Prueba de vuelo - Zlin Aviation

Savage:AirRace 11/8/08 11:03 Página 18
Prueba de vuelo
El roll es preciso pero de ningún modo
agresivo.
de Gúdar. “Tuyo, venga, tómale el
pulso, pero sigue subiendo”
Dicho y hecho, avión mio. La primera
sensación es de robustez, la
palanca exige que la muevas, al
igual que los pies, no es un avión
para llevarlo con dos dedos. Me
concentro primero en mantener velocidad
y tasa de ascenso, así que
le pido a Arturo que se mueva un
poco a la derecha para poder ver el
vario y el cuentarevoluciones: a
5000 vueltas, ascendemos a 2 m/s
y 110 Km/h. Un minutillo más o menos
de ascenso y Arturo me indica
que ya puedo volar nivelado. La actitud
de vuelo para mantener el vario
a cero es con el morro realmen-
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Aviación Deportiva
te bajo (o quizá es que ya me había
acostumbrado a la posición de morro
muy alto en el suelo) y le pido a
Arturo que compense a morro pesado
(el trim es otro de los controles
no duplicados) porque el esfuerzo
para empujar la palanca es
destacable. Dejadme que me explique,
no es que fuera necesario empujar
con fuerza, pero sí es cierto
que si comparamos los mandos del
Savage con los de otros aviones
“modernos” (recordad que mi última
prueba de vuelo fue con el
Dynamic) el Savage es sencillamente
de otra época, ni mejor ni
peor, simplemente de otra época.
Lo mismo ocurre con los pies y con
la coordinación de los virajes: hay
que coordinar el alabeo y la direc-
ción, de la misma forma en que los
tubo y tela lo necesitaban (lo necesitan,
quiero decir) so pena de estar
resbalando o derrapando ligeramente
todo el tiempo. Por cierto,
no hace mucha falta mirar la bola
para saber si volamos coordinados
pues el ruido aerodinámico del flujo
perturbado se siente perfectamente.
Y ese ruido mismo es el que
te ayuda a no sobremandar la dirección
porque los pedales son autoritarios
y rápidos, como por otro
lado corresponde a un avión diseñado
para mantener todo el mando
a velocidades bajas.
Bien, cada segundo me encuentro
más cómodo con el Savage y eso
que aquí detrás he de reconocer que
se vuela más por intuición que por
visión, de la que sólo dispongo la
lateral (excelente) y la superior (gracias
al techo de lexan).
“Avión mío” me dice Arturo “vamos
a tomar”.
¿Vamos a tomar? ¿Dónde?, le respondo.
“Allí enfrente, en esa ladera”.
Ah, pues vale…
Veo cómo Arturo reduce a 110
Km/h y encara a algún lado en base
a 100 Km/h, calando un puntito
de flaps, dejando caer la velocidad
a 80 Km/h en final (más rápido de
lo normal, como luego comprobaré
cuando lo aterrice yo) y ahora por
fin veo dónde quiere tomar: hacia
la loma de una ladera pedregosa con
una ligera pendiente descendente
hacia la izquierda. La senda de des-