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de no prohibir a nadie ejercer su profetismo aunque no esté exactamente<br />
dentro del grupo de los elegi<strong>do</strong>s.<br />
Además, en la página que leemos hoy, Marcos ha reuni<strong>do</strong> otra serie de<br />
enseñanzas: a) el vaso de agua da<strong>do</strong> a sus segui<strong>do</strong>res no quedará sin<br />
recompensa, como nos recuerda el examen final: "me disteis de beber"; b)<br />
las duras palabras contra los que escandalizan a los débiles, y c) la radical<br />
recomendación de "cortarnos" la mano, o el pie o el ojo si nos tientan y<br />
nos hacen caer.<br />
-II-<br />
¿Tenemos el monopolio del Espíritu?<br />
Los <strong>do</strong>s episodios paralelos nos enseñan plásticamente la amplitud de<br />
corazón de Moisés y de Jesús en contraste con la estrechez de miras de<br />
Josué y de Juan.<br />
El Espíritu, que antes parecía ser exclusiva de Moisés, el gran lider del<br />
pueblo, se "reparte" ahora entre los 70 ancianos, inclui<strong>do</strong>s los <strong>do</strong>s que<br />
no acudieron a la reunión. El "exorcista por libre" de que habla Marcos<br />
parece tener el Espíritu de Dios, porque es eficaz en liberar del maligno a<br />
los posesos, cosa que, por cierto, los apóstoles no habían logra<strong>do</strong> hasta que<br />
llegó Jesús de vuelta del monte de la transfiguración. En verdad, el Espíritu<br />
sopla <strong>do</strong>nde quiere, está lleno de sorpresas y no sigue necesariamente<br />
nuestros programas.<br />
Josué interviene decidi<strong>do</strong>: "señor mío, Moisés, prohíbeselo". Juan hace<br />
lo propio: "se lo hemos queri<strong>do</strong> impedir, porque no es de los nuestros".<br />
Juan, junto con su hermano Santiago, ya había teni<strong>do</strong> otra intervención<br />
intransigente, cuan<strong>do</strong> pretendía hacer bajar fuego sobre la aldea que en<br />
Samaría no había queri<strong>do</strong> recibirles, cosa que les valió una reprimenda de<br />
Jesús.<br />
La respuesta de Moisés fue de un corazón magnánimo: ¡Ojalá to<strong>do</strong> el<br />
pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor! Y la de<br />
El tiempo ordinario<br />
Jesús, también: "no se lo impidáis: uno que hace milagros en mi nombre<br />
no puede luego hablar mal de mí: el que no está contra nosotros está a favor<br />
nuestro".<br />
Puede muy bien pasar, y ha pasa<strong>do</strong> más de una vez, en la historia de la<br />
Iglesia, que los católicos hayamos creí<strong>do</strong> poseer el monopolio de la verdad<br />
y del Espíritu. Basta leer la declaración conciliar "Nostra Aetate", sobre<br />
las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, para ver el<br />
cambio que supone la nueva visión. Lo mismo sucede con el nuevo clima<br />
de diálogo y mutua comprensión que se quiere crear entre las diversas<br />
profesiones cristianas y la Iglesia católica en la "Unitatis Redintegratio".<br />
Pero puede seguir viva la tentación de este monopolio en otros ámbitos.<br />
Como en la relación entre el clero y los laicos, entre los mayores y los<br />
jóvenes, entre los hombres y las mujeres, entre los "encarga<strong>do</strong>s" de un<br />
ministerio en la comunidad y los que no lo son. Unos y otros a veces<br />
queremos usurpar el Espíritu, monopolizar la verdad y la razón para<br />
nosotros. Tendemos a cerrar el grupo y formar un "ghetto" eclesiástico,<br />
rechazan<strong>do</strong> instintivamente a los que "no son de los nuestros" y los<br />
movimientos e ideas que no tenemos controla<strong>do</strong>s nosotros.<br />
A veces es por celos, si vemos que otros tienen más éxito que nosotros:<br />
¿es extraño que un ministro ordena<strong>do</strong> tienda a la suspicacia si ve que los<br />
laicos tienen iniciativas, o una persona mayor si observa cómo los jóvenes<br />
muestran creatividad? No nos resulta fácil reconocer que hay otros que<br />
tienen muy buenas ideas y consiguen más éxito que nosotros. En esto fue<br />
modélico Pablo, cuan<strong>do</strong> en sus viajes se encontró con aquellos <strong>do</strong>s laicos<br />
que también se dedicaban a la evangelización: Aquila y Priscila. Lejos<br />
de incomodarse con ellos, o sospechar de su orto<strong>do</strong>xia, les ayudó con<br />
sinceridad.<br />
No somos los únicos buenos. No somos dueños del Espíritu. Deberíamos<br />
ser más fáciles en reconocer los valores que tienen otros y alegrarnos de<br />
sus éxitos. Porque no se trata de que el bien lo hagamos nosotros, para que<br />
nos aplaudan, sino de que el bien se haga, sea quien sea quien lo haga, y<br />
que este mun<strong>do</strong> se vea en efecto libre de sus demonios y opresiones.<br />
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