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Pablo alaba a los cristianos de Mace<strong>do</strong>nia, que no eran muy ricos, pero<br />
en su pobreza dieron mucho para la comunidad de Jerusalén: "desde su<br />
extrema pobreza han desborda<strong>do</strong> en tesoros de generosidad". Además,<br />
dice Pablo que lo principal fue la entrega de sí mismos, no tanto el dinero<br />
que recogieron: "según sus posibilidades, y aun sobre sus posibilidades, se<br />
entregaron a sí mismos" (2Co 8,2-5).<br />
Cuan<strong>do</strong> en el espacio del ofertorio de la misa aportamos al altar el pan y el<br />
vino para la Eucaristía, lo único que la introducción al Misal permite que<br />
se lleve además no son ofrendas pintorescas, más o menos simbólicas, sino<br />
"dinero u otras <strong>do</strong>naciones para los pobres o para la iglesia" (IGMR 73).<br />
Además, dice que en la Eucaristía no sólo "ofrecen la víctima inmaculada,<br />
sino que aprendan a ofrecerse a sí mismos" (IGMR 79f).<br />
Dios no se dejará ganar en generosidad, si somos como esas buenas mujeres<br />
que, desde su pobreza, y fián<strong>do</strong>se de él, lo dan to<strong>do</strong>: si somos capaces de<br />
correr la aventura de dar lo último que poseemos.<br />
El sacrificio único de Cristo<br />
El Sacer<strong>do</strong>cio de Cristo es muy superior al del AT, porque él es el Media<strong>do</strong>r<br />
de una Alianza nueva.<br />
El sumo sacer<strong>do</strong>te de Israel entraba en el "santísimo", el espacio más<br />
sagra<strong>do</strong> del Templo, para ofrecer sacrificios por sí y por el pueblo, pero,<br />
como no ofrecía más que sangre de animales, su ministerio no era eficaz<br />
y lo tenía que repetir cada año. No así Cristo, que entró en el santuario del<br />
cielo, no en un templo humano, y lo hizo de una vez por todas, porque se<br />
entregó a sí mismo, no sangre ajena. Así como to<strong>do</strong>s morimos una vez,<br />
también Cristo, por absoluta solidaridad con nuestra condición humana,<br />
se sometió a la muerte "para destruir el peca<strong>do</strong> con el sacrificio de sí<br />
mismo".<br />
Tenemos un Sacer<strong>do</strong>te en el cielo que ha entra<strong>do</strong> en la presencia de Dios<br />
para siempre. Tenemos un Media<strong>do</strong>r siempre dispuesto a interceder por<br />
nosotros. Como el autor de la carta no se cansa de repetirlo, tampoco<br />
nosotros nos deberíamos cansar de recordar esta buena noticia, deján<strong>do</strong>nos<br />
El tiempo ordinario 455<br />
impregnar por ella porque, gracias a ese Media<strong>do</strong>r, tenemos el acceso a<br />
Dios como el de los hijos a su Padre.<br />
Esto sucede sobre to<strong>do</strong> en el momento de la Eucaristía. El sacrificio de<br />
Cristo fue único, hace <strong>do</strong>s mil años, en el Calvario. Pero nosotros lo<br />
celebramos cada día. Él mismo nos lo encargó: "haced esto en memoria<br />
mía". San Pablo sitúa claramente cada celebración entre el pasa<strong>do</strong> de la<br />
cruz y el futuro de la última venida del Señor: "cada vez que coméis este<br />
pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga"<br />
(ICo 11,26).<br />
Según la introducción al Misal, significamos con mayor plenitud de<br />
senti<strong>do</strong> este sacramento si comulgamos también con vino, que "expresa<br />
más claramente la voluntad con que se ratifica en la sangre del Señor la<br />
alianza nueva y eterna" (IGMR 281)