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Es una alegría exigente, la del cristiano<br />
No to<strong>do</strong> es alegría, al menos no to<strong>do</strong> es alegría como a veces se puede<br />
entender superficialmente. Una buena noticia es también exigente. No hay<br />
en el fon<strong>do</strong> nada más exigente que el amor y la amistad.<br />
Isaías nos ha dicho que Dios quiere hacer brotar la justicia en nuestro mun<strong>do</strong>:<br />
no puede haber alegría verdadera si no trabajamos por mejorar las cosas, la<br />
sociedad, la suerte de tantas personas que sufren.<br />
Pablo nos ha propuesto como lema: "guardaos de toda forma de maldad".<br />
Precisamente porque entendemos como noticia festiva la venida de Cristo,<br />
eso nos obliga a aceptar su programa de vida, a rechazar to<strong>do</strong> lo que es<br />
anti-cristiano y a luchar contra el peca<strong>do</strong>: que "vuestro ser entero, cuerpo y<br />
alma, sea custodia<strong>do</strong> sin reproche hasta la venida del Señor".<br />
Lo mismo el Bautista, que nos repite hoy la consigna que ya el <strong>do</strong>mingo<br />
pasa<strong>do</strong> le escuchábamos: "allanad el camino del Señor". To<strong>do</strong>s sabemos que<br />
preparar el camino al que viene es una actitud comprometida y activa.<br />
Testigos de la Luz<br />
Como los profetas fueron portavoces de la salvación de Dios en el AT, y<br />
como Juan el Precursor fue la voz que preparaba la venida del Mesías, así<br />
ahora la Iglesia, o sea, nosotros, somos llama<strong>do</strong>s a ser testigos de la Luz<br />
que es Cristo. Y como Juan no se presentó a sí mismo como el salva<strong>do</strong>r, así<br />
la comunidad cristiana no tiene la misión de defenderse ni de absolutizarse<br />
a sí misma, sino la de anunciar a este mun<strong>do</strong> que la verdadera Luz está en<br />
Cristo Jesús.<br />
A los cristianos se nos encarga la misión de ser testigos de la luz en medio<br />
de la noche, en medio del desierto, en medio de un mun<strong>do</strong> que no ve o no<br />
quiere ver esa luz, un mun<strong>do</strong> a veces desconcerta<strong>do</strong> y que camina inseguro,<br />
palpan<strong>do</strong> en las tinieblas o en la penumbra. En la sociedad en la que vivimos<br />
se puede decir también hoy con mucha razón, como en el caso del Bautista:<br />
"en medio de vosotros hay uno a quien no conocéis", porque el mun<strong>do</strong> no<br />
sabe descubrir los signos de la presencia del Salva<strong>do</strong>r en su historia.<br />
Adviento 45<br />
El auténtico "ungi<strong>do</strong>" que anunciaba el profeta, y que iba a proclamar el "año<br />
de gracia" de la salvación de Dios, fue Cristo Jesús. "Ungi<strong>do</strong>" es lo mismo<br />
que "Cristo" en griego y que "Mesías" en hebreo. Ahora somos nosotros,<br />
los "cristianos", "los que pertenecen al Ungi<strong>do</strong>, a Cristo", los que tenemos<br />
que seguir proclaman<strong>do</strong> ese mismo mensaje lleno de esperanza.<br />
Eso sí, tenemos la convicción de que ser testigos de otra Luz distinta de<br />
la que se busca en este mun<strong>do</strong> puede resultar incómo<strong>do</strong> para la sociedad<br />
y que fácilmente provoca suspicacias. A Juan no sólo le interrogaron las<br />
autoridades del tiempo, sino que, finalmente, se deshicieron de él y le<br />
eliminaron. Los cristianos no se tienen que dejar "<strong>do</strong>mesticar" ni por los<br />
poderosos ni por las modas ni por las estadísticas, sino anunciar a Cristo<br />
y, a veces, denunciar lo que vean contrario a los derechos humanos y al<br />
proyecto salva<strong>do</strong>r de Dios.<br />
En concreto, ¿cómo lograremos los cristianos ser testigos eficaces de la Luz<br />
de Cristo en nuestra familia, en nuestro medio de trabaj o, en nuestra sociedad?<br />
Sobre to<strong>do</strong> con nuestras obras, con nuestro estilo de vida. Seremos convincentes<br />
si también nosotros, como anunciaba el profeta, animamos a los que<br />
sufren, vendamos los corazones desgarra<strong>do</strong>s, concedemos por nuestra parte<br />
la amnistía y la liberación a los cautivos y prisioneros, y proclamamos, no<br />
una fe cristiana triste y angustiosa, sino positiva y esperanza<strong>do</strong>ra, centrada<br />
en el mensaje del amor y de la gracia de Dios.<br />
Entonces sí podremos convencer a alguien que es posible otro mun<strong>do</strong> mejor,<br />
con más justicia y esperanza para to<strong>do</strong>s. Por una parte, constantes en la oración<br />
y en la acción de gracias, pero también atentos a trabajar por la justicia<br />
y a luchar contra toda forma de maldad, en nosotros y en la sociedad.<br />
Siempre que celebramos la Eucaristía, en la que se condensan de alguna<br />
manera las varias presencias del Envia<strong>do</strong> de Dios, tenemos motivos para<br />
cantar nuestra alegría, para dar gracias a Dios por su salvación, y para comprometernos<br />
a que esta celebración sea luego motor de un estilo de vida<br />
coherente que invite a otros a creer que los planes de Dios son libera<strong>do</strong>res y<br />
que vale la pena trabajar por conseguir un mun<strong>do</strong> mejor. La Eucaristía debe<br />
ayudarnos a crecer en alegría y también en compromiso cristiano.<br />
Los hombres de nuestro tiempo no ven ya a Jesús por las calles de la ciudad.