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aldazabal, jose - do..

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388<br />

el desierto y entrar a la Tierra Prometida, que recuerden la Alianza que<br />

sellaron con Yahvé al salir de Egipto y cumplan sus mandamientos.<br />

Los mandatos del Señor "son vuestra sabiduría" y to<strong>do</strong>s los que os vean<br />

dirán: "esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente". Moisés dice que<br />

deberían estar orgullosos de estos mandamientos que les ha da<strong>do</strong> Dios:<br />

"¿hay alguna nación que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor<br />

Dios de nosotros?".<br />

El salmo 14 es un canto al justo, que no se dedica a cosas extraordinarias,<br />

sino a "proceder honradamente y practicar la justicia", que "tiene<br />

intenciones leales, no calumnia, no hace mal a su prójimo, ni difama a su<br />

vecino". Nombra también otros detalles muy concretos: "no presta dinero a<br />

usura ni acepta soborno contra el inocente". Esa es la verdadera sabiduría:<br />

"el que así obra nunca fallará".<br />

Santiago 1,17-18.21b-22.27. Llevad a la práctica la palabra<br />

Empezamos hoy la lectura de esta carta, que se conoce con el nombre<br />

de Santiago, el pariente de Jesús y primer responsable de la comunidad<br />

de Jerusalén. No es segura esta atribución, porque era común en autores<br />

antiguos ampararse bajo el nombre de alguien conoci<strong>do</strong> y acepta<strong>do</strong>.<br />

Hoy recomienda Santiago que acojamos la Palabra de Dios en nuestra vida,<br />

porque es la única capaz de salvarnos, pero lo importante no es escucharla,<br />

sino llevarla a la práctica: "no os limitéis a escucharla". A continuación da<br />

<strong>do</strong>s consignas para que acertemos con la verdadera sabiduría y la religión<br />

que agrada a Dios: "la religión pura e intachable es esta: visitar huérfanos y<br />

viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mun<strong>do</strong>".<br />

Marcos 7, 1-8.14-15.21-23. Dejáis a un la<strong>do</strong> el mandamiento de Dios<br />

para aferraros a la tradición de los hombres<br />

El evangelio de Marcos, después del episodio de la multiplicación de los panes<br />

-que nuestra lectura <strong>do</strong>minical ha sustitui<strong>do</strong> con el capítulo "eucarístico" de<br />

Juan- sigue con las confrontaciones que se van sucedien<strong>do</strong> entre Jesús y los<br />

fariseos, apoya<strong>do</strong>s por unos escribas que vienen de Jerusalén.<br />

El tiempo ordinario 389<br />

Su crítica esta vez es porque los discípulos de Jesús comen sin hacer<br />

las abluciones de manos según "la tradición de los mayores". Jesús les<br />

acusa de hipócritas, citán<strong>do</strong>les a Isaías: "este pueblo me honra con los<br />

labios pero su corazón está lejos de mí". Los fariseos no buscan tanto "el<br />

mandamiento de Dios", sino que se aferran a "la tradición de los hombres",<br />

a la interpretación que ellos se han inventa<strong>do</strong> de esa ley de Dios.<br />

En concreto, sobre lo de la purificación de las manos a la hora de comer,<br />

Jesús le quita importancia y aprovecha la ocasión para expresar cuál es la<br />

pureza que él pretende. Lo que "entra de fuera", o sea, lo que se come, no<br />

importa mucho. Es lo que "sale del corazón" lo que puede "hacer impuro".<br />

Y a continuación hace lista de esas cosas que salen de dentro y son malas.<br />

-II-<br />

La ley de Dios es nuestra sabiduría<br />

No suele gustar al hombre de hoy el hablar de la ley, o de la norma objetiva<br />

de nuestro obrar. Sin embargo, las lecturas de hoy nos presentan la ley<br />

como un camino de sabiduría y de auténtica libertad.<br />

Moisés inculca a los suyos que sigan aman<strong>do</strong> la ley, que para ellos son los<br />

cinco libros del Pentateuco, con las normas que Dios les dio en la salida<br />

de Egipto y que sellaron con la Alianza del Sinaí: "escucha los man<strong>do</strong>s y<br />

decretos que yo os man<strong>do</strong> cumplir, y así viviréis".<br />

Seguir la ley de Dios es orientar nuestra vida hacia él y disponerse a<br />

cumplir su voluntad, no nuestro gusto. Eso es lo que nos dará la verdadera<br />

felicidad y la vida. Podría pensarse que obedecer a la ley nos priva de<br />

libertad o que cohibe nuestra personalidad. Pero en verdad seguir la ley de<br />

Dios es el camino que conduce al amor y a la libertad, y nos asegura que<br />

vamos por el recto camino.<br />

Para Moisés, en cumplir esa ley está la auténtica sabiduría: "ponedlos por<br />

obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia". De mo<strong>do</strong> que

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