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376<br />
Esta última sección de la catequesis de Jesús empieza con la misma frase<br />
con que terminaba la anterior: "yo soy el pan vivo que ha baja<strong>do</strong> del cielo".<br />
Pero ahora no se desarrolla con el tema de la fe -"creer" en él- sino con<br />
el eucarístico -"comer" la carne del Hijo del hombre- para tener la vida<br />
eterna.<br />
La objeción de los judíos ante estas palabras sí que es "eucarística" (antes<br />
habíamos escucha<strong>do</strong> una "cristológica"): "¿cómo puede este darnos a<br />
comer su carne?" (la pregunta no está exenta de lógica, porque en principio<br />
lo que dice Jesús parece increíble). La respuesta de Jesús no resta nada a lo<br />
dicho, sino que lo amplía: ahora habla de "comer" y de "beber" su Cuerpo<br />
y Sangre, y describe los efectos que van a acompañar a los que coman<br />
y beban esta "verdadera comida" y esta "verdadera bebida" que son su<br />
Cuerpo y su Sangre.<br />
El banquete que nos prepara Dios<br />
II-<br />
La de la comida es una buena metáfora para indicar lo que Dios quiere<br />
comunicarnos: él está siempre dispuesto a saciar el hambre de la humanidad<br />
y a llenarla de fiesta y de alegría.<br />
Invitar a comer y a beber no sólo pretende satisfacer el apetito o la sed, sino<br />
es un signo de amistad, de fiesta, de reconciliación si es el caso.<br />
Si se habla de la Sabiduría de Dios que nos quiere hacer un <strong>do</strong>n, esperaríamos<br />
que a continuación se nos concretase en una lección <strong>do</strong>ctrinal, pero aparece<br />
la imagen de la comida, con buen pan y vino exquisito. Lo mismo hará<br />
Jesús cuan<strong>do</strong>, por ejemplo, quiera expresarnos cómo será el Reino de los<br />
cielos: un banquete que prepara el rey para la boda de su hijo.<br />
En el contexto cristiano el comer tiene varios senti<strong>do</strong>s, incluso en el ámbito<br />
de la Eucaristía. Al comer el pan y beber el vino estamos convenci<strong>do</strong>s<br />
de que nos alimentamos con el Cuerpo y Sangre de Cristo: "mi carne<br />
El tiempo ordinario 377<br />
es verdadera comida. Es el alimento para nuestro camino. Como dice el<br />
Catecismo, "lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal,<br />
la comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual:<br />
vivifica, conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el<br />
Bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser alimenta<strong>do</strong> por<br />
la comunión eucarística, pan de nuestra peregrinación, hasta el momento<br />
de la muerte, cuan<strong>do</strong> nos sea dada como viático" (CCE 1392).<br />
Pablo entendió la comida como símbolo también de la fraternidad<br />
eclesial. El pan de la eucaristía, además de unirnos a Cristo, construye la<br />
comunidad: "un pan y un cuerpo somos, ya que participamos de un solo<br />
Pan"(lColO, 16-17).<br />
La Eucaristía: quien me come vive por mí<br />
Para nosotros los cristianos, este <strong>do</strong>n de Dios a la humanidad, bajo la<br />
imagen de la comida, prometi<strong>do</strong> en el AT y anuncia<strong>do</strong> ya próximamente<br />
por Jesús, no puede ser otro que la Eucaristía. Las palabras de Jesús, tal<br />
como suenan en el evangelio de Juan, escrito bastante más tarde que<br />
los sinópticos, no pueden dejar de referirse a la Eucaristía que ya están<br />
celebran<strong>do</strong> desde hace decenios.<br />
Si antes había dicho Jesús que "el que cree en él tiene vida eterna", ahora<br />
completa su revelación dicien<strong>do</strong> que "el que come su carne y bebe su<br />
sangre tiene vida eterna". Además de dársenos como Palabra viviente, él<br />
ha queri<strong>do</strong> identificarse con este pan y ese vino que aportamos al altar y<br />
dársenos así como alimento para el camino ("viático").<br />
Son admirables los efectos que dice Jesús que seguirán para los que le<br />
"coman" con fe. Ante to<strong>do</strong> dice: "el que come mi carne y bebe mi sangre<br />
habita en mí y yo en él". Es el verbo "permanecer", en el original, el mismo<br />
que empleará más tarde al hablar de la vid y de los sarmientos: si estos<br />
quieren dar fruto deben "permanecer" uni<strong>do</strong>s a la cepa principal que es<br />
Cristo mismo. Aquí se aplica a la Eucaristía.<br />
Pero hay otro efecto todavía más admirable, y que no nos hubiéramos<br />
atrevi<strong>do</strong> a afirmar nosotros, si no estuviera en el evangelio: "así como<br />
yo vivo por el Padre, del mismo mo<strong>do</strong> el que me come vivirá por mí".