA<br />

Oración<br />

de <strong>la</strong> mañana<br />

“Si Cristo está <strong>con</strong> nosotros, el cuerpo está muerto por el pecado,<br />

pero el espíritu vive para <strong>la</strong> justicia. Si el Espíritu por el que<br />

resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que<br />

resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús, vivificará también<br />

vuestros cuerpos mortales, por el mismo espíritu que habita en<br />

vosotros”. Rm.8.<br />

Ya está iniciada nuestra resurrección. En el<br />

Resucitado, su resurrección comenzó a ser nuestra<br />

resurrección. “ El mismo Espíritu que le resucitó a él” ,<br />

es el que está rea-lizando, ya, nuestra resurrección.<br />

Tarea que se irá <strong>con</strong>sumando, día a día, en una <strong>la</strong>bor<br />

ininterrumpida, desde nuestra vida, vivida bajo <strong>la</strong><br />

influencia del Espíritu. Tenemos perspectivas <strong>con</strong><br />

horizontes muy abiertos.<br />

No hemos sido creados para quedarnos en el sepulcro.<br />

Vivimos para seguir viviendo. El nos ha precedido.<br />

Detrás, iremos nosotros. La Vida definitiva en el<br />

Resucitado, es nuestro destino.<br />

Oración<br />

de <strong>la</strong> tarde<br />

“Cristo murió por los pecados para siempre. El inocente por los<br />

culpables, para <strong>con</strong>ducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron.<br />

Pero como poseía el Espíritu, fue devuelto a <strong>la</strong> vida. Y habiendo ido<br />

al cielo a <strong>la</strong> derecha del Padre, y le están sometidos los ángeles, <strong>la</strong>s<br />

dominaciones y <strong>la</strong>s potestades”. 1P.3.<br />

Nosotros somos los beneficiarios de <strong>la</strong> muerte de<br />

Cristo. Murió por nosotros. En su muerte destruyó<br />

nuestro pecado, comunicándonos nueva Vida: <strong>la</strong><br />

suya. Pero su morir acabó en resurrección: lleno del<br />

Espíritu de Dios, ese mismo Espíritu, le devolvió <strong>la</strong><br />

vida, para ser encumbrado sobre todas <strong>la</strong>s criaturas.<br />

Ese su Espíritu, es el mismo que habita en<br />

nosotros, y que va realizando ya, nuestra participación<br />

en <strong>la</strong> resu-rrección de Cristo. Con él y en él,,<br />

estamos resucitando. Y <strong>con</strong> él y en él, seremos<br />

encumbrados a <strong>la</strong> derecha del Padre. Su destino, nuestro<br />

destino.<br />

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