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hipócritamente, dirán que "no tienen otro rey más que al César". Por eso<br />
le pregunta: "¿eres tú el rey de los judíos"? La respuesta de Jesús es clara:<br />
"tú lo dices, soy rey". Pero luego añade una matización: "mi reino no es de<br />
este mun<strong>do</strong>", y "he veni<strong>do</strong> para ser testigo de la verdad".<br />
Cristo, constitui<strong>do</strong> Rey<br />
-II-<br />
Terminamos el año con los ojos fijos en Cristo Jesús. De los muchos títulos<br />
que en el NT se le aplican, hoy nos centramos sobre to<strong>do</strong> en el de Rey,<br />
sanciona<strong>do</strong> por él mismo en su diálogo con Pilato: "tú lo dices: soy Rey".<br />
Este título está prepara<strong>do</strong>, como en relieve, por los pasajes de Daniel y del<br />
Apocalipsis.<br />
El de Daniel es interpreta<strong>do</strong> claramente en el NT como aplica<strong>do</strong> a Cristo.<br />
Él mismo se da el nombre de "Hijo del hombre" y en el conjunto del NT<br />
se le aplica unas ochenta veces. El "hijo del hombre" (o "como un hijo de<br />
hombre", o "uno pareci<strong>do</strong> a un hombre") que vio el autor del libro en su<br />
visión es un hombre, al que se la ha concedi<strong>do</strong> "poder real y <strong>do</strong>minio" y "su<br />
reino no tendrá fin". En efecto, vemos en el NT, sobre to<strong>do</strong> en la teología<br />
cristológica de Pablo, que Jesús ha recibi<strong>do</strong> la plenitud de la divinidad y es<br />
el Hijo de Dios.<br />
La visión del Apocalipsis, al inicio del libro, llama a Jesús con varios<br />
títulos: "testigo fiel", "primogénito de entre los muertos", "el príncipe<br />
de los reyes de la tierra". Se dice que "viene en las nubes", símbolo de la<br />
presencia de la divinidad. Él mismo se llama "el Alfa y la Omega", o sea,<br />
"el principio y el fin" de toda la historia. Por eso añade que es "el que es,<br />
el que era y el que viene". Además, esta última expresión va acompañada<br />
de otra muy característica del evangelio de Juan, el "yo soy": "yo soy el<br />
Alfa y la Omega".<br />
Nosotros nos alegramos que nuestro Salva<strong>do</strong>r haya si<strong>do</strong> constitui<strong>do</strong> Señor<br />
y Rey de la historia y Cabeza de la Iglesia. Porque también nosotros<br />
El tiempo ordinario 4f>5<br />
participamos de su riqueza. El Apocalipsis afirma, en el pasaje de hoy, que,<br />
sien<strong>do</strong> como es él Rey y Sacer<strong>do</strong>te, "nos ha converti<strong>do</strong> a nosotros en un<br />
reino y hecho sacer<strong>do</strong>tes de Dios, su Padre".<br />
Mi reino no es de este mun<strong>do</strong><br />
El mismo Jesús matiza el carácter de su reina<strong>do</strong>: "mi reino no es de este<br />
mun<strong>do</strong>".<br />
No es un reina<strong>do</strong> de poder y riqueza: "si mi reino fuera de este mun<strong>do</strong>, mi<br />
guardia habría lucha<strong>do</strong>...".<br />
A lo largo del evangelio, y en particular pocas horas después de su diálogo<br />
con Pilato, se ve que este Rey está clava<strong>do</strong> en la cruz, que salva a los suyos<br />
mediante su sacrificio. Como dice el Apocalipsis, "aquel que nos ama, nos<br />
ha libra<strong>do</strong> de nuestros peca<strong>do</strong>s por su sangre". Es un Rey que no intenta<br />
imponer su <strong>do</strong>minio, sino que ha veni<strong>do</strong> a servir y a dar su vida por to<strong>do</strong>s.<br />
El cambio de fecha que se llevó a cabo en la reforma postconciliar para esta<br />
fiesta supuso un cambio de tono: de una cierta tonalidad de fiesta que en<br />
las primeras décadas del siglo XX tenía incidencia en lo socio-político, se<br />
pasó claramente a un senti<strong>do</strong> más cristológico, espiritual y escatológico. O<br />
sea, que este Reino de Jesús madurará al final de la historia.<br />
Sus segui<strong>do</strong>res -cada uno de nosotros- tendremos que aprender esta<br />
lección. Nuestra actitud no debe ser de <strong>do</strong>minio, sino de servicio. No de<br />
prestigio político o económico, sino de diálogo humilde y comunica<strong>do</strong>r de<br />
esperanza. Evangelizamos más a este mun<strong>do</strong> con nuestra entrega generosa<br />
que con nuestros discursos o en la ostentación de nuestras instituciones.<br />
En nosotros también debe cumplirse lo de que "nuestro reino no es de este<br />
mun<strong>do</strong>". No vaya a ser que, como comunidad o como personas particulares,<br />
y siguien<strong>do</strong> las tendencias de este mun<strong>do</strong>, persigamos los valores de aquí<br />
abajo y no los que él nos ha enseña<strong>do</strong>.<br />
Dichosos los invita<strong>do</strong>s al banquete de bodas del Reino<br />
En el Padrenuestro pedimos siempre: "venga a nosotros tu reino". Hoy lo<br />
podemos rezar o cantar con mayor confianza. Porque creemos en Cristo,