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DOMINGO 34.<br />
JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO<br />
Una fiesta que mira al futuro<br />
-I-<br />
Estamos terminan<strong>do</strong> el año litúrgico. El <strong>do</strong>mingo que viene, con el<br />
Adviento, iniciaremos de nuevo ese proceso celebrativo que nos hace<br />
participar un año más de la gracia de la salvación.<br />
La fiesta de Cristo Rey del Universo, con la que concluimos el año, antes<br />
se celebraba el último <strong>do</strong>mingo de octubre, desde el año 1925 en que<br />
la instituyó el papa Pío XI. Pero en la reforma de Pablo VI, el 1969, se<br />
trasladó, de muy buen acuer<strong>do</strong>, al último <strong>do</strong>mingo del año cristiano, el<br />
<strong>do</strong>mingo 34 del Tiempo Ordinario.<br />
Nuestra mirada a Jesús como Rey del Universo, ahora con un tono<br />
claramente escatológico, miran<strong>do</strong> al futuro de la historia, debe guiarse<br />
sobre to<strong>do</strong> por los textos de lecturas, oraciones y cantos, que nos ayudan a<br />
entrar en el misterio de esta fiesta y ver nuestra historia como un proceso<br />
del Reino que se está gestan<strong>do</strong> y maduran<strong>do</strong> hasta el final de los tiempos.<br />
Cada año tiene un color diferente esta fiesta de la realeza de Cristo. En este<br />
ciclo B escuchamos la confesión del mismo Jesús, ante Pilato, dicien<strong>do</strong> que<br />
es Rey. Pero en seguida él mismo dice que su reino no es de este mun<strong>do</strong>.<br />
El tiempo ordinario 463<br />
Daniel 7,13-14. Su <strong>do</strong>minio es eterno y no pasa<br />
Leemos un breve pasaje del mismo libro que leíamos el <strong>do</strong>mingo pasa<strong>do</strong>:<br />
el de Daniel, escrito en tiempo de una persecución muy dura contra la fe<br />
de Israel, con el propósito de animar a sus contemporáneos a ser fieles y<br />
perseverar en la fe de los mayores, sin ceder a los intentos de paganización<br />
del rey Antíoco Epífanes.<br />
El profeta tiene una visión en la que contempla una solemne entronización<br />
real. Ante el trono de Dios aparece sobre las nubes del cielo -un símbolo muy<br />
antiguo de la presencia de la divinidad "uno como un hijo de hombre", al<br />
que se le concede "poder real y <strong>do</strong>minio, y su reino no tendrá fin".<br />
Naturalmente, el salmo que hace eco a esta lectura es uno de los salmos<br />
"reales": "el Señor reina, vesti<strong>do</strong> de majestad"-, "tu trono está firme desde<br />
siempre y tú eres eterno".<br />
Apocalipsis 1, 5-8. El príncipe de los reyes de la tierra<br />
nos ha converti<strong>do</strong> en un reino y hecho sacer<strong>do</strong>tes de Dios<br />
La primera visión del Apocalipsis contempla a Cristo como "el testigo fiel,<br />
el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra".<br />
También aquí, como en el libro de Daniel, "viene en las nubes". Y se llama<br />
a sí mismo "Alfa y Omega, el que es, el que era y el que viene".<br />
El reina<strong>do</strong> de Cristo tiene consecuencias para nosotros, porque "nos ha<br />
converti<strong>do</strong> en un reino y hecho sacer<strong>do</strong>tes de Dios su Padre". Por eso<br />
prorrumpe en aclamaciones: "a él la gloria y el poder por los siglos".<br />
Juan 18, 33b-37. Tú lo dices: soy rey<br />
No leemos hoy ningún pasaje del "evangelista del año, Marcos", porque no<br />
hay en él ninguna página expresiva de la realeza de Cristo, y por eso se ha<br />
elegi<strong>do</strong> el diálogo de Jesús con Pilato.<br />
Pilato está intriga<strong>do</strong> por la acusación con la que le han traí<strong>do</strong> a su presencia:<br />
que se hace llamar "rey de los judíos", mientras que sus acusa<strong>do</strong>res,