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hipocresía) y el egoísmo (en vez de ayudar a los pobres y viudas, se<br />
aprovechan de su posición en beneficio propio).<br />
A continuación alaba delante de to<strong>do</strong>s a la pobre viuda que echa en los<br />
cepillos del Templo <strong>do</strong>s reales, una cantidad insignificante, pero que es<br />
to<strong>do</strong> lo que ha podi<strong>do</strong> ahorrar y le haría falta a ella misma. Los demás<br />
echan de lo que les sobra. Ella, de lo que necesita para su sustento.<br />
Dos mujeres pobres y generosas<br />
-II-<br />
Son sencillas y sugerentes las <strong>do</strong>s escenas paralelas que escuchamos hoy:<br />
la viuda de Sarepta que ayuda a Elias y la viuda del Templo que echa unas<br />
monedas para el culto de Dios.<br />
La de Sarepta, pagana, tiene <strong>do</strong>ble mérito en fiarse del profeta y de su Dios,<br />
pero le da to<strong>do</strong> lo que pide, que es también to<strong>do</strong> lo que ella tiene para su<br />
sustento y el de su hijo. Y ve premiada su generosidad por Dios. Con razón<br />
la alaba Jesús, en su primera homilía en Nazaret (Le 4, 26), provocan<strong>do</strong>,<br />
por cierto, las iras de sus paisanos, porque alababa la fe de una pagana.<br />
La viuda del Templo también es pobre, pero se acerca a los encarga<strong>do</strong>s de<br />
las limosnas y entrega to<strong>do</strong> lo que tiene, <strong>do</strong>s reales, para contribuir al culto<br />
de Dios. Jesús la alaba. No alaba la pobreza, alaba la generosidad. Y deja<br />
en evidencia a los que acaba de nombrar, los escribas orgullosos. Marcos<br />
escribe el episodio para que las generaciones siguientes admiren el gesto<br />
de aquella mujer y lo imiten.<br />
¿Dónde quedamos retrata<strong>do</strong>s nosotros?<br />
Las lecturas bíblicas son siempre como un espejo en el que mirarnos v<br />
ver si nuestra vida está de acuer<strong>do</strong> con la mentalidad de Dios, deján<strong>do</strong>no<br />
interpelar sobre nuestra conducta y nuestras intenciones.<br />
El tiempo ordinario 453<br />
Sería una lástima que nos viéramos retrata<strong>do</strong>s en la actitud de los escribas,<br />
tan criticada por Jesús. Les encanta "pasearse con amplio ropaje y que les<br />
hagan reverencias", "buscan los asientos de honor y los primeros puestos";<br />
además son hipócritas y codiciosos: "devoran los bienes de las viudas con<br />
pretexto de largos rezos". A to<strong>do</strong>s nos gustan los primeros lugares, que<br />
nos alaben y que nos tengan por importantes y santos. A to<strong>do</strong>s nos atrae el<br />
dinero.<br />
También nos ponen un interrogante las <strong>do</strong>s mujeres protagonistas de las<br />
lecturas de hoy. ¿Sabemos hacer el bien sin llamar la atención? ¿somos<br />
desprendi<strong>do</strong>s de los muchos o pocos bienes que tenemos? A la viuda del<br />
Templo no le aplaudieron los hombres, que no se hubieran da<strong>do</strong> ni cuenta<br />
si no llega a ser por la observación de Jesús. Pero Jesús sí se dio cuenta y<br />
la puso como modelo para generaciones y generaciones de cristianos. Le<br />
aplaudió Dios: "el Señor, que ve en lo oculto, te lo recompensará", dijo<br />
Jesús en el sermón de la montaña.<br />
Dios lo ve to<strong>do</strong>. Los que han recibi<strong>do</strong> diez talentos, pueden dar más. Los<br />
que sólo uno, menos. Pero Dios ve el corazón. No to<strong>do</strong>s son líderes, ni<br />
salen en los periódicos ni son ricos para poder hacer grandes <strong>do</strong>naciones.<br />
La mujer de Sarepta dio un vaso de agua y un pan. La del Templo, <strong>do</strong>s<br />
reales. Pero ambas lo dieron con amor.<br />
Además, dieron lo que necesitaban ellas mismas. Con ello corrieron el<br />
riesgo de un futuro desconoci<strong>do</strong>, sin ninguna seguridad. ¿Damos alguna<br />
vez, no de lo que nos sobra, sino de lo que nos haría falta a nosotros?<br />
¿imitamos, sobre to<strong>do</strong>, el ejemplo de Jesús que, como nos dice hoy la carta<br />
a los Hebreos, no ofreció como sacrificio sangre ajena, sino que "se ofreció<br />
a sí mismo"? ¿Damos sólo limosna, o nos entregamos a nosotros mismos:<br />
nuestro tiempo, nuestro trabajo, nuestro amor?<br />
Cuan<strong>do</strong> vemos a otros en situaciones difíciles, ¿les ayudamos, sabemos<br />
compartir con ellos los pocos bienes o ánimos que nos quedan? O, como<br />
en el caso de Elias, y en la parábola del buen samaritano que contará Jesús,<br />
¿será verdad que los extranjeros son más generosos que los creyentes a la<br />
hora de atender al necesita<strong>do</strong>? O, como en el caso de las <strong>do</strong>s mujeres, ¿será<br />
verdad que son los pobres los que habitualmente son más generosos que<br />
los que tienen más?