SER Y TENER UN CUERPO MARIA BEATRIZ SIMÕES ROUCO ...
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<strong>SER</strong> Y <strong>TENER</strong> <strong>UN</strong> <strong>CUERPO</strong><br />
<strong>MARIA</strong> <strong>BEATRIZ</strong> <strong>SIMÕES</strong> <strong>ROUCO</strong> 1<br />
RESUMEN: Para el psicoanálisis, que constata las vicisitudes del ser y valora sus diversas experiencias<br />
subjetivas, ser y tener un cuerpo no son realizaciones garantizadas. Asimismo necesita concebir la unión<br />
intrínseca entre cuerpo y mente para comprender los procesos de integración y desintegración. Para<br />
mostrar la importancia de distinguir las experiencias de ser y tener un cuerpo se efectúa un recorrido<br />
teórico que comienza con el concepto de yo corporal de Freud; continúa con la presentación de la teoría<br />
psicosomática de Winnicott, que liga y distingue psique-soma y mente, verdadero y falso selves nointegración,<br />
integración y desintegración psíquicas; pasa por las diferenciaciones señaladas por Gaddini<br />
entre fantasía en el cuerpo y fantasía sobre el cuerpo, y por Ohki entre enfermedad psicosomática y<br />
somatización; y desemboca en la diferencia entre ser y tener un cuerpo. Un caso de paranoia y otro de<br />
hipocondría ejemplifican la aplicación de esos conceptos teóricos.<br />
Para el Psicoanálisis, que constata las vicisitudes del ser y valora sus diversas<br />
experiencias subjetivas, ser y tener un cuerpo no son realizaciones garantizadas.<br />
Asimismo necesita concebir la unión intrínseca entre cuerpo y mente para comprender<br />
las somatizaciones. Freud (2001 [1923b]) los interconectó proponiendo que del Ello<br />
emergería un yo corporal con las tareas de representar las demandas pulsionales,<br />
integrar la imagen del cuerpo y fundamentar toda actividad mental; y un Superyó<br />
formado a partir de la identificación primaria del bebé con sus padres, proceso que<br />
genera la primera distinción entre ser y tener (Freud, 2001 [1937-1938]: 301):<br />
“El niño tiende a expresar el vínculo de objeto mediante la identificación: “Yo soy el<br />
objeto”. El “tener” es posterior, vuelve de contrachoque al “ser” tras la pérdida del objeto.<br />
“El pecho es un pedazo mío, yo soy el pecho”. Luego, sólo: “Yo lo tengo, es decir, yo no lo<br />
soy…”.<br />
En la identificación primaria, el objeto de amor no es reconocido como diferente<br />
e independiente del propio ser. Tener el objeto ocurre después de la pérdida de esa<br />
relación indiferenciada. Entre ser y tener el cuerpo ocurre lo mismo. La percepción de<br />
su diferencia deriva de los conflictos entre las demandas pulsionales y las exigencias de<br />
la realidad.<br />
Winnicott (1993 [1949]) también adopta la solución monista para la cuestión<br />
cuerpo-mente, pero muestra como la integración psique-soma y mente depende de los<br />
cuidados maternos, motivo por el cual, la identificación primaria ocurre con la madre,<br />
pues en su experiencia el bebé se confunde con los cuidados dispensados por su madre.<br />
En la salud, el yo emerge de ese estado de no-integración sin que la mente se distinga<br />
del psique-soma, pues “cuando el psique-soma o esquema corporal del individuo<br />
atraviesa exitosamente los estadios más precoces del desarrollo, la mente no existe<br />
1 Psicóloga formada por PUC-SP. Mestre em Psicologia Experimental USP. Miembro Asociado SBPSP
como entidad (...) no siendo más que un caso especial del funcionamiento del psique-<br />
soma”. Tres modalidades diferentes de relación madre-bebé promueven esa integración<br />
psicosomática. La madre, sustentando la continuidad de la existencia del bebé, favorece<br />
el proceso de integración témporo-espacial. Sus cuidados desencadenan el proceso de<br />
personalización por medio de la elaboración imaginativa de los sentimientos corporales.<br />
La presentación del objeto por parte de la madre en sintonía afectiva con el gesto<br />
espontáneo del bebé inaugura su relación creativa con el otro, estimulando la<br />
emergencia de las funciones intelectuales como expresión del auténtico ser (Winnicott,<br />
1982 [1962]). El verdadero self del bebé se desarrolla desde la vida pre-natal<br />
integrándose apenas en el estadio de la preocupación como un self total. En ese proceso<br />
el bebé tiene las experiencias de ‘Yo’, ‘Yo soy’ y ‘Yo soy solo”. El ‘Yo” es una<br />
experiencia episódica sin un sentimiento continuo de ser. Lo que ya sucede no estadio<br />
‘Yo soy’, solo que el bebé es todavía “tosco, indefenso, vulnerable y potencialmente<br />
paranoide”. La experiencia ‘Yo soy solo’ es propia del self total e está acompañada de<br />
la percepción de la existencia continua y separada de la madre. Consecuentemente, el<br />
bebé no siendo la madre, tiene a su madre (Winnicott, 1982 [1958]), distingue ser de<br />
tener un cuerpo, y tiene experiencias del Ello como: ‘¿Qué fue lo que hice?’ Pero, “en<br />
el estudio de un individuo en desenvolvimiento [a veces] se descubre que la mente esta<br />
desarrollando una falsa entidad e una falsa localización”. Frente a un ambiente<br />
desorganizado, la mente se diferencia prematuramente del psique-soma para prestar<br />
atención, discriminar, memorizar y catalogar los detalles de las situaciones invasoras.<br />
Esa falsa entidad constituye un falso self que no habita su cuerpo-propio, ni lo reconoce,<br />
percibiendo sus manifestaciones como externas a él (Winnicott, 1982 [1960]). El falso<br />
self, al sofocar el desarrollo del verdadero self, no es su cuerpo creativo, pudiendo ser<br />
su cuerpo reactivo, ya que las emociones también producen experiencias integradoras.<br />
Siguiendo Winnicott, Gaddini (1982) diferenció fantasía inconsciente en el<br />
cuerpo y fantasía inconsciente sobre el cuerpo. La primera ocurre en el nivel somático<br />
en el estadio de no-integración psíquica, cuando comienza la formación de núcleos del<br />
yo corporal que se aglutinan por medio de lo que el bebé siente en el contacto cuerpo a<br />
cuerpo con su madre. En cambio, la fantasía sobre el cuerpo depende de la elaboración<br />
psíquica de la imagen del cuerpo que depende de la integración del yo corporal. En el<br />
estadio de la no-integración, el bebé es su madre-ambiente. La falta de esta, lo lleva a<br />
compulsivamente imitarla para ser ella y de ese modo, contener la insoportable angustia
de pérdida-del-self. Por ejemplo, en el mericismo el bebé rumia amamantándose<br />
omnipotentemente. Gaddini (op. cit.) define la no-integración como la primera<br />
organización funcional del self, la cual es seguida por la organización imagética del yo<br />
corporal y, finalmente, por la organización verbal.<br />
Avanzando por ese camino, Ohki (2004) distingue enfermedad psicosomática<br />
(dermatitis, hipertensión, asma, enfermedades gastrointestinales) de somatización<br />
(histeria, hipocondría, delirio somático). La primera es una manifestación deficitaria<br />
debido a un trauma precoz en el estadio de no-integración. El yo incapaz de elaborar<br />
imaginariamente sus vivencias, produce fantasías en el cuerpo (imitación) motivadas<br />
por angustia de licuación y derramamiento de los fragmentos no-integrados. En este<br />
caso no se aplican el análisis de contenido y de mecanismos de defensa contra conflicto<br />
psíquico, válidas solamente para casos de somatización resultante de un proceso<br />
regresivo que se expresa por fantasías sobre el cuerpo, motivadas por angustias de<br />
desintegración y aniquilamiento del self.<br />
Ejemplifico los conceptos expuestos describiendo dos casos clínicos analizados<br />
por mí. Un paciente paranoico existía solamente como un ser defendido, manteniéndose<br />
siempre en alerta para proteger su verdadero self incomunicado. Su falso self se<br />
integraba precariamente por medio del odio a su ‘vecina’, la única autora del malestar<br />
que él sentía. Al crear a su vecina, esta necesitaba ser descubierta. Yo, después de<br />
contener el mal estar durante años por el hecho del paciente orinar en el piso de mi<br />
baño, le pedí finalmente que tuviera más cuidado. En seguida, él fue operado en<br />
carácter de urgencia para estancar una hemorragia por perforación de úlcera de<br />
estomago. Así que retornó para análisis, le señalé el vínculo entre mi pedido y su<br />
hemorragia. Negó cualquiera relación, pero asoció el agujero que hizo en su estómago<br />
con el que su padre hizo en su propia cabeza. Entonces recordó que luego del suicidio<br />
de su padre, todos sus hermanos, exceptuando él, fueron derivados para parientes.<br />
Solamente en la adolescencia fue invitado a vivir con quien podría pagarle los estudios,<br />
pero luego lo expulsaron de la casa por ensuciar el baño. Vinculé estas experiencias<br />
traumáticas con una ocurrencia precoz relatada a él por sus hermanos: cuando todavía<br />
era bebé y mojaba su cama, su padre le pegaba e impedía a su madre de atenderlo,<br />
dejándolo llorar toda la noche. Según Winnicott (1993 [1954]), el paciente<br />
inconscientemente manejó la situación para reproducir su trauma con la esperanza de<br />
que alguien se responsabilizara por su sufrimiento. Su análisis progresó después de ese<br />
episodio. Él pasó a soñar con casas oscuras, sin techo y con agua de lluvia escurriendo
por las paredes parcialmente destruidas, lo que rebelaba su angustia de licuación y<br />
pérdida del self. Por medio de su relato descubrí que él vivía en un piso pelado y dormía<br />
en el suelo sosteniendo un martillo para devolverle los ruidos a la ‘vecina’. Mi<br />
comprensión de su desvalimiento, de su angustia, de su insomnio – pues tenía que<br />
conscientemente crear y sustentar una divisoria que mantuviese su cruel vecina del otro<br />
lado - no era conscientemente admitidas por él, mas favoreció la retomada de su proceso<br />
de integración, que fue de manera concreta puesto en escena por medio de la actividad<br />
de revestir y decorar su piso. La mudanza de su ser para dentro de su cuerpo fue<br />
dramatizada por la instalación de un acuario dentro de su habitación y por su entusiasmo<br />
en identificar los peces mortíferos para separarlos de los pacíficos y así garantizar la<br />
sobrevivencia de ellos. Su mayor grado de integración le permitió descubrir que el<br />
insoportable “ruido que, de propósito, la vecina hacía de noche, para despertarlo” era<br />
producido por sus propios roncos.<br />
Una mujer no vista por su madre, desorganizada y nerviosa, pasó su infancia<br />
obedeciéndola y retrayéndose. Tuvo, inclusive, que vivir en casa de desconocidos en<br />
otra ciudad para cumplir el deseo materno de destacarse en una profesión que exige<br />
preparo precoz. En la adolescencia cambió radicalmente de actitud, explotando con<br />
quien afectase su autoestima y trasladó su sumisión para el objeto de amor. No<br />
confundiéndose del todo con él, una vez que ya alcanzara cierta integración del yo,<br />
temía perderlo y así renunciaba en cuestiones centrales para su realización personal.<br />
Solicitó mi ayuda por temer que sus recurrentes brotes hipocondriacos la llevasen a<br />
perderlo. En el análisis empezó a entender que eses surtos seguían episodios de<br />
sumisión que violaban su autoestima. Ellos desencadenaban un movimiento de<br />
desintegración del yo y somatizaciones interpretadas de manera hipocondriaca. O sea, la<br />
angustia de desintegración de su self era imaginariamente elaborada como fantasías<br />
sobre su cuerpo. Para eso contribuía también su dificultad de distinguir entre<br />
sensaciones físicas y sentimientos afectivos resultantes de déficit de atención materna.<br />
Se dio cuenta que al mirarse en el espejo percibía un cuerpo, pero no una persona; de<br />
que no era emocionalmente madura como los otros; la avergonzaba su dependencia e<br />
incontinencia afectivas; y pasó a luchar para ser menos reactiva y para imponer su<br />
verdadero self.<br />
El primero ejemplo muestra como en un caso grave de no-integración<br />
psicosomática, el ser reactivo no habita su cuerpo y no reconoce sus expresiones,
viviéndolas paranoicamente como exteriores a él. La gravedad del trauma sufrido por<br />
ese hombre lo tornó incapaz de tener relaciones sexuales. De noche, la tensión sexual<br />
explotaba su frágil y falso continente psíquico defensivo e irrumpía el delirio paranoico<br />
de ser invadido por su vecina. La re-traumatización del paciente por la analista reveló<br />
una enfermedad psicosomática asintomática que realizó en su cuerpo la fantasía de<br />
identificación con su padre. La segunda paciente conquistó una mejor integración<br />
psicosomática, era capaz de, personalmente, enfrentar al otro y sostener una relación<br />
amorosa. Cuando sofocaba su rabia para con su objeto de amor, por ser aún muy<br />
dependiente afectivamente de él, desencadenaba un proceso regresivo de somatización y<br />
desintegración interna de su frágil organización del yo que producía sensaciones vividas<br />
persecutoriamente como fantasía hipocondríaca sobre el cuerpo. De ese modo pienso<br />
haber ejemplificado la importancia: 1. de adoptar un modelo monista psicoanalítico de<br />
la unión intrínseca mente-cuerpo como explicitada por la teoría de la integración soma-<br />
psique y mente de Winnicott; 2. de reconocer la participación esencial de la madre en el<br />
proceso de integración del bebé y del analista en la retomada del mismo; 3. de los<br />
conceptos de fantasía en el cuerpo y sobre el cuerpo; 4. de diferenciar enfermedad<br />
psicosomática y proceso de somatización; y 5. de distinguir ser y tener un cuerpo para<br />
comprender mejor al paciente y su experiencia de self. Queda para un próximo artículo<br />
el estudio detallado de la experiencia de inter-corporeidad involucrada en el campo<br />
transferencial-contratransferencial en el análisis de pacientes con psicosomatosis.<br />
Referencias bibliográficas<br />
Freud, S. (2001 [1923b]). El yo y el ello. Obras completas, XIX. B. Aires: Amorrortu Eds.<br />
______ (2001 [1937-1938]). Escritos breves. Obras completas, XXIII. B. Aires: Amorrortu Eds.<br />
Gaddini, E (1982). Early defensive fantasies and the psychoanalytical process. Int. J. Psycho- Anal.,<br />
63: 379.<br />
Ohki, Y (2004). Somatização e Doença Psicossomática: Parte I – Um ponto de vista psicanalítico.<br />
Revista Portuguesa de Psicanálise, 25, 133-154.<br />
Winnicott, D.W. (1982 [1958). A capacidade para estar só. In O ambiente e os processos de<br />
maturação. Porto Alegre: Artes Médicas: cap. 2.<br />
______(1982 [1960]). A distorção do ego em termos de falso e verdadeiro self. In O ambiente e os<br />
processos de maturação. Porto Alegre: Artes Médicas: cap. 12.<br />
______ (1982 [1962]). A integração do ego no desenvolvimento da criança. In O ambiente e os<br />
processos de maturação. Porto Alegre: Artes Médicas: cap. 4.
______ (1993 [1949]). A mente e sua relação com o psique-soma. In Textos Selecionados:<br />
Da Pediatria à Psicanálise. Rio de Janeiro: Francisco Alves, cap. 19.<br />
______(1993 [1954]). Aspectos clínicos e metapsicológicos da regressão dentro do setting<br />
psicanalítico. In Textos Selecionados: Da Pediatria à Psicanálise. Rio de Janeiro:<br />
Francisco Alves, cap. 22.