aldazabal, jose - do..
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400 (funerales, bodas). No es de extrañar que el Vaticano II, en el documento de liturgia, tuviera que mandar que "en la liturgia no se hará acepción de personas o de condición social, ni en las ceremonias en el ornato exterior" (SC 32). Pero en nuestra vida comunitaria y social podemos seguir faltando a esta regla de oro. Como en la historia ha existido el nepotismo y el favoritismo, o el que ahora llamamos "tráfico de influencias", también nosotros podemos tratar bien a unas personas marginando a otras, usando medidas distintas según los casos, siguiendo el criterio de ricos y pobres, o según la raza o la lengua o la cultura o la simpatía o el interés que nos despierten. ¿A quién no le gusta salir en la foto al lado de personas famosas? Es la regla que se sigue en el mundo: se honra a los ricos, a los que han tenido éxito, a los famosos. A los otros, no. Dios quiere a todos, hace salir el sol sobre buenos y malos, y si por alguna muestra preferencia, es por las personas sencillas y humildes. Cristo se entregó por todos. Todos somos imagen de Dios. Todos somos hermanos. Una persona, por rica o simpática que sea, no es más que otra. En todo caso, tanto la preferencia de Dios como la de Cristo iban a favor de los pobres y los que han tenido poca suerte en la vida. No precisamente de los ricos, que ya están pagados de sí mismos. Tendríamos que tratar igual a un pobre, a un emigrante, a un desconocido, que a un rico o un amigo. Antes de ir a comulgar, el darnos la mano como gesto de paz con los que tenemos al lado, conocidos o no, de la misma edad y condición social o no, es un ejercicio de universalidad y fraternidad que nos puede ir corrigiendo precisamente de esta acepción de personas que critica Santiago. Al dar la mano indistintamente a personas simpáticas o no, cercanas o no, lo hacemos pensando que Cristo se ha entregado por nosotros tanto como por los demás y que ahora vamos acudir a comulgar con él unos y otros. Si Cristo les acoge, ¿quiénes somos nosotros para hacer discriminaciones humillantes? DOMINGO 24 DEL TIEMPO ORDINARIO -I- Punto crucial en el evangelio de Marcos Dicen los entendidos que el pasaje que leemos hoy en el evangelio de Marcos es como el final de su primera parte y punto de flexión hacia la segunda. Pronto dejará Galilea y emprenderá la subida a Jerusalén. Había empezado el libro anunciando: "comienzo del evangelio de Jesús el Cristo (el Mesías), Hijo de Dios". Hoy leemos la primera confesión clara de Pedro: "Tú eres el Mesías". Al final escucharemos la sorprendente afirmación del centurión romano: "verdaderamente este hombre era Hijo de Dios". Mesías e Hijo de Dios. También leemos hoy el primero de los anuncios que Jesús hace, "con toda claridad", de su pasión, muerte y resurrección, preparada por el canto del Siervo de Isaías, y la reacción espontánea de Pedro. Estamos en el punto central del evangelio: se trata de la recta interpretación de la persona y de la misión de Jesús. Isaías 50, 5-9a. Ofrecí la espalda a los que me apaleaban De los cuatro "cantos del Siervo de Yahvé" que nos ofrece Isaías, leemos hoy el tercero, en el que subraya expresivamente las contradicciones que
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de liturgia, tuviera que mandar que "en la liturgia no se hará acepción de<br />
personas o de condición social, ni en las ceremonias en el ornato exterior"<br />
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Pero en nuestra vida comunitaria y social podemos seguir faltan<strong>do</strong> a esta<br />
regla de oro. Como en la historia ha existi<strong>do</strong> el nepotismo y el favoritismo,<br />
o el que ahora llamamos "tráfico de influencias", también nosotros<br />
podemos tratar bien a unas personas marginan<strong>do</strong> a otras, usan<strong>do</strong> medidas<br />
distintas según los casos, siguien<strong>do</strong> el criterio de ricos y pobres, o según la<br />
raza o la lengua o la cultura o la simpatía o el interés que nos despierten. ¿A<br />
quién no le gusta salir en la foto al la<strong>do</strong> de personas famosas? Es la regla<br />
que se sigue en el mun<strong>do</strong>: se honra a los ricos, a los que han teni<strong>do</strong> éxito, a<br />
los famosos. A los otros, no.<br />
Dios quiere a to<strong>do</strong>s, hace salir el sol sobre buenos y malos, y si por alguna<br />
muestra preferencia, es por las personas sencillas y humildes. Cristo se<br />
entregó por to<strong>do</strong>s. To<strong>do</strong>s somos imagen de Dios. To<strong>do</strong>s somos hermanos.<br />
Una persona, por rica o simpática que sea, no es más que otra. En to<strong>do</strong><br />
caso, tanto la preferencia de Dios como la de Cristo iban a favor de los<br />
pobres y los que han teni<strong>do</strong> poca suerte en la vida. No precisamente de los<br />
ricos, que ya están paga<strong>do</strong>s de sí mismos.<br />
Tendríamos que tratar igual a un pobre, a un emigrante, a un desconoci<strong>do</strong>,<br />
que a un rico o un amigo. Antes de ir a comulgar, el darnos la mano como<br />
gesto de paz con los que tenemos al la<strong>do</strong>, conoci<strong>do</strong>s o no, de la misma<br />
edad y condición social o no, es un ejercicio de universalidad y fraternidad<br />
que nos puede ir corrigien<strong>do</strong> precisamente de esta acepción de personas<br />
que critica Santiago. Al dar la mano indistintamente a personas simpáticas<br />
o no, cercanas o no, lo hacemos pensan<strong>do</strong> que Cristo se ha entrega<strong>do</strong> por<br />
nosotros tanto como por los demás y que ahora vamos acudir a comulgar<br />
con él unos y otros. Si Cristo les acoge, ¿quiénes somos nosotros para<br />
hacer discriminaciones humillantes?<br />
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Punto crucial en el evangelio de Marcos<br />
Dicen los entendi<strong>do</strong>s que el pasaje que leemos hoy en el evangelio de<br />
Marcos es como el final de su primera parte y punto de flexión hacia la<br />
segunda. Pronto dejará Galilea y emprenderá la subida a Jerusalén.<br />
Había empeza<strong>do</strong> el libro anuncian<strong>do</strong>: "comienzo del evangelio de Jesús<br />
el Cristo (el Mesías), Hijo de Dios". Hoy leemos la primera confesión<br />
clara de Pedro: "Tú eres el Mesías". Al final escucharemos la sorprendente<br />
afirmación del centurión romano: "verdaderamente este hombre era Hijo<br />
de Dios". Mesías e Hijo de Dios.<br />
También leemos hoy el primero de los anuncios que Jesús hace, "con toda<br />
claridad", de su pasión, muerte y resurrección, preparada por el canto del<br />
Siervo de Isaías, y la reacción espontánea de Pedro.<br />
Estamos en el punto central del evangelio: se trata de la recta interpretación<br />
de la persona y de la misión de Jesús.<br />
Isaías 50, 5-9a. Ofrecí la espalda a los que me apaleaban<br />
De los cuatro "cantos del Siervo de Yahvé" que nos ofrece Isaías, leemos<br />
hoy el tercero, en el que subraya expresivamente las contradicciones que