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Pero hoy leemos, ya en sus últimos capítulos, una página esperanza<strong>do</strong>ra, la<br />
vuelta de los israelitas del destierro: "el Señor ha salva<strong>do</strong> a su pueblo", "os<br />
traeré del país del Norte", "seré un padre para Israel".<br />
Además, dice explícitamente que en la multitud que retornará habrá<br />
"ciegos y cojos". Es lo que prepara más explícitamente la curación del<br />
ciego que realizará Jesús, según leeremos en el evangelio.<br />
También el salmo tiene un color optimista: "cuan<strong>do</strong> el Señor cambió la<br />
suerte de Sión", "al ir, iban lloran<strong>do</strong>; al volver, vuelven cantan<strong>do</strong>". En<br />
verdad pueden decir los creyentes del pueblo elegi<strong>do</strong>: "el Señor ha esta<strong>do</strong><br />
grande con nosotros y estamos alegres".<br />
Hebreos 5,1-6. Tú eres sacer<strong>do</strong>te eterno, según el rito de Melquisedec<br />
Para destacar la neta superioridad del sacer<strong>do</strong>cio de Cristo en relación<br />
al sacer<strong>do</strong>cio de la antigua Alianza, la que se concentraba en el Templo<br />
de Jerusalén, el autor de la carta describe ante to<strong>do</strong> -y es lo que leemos<br />
hoy- las características de estos sacer<strong>do</strong>tes.<br />
Un sacer<strong>do</strong>te es un hombre que "representa a los hombres en el culto a<br />
Dios, y ofrece <strong>do</strong>nes y sacrificios" en nombre de to<strong>do</strong>s. Hombre como es,<br />
"envuelto en debilidades" él mismo, debe "comprender a los extravia<strong>do</strong>s",<br />
y además "tiene que ofrecer sacrificios por sus propios peca<strong>do</strong>s", antes que<br />
por los del pueblo.<br />
Eso sí, nadie puede arrogarse el honor del sacer<strong>do</strong>cio por su cuenta. Aarón<br />
fue nombra<strong>do</strong>. En el AT los sacer<strong>do</strong>tes recibían el ministerio por una<br />
sucesión familiar, dentro de la tribu de Leví. Cristo recibió el sacer<strong>do</strong>cio<br />
del mismo Dios, no de manos humanas: "Tú eres sacer<strong>do</strong>te eterno".<br />
Se compara este sacer<strong>do</strong>cio con el de Melquisedec, personaje misterioso<br />
que aparece en la historia de Abrahán.<br />
Marcos 10, 46-52. Maestro, haz que pueda ver<br />
A la salida de Jericó, ya casi a las puertas de Jerusalén, sucede la milagrosa<br />
curación del ciego Bartimeo.<br />
El tiempo ordinario<br />
Marcos hace de la escena un relato vivo, dinámico, lleno de detalles: el<br />
ciego que está en la cuneta del camino, pidien<strong>do</strong> limosna; oye la multitud<br />
que pasa, se entera que es Jesús y empieza a gritar: "Hijo de David, ten<br />
compasión de mí", y a pesar de que le regañan para que se calle, él grita<br />
más fuerte. Jesús se detiene, manda que le llamen. Alguien se acerca al<br />
ciego y le anima a que se acerque. Él suelta el manto, da un salto y se<br />
acerca a Jesús. El diálogo es breve y dinámico: "¿qué quieres que haga<br />
por ti?", "Maestro, que pueda ver". Jesús le cura devolvién<strong>do</strong>le la vista y<br />
le dice: "anda, tu fe te ha cura<strong>do</strong>", unas palabras muy parecidas a las que<br />
había dicho a la mujer enferma de hemorragias. Y el ciego "lo seguía por<br />
el camino". Aquí no hay ninguna orden de que se callen. No hay rastro del<br />
"secreto mesiánico". Ya es inminente el final.<br />
El que se conserve el nombre de Bartimeo se debe tal vez que luego fue<br />
uno de los discípulos conoci<strong>do</strong>s de la primera generación.<br />
Dios devuelve la vista a los ciegos<br />
-II-<br />
Lo que había prometi<strong>do</strong> Dios, según Jeremías, de que haría volver al<br />
pueblo, con gran gozo, del destierro, inclui<strong>do</strong>s los "ciegos y los cojos", se<br />
cumple en Jesús.<br />
Lo de devolver la vista a los ciegos ya se anunciaba, sobre to<strong>do</strong> en Isaías,<br />
como uno de los signos mesiánicos. Por eso los cuatro evangelistas narran<br />
episodios de curación de ciegos. Es uno de los "signos" más expresivos de<br />
la salvación que viene a traer el Mesías envia<strong>do</strong> por Dios.<br />
Es triste el destino de los ciegos. Su ceguera, su tiniebla continuada, el<br />
aban<strong>do</strong>no que solían padecer en la sociedad, que les obligaba casi siempre<br />
a la vida de mendicantes, era un vivo retrato de la miseria humana y de la<br />
marginación social.<br />
Pero esta ceguera de los ojos del cuerpo es símbolo de otras clases de<br />
ceguera. Hay personas que gozan de muy buena vista física, pero se puede<br />
decir que están ciegas espiritualmente. Esa parece ser la intención de que<br />
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