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que es el que va buscan<strong>do</strong> la gente, y "el alimento que perdura para la vida<br />
eterna", que es el que quiere darles Jesús. El verdadero pan no fue el maná<br />
que les dio Moisés, sino el que les está dan<strong>do</strong> ahora mismo Dios envian<strong>do</strong><br />
a su Hijo: "yo soy el pan de vida: el que viene a mí no pasará hambre y el<br />
que cree en mí no pasará sed".<br />
Les dio a comer pan del cielo<br />
-II-<br />
El <strong>do</strong>mingo pasa<strong>do</strong> era el profeta Elíseo quien anticipaba de alguna manera<br />
la multiplicación de los panes por Jesús. Esta vez es Moisés quien consigue<br />
de Dios el alimento para los suyos en el desierto.<br />
En el momento del cansancio, el desánimo y la rebelión de los israelitas<br />
en el desierto, Dios sigue sien<strong>do</strong> el Dios cercano, el "yo soy", o sea, el<br />
"yo estoy", que escucha las voces de su pueblo y acude una vez más en su<br />
ayuda.<br />
También el hombre de hoy camina por el desierto, a veces carga<strong>do</strong> de<br />
preocupaciones, con crisis más o menos profundas. Hay muchas clases de<br />
hambre, además de la material: hambre de amor, de felicidad, de verdad, de<br />
seguridad, de senti<strong>do</strong> de la vida. Dios vuelve a estar cerca y se preocupa de<br />
dar su "pan" a los cansa<strong>do</strong>s. Ese pan es su Hijo, Cristo Jesús: "yo soy el pan<br />
de vida: el que viene a mí no pasará hambre y el que cree en mí no pasará<br />
sed". Los verbos "venir" y "creer" son típicos del evangelio de Juan.<br />
Aunque se emplee la metáfora del "pan", se puede decir que el discurso de<br />
Jesús, en esta parte, todavía no habla de la Eucaristía, sino de la fe. Creer<br />
en Jesús es comer el pan que Dios nos envía para sacar nuestra hambre: "el<br />
pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida del mun<strong>do</strong>... Yo soy el pan<br />
de vida". Más tarde escucharemos cómo dice Jesús que "el que come de<br />
este pan tendrá vida eterna". Pero de momento dice que esa vida eterna la<br />
tiene "el que cree en él".<br />
El tiempo ordinario 365<br />
Si el salmista afirmaba, agradeci<strong>do</strong>, que "Dios les dio un trigo del cielo"<br />
("panem de coelo praestitisti eis", cantábamos antes en la bendición con<br />
el Santísimo), nosotros con mucha más razón podemos estar agradeci<strong>do</strong>s a<br />
Dios porque nos ha da<strong>do</strong> el auténtico "pan del cielo" para nuestra hambre:<br />
Cristo Jesús.<br />
Algunos se contentan con la "olla de carne" de Egipto<br />
Lo que sucedía a aquel pueblo pasa también a muchos otros: añoran la<br />
esclavitud de Egipto. Se conforman con cosas materiales que son en<br />
verdad "alimento que perece".<br />
Lo malo no es tener hambre, sino no tener hambre de las cosas que valen<br />
la pena, no saber que nos falta el auténtico pan. Lo malo es quedarse<br />
satisfecho de la "olla de carne" que ofrece el mun<strong>do</strong>, con valores que no<br />
son los últimos.<br />
Para salvarse, primero hay que tener conciencia de que necesitamos ser<br />
salva<strong>do</strong>s. Pero salvarse a veces obliga a romper esquemas y tener que<br />
aceptar novedades incómodas en nuestra vida. Muchos prefieren no ser<br />
salva<strong>do</strong>s.<br />
Jesús hace claramente la distinción entre el pan material y el espiritual, que<br />
él quiere ofrecerles. La gente no pasa fácilmente del uno al otro: se quedan<br />
admira<strong>do</strong>s y agradeci<strong>do</strong>s porque han podi<strong>do</strong> comer pan, pero no llegan a<br />
la conclusión a la que Jesús les quiere conducir. Como pasa el ciego de<br />
la luz de los ojos que recibió a la luz de la fe que le interesaba a Jesús. O<br />
la mujer samaritana del agua del pozo al agua de vida eterna que Jesús le<br />
ofrecía. Por eso el evangelio de Juan no habla tanto de "milagros", sino de<br />
"signos", y por eso también Jesús insiste en lo que llamamos el "secreto<br />
mesiánico", porque a él le interesa que la gente no se quede en el milagro,<br />
sino que lo sepa interpretar en su significa<strong>do</strong> de fe. El auténtico pan no era<br />
el maná, sino lo que el maná prefiguraba: Cristo mismo.<br />
¿Tenemos hambre de Cristo? ¿deseamos ese pan que es Cristo, o nos<br />
conformamos con otros panes que no sacian el hambre de nadie?<br />
En la Eucaristía se nos da Cristo Jesús, ante to<strong>do</strong>, como la Palabra en la