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Juan 6,1-15. Repartió a los que estaban senta<strong>do</strong>s to<strong>do</strong> lo que quisieron<br />
Empezamos a leer el capítulo 6 de san Juan con la multiplicación milagrosa<br />
de los panes.<br />
Hay detalles significativos en su relato: está cercana la fiesta de Pascua,<br />
la gente se encuentra "en la otra parte del lago", simbolizan<strong>do</strong> la marcha<br />
de Israel por el desierto en que recibieron de Dios el alimento del maná;<br />
aquí es el mismo Jesús quien reparte los panes y los peces (en los otros<br />
evangelistas son los apóstoles los que lo hacen) y al final sobran todavía<br />
<strong>do</strong>ce canastas, el número simbólico de las tribus de Israel y de los<br />
apóstoles.<br />
El diálogo con los apóstoles quiere hacerles compartir el gesto de dar de<br />
comer a la multitud: es interesante la respuesta de Felipe sobre los 200<br />
denarios, y la de Andrés que ha visto a un joven que tiene cinco panes y <strong>do</strong>s<br />
peces (están cerca del lago, pero además los peces son símbolo de la espera<br />
mesiánica en la literatura judía). Sobran <strong>do</strong>ce canastas: to<strong>do</strong> un símbolo de<br />
la abundancia de los <strong>do</strong>nes que vienen de Dios.<br />
El entusiasmo de la multitud ante el prodigio les hace interpretar, una vez<br />
más, el mesianismo en clave política, y por eso Jesús tiene que huir, porque<br />
para él la finalidad no es esa, sino el mesianismo espiritual, inaugura<strong>do</strong>r<br />
del Reino de Dios.<br />
Dadles de comer<br />
-II-<br />
Jesús se compadece de la multitud y del hambre que a estas horas deben<br />
tener. Por eso, además de anunciarles la Palabra que viene de Dios, les<br />
multiplica también el pan material. Es una lección para sus discípulos de<br />
to<strong>do</strong>s los tiempos.<br />
¿No se ha dedica<strong>do</strong> la Iglesia a "dar de comer" a los pobres y a los más<br />
aban<strong>do</strong>na<strong>do</strong>s a lo largo de <strong>do</strong>s mil años de historia? ¿no se ha dedica<strong>do</strong><br />
El tiempo ordinario 359<br />
también a los enfermos? ¿no ha sabi<strong>do</strong> conjugar la evangelización con la<br />
beneficencia y el cuida<strong>do</strong> material de los más pobres, completan<strong>do</strong> lo que<br />
en principio pertenecería a los deberes de cada Esta<strong>do</strong>?<br />
También ahora, y en ritmo creciente, el hambre es uno de los mayores<br />
problemas del mun<strong>do</strong>. ¿Cuántos millones de personas, sobre to<strong>do</strong> niños,<br />
mueren cada año de hambre? Esto va uni<strong>do</strong> a la voz profética que levanta<br />
la Iglesia a favor de la justicia y de la recta distribución de la riqueza de<br />
este mun<strong>do</strong>. Sin justicia y una nivelación justa entre países ricos y pobres<br />
no se puede "dar de comer" a to<strong>do</strong>s.<br />
En este encargo de "dadles vosotros de comer" entra, no sólo el poder<br />
milagroso de Dios, sino también la colaboración humana. En el caso<br />
de Elíseo, y también en el de Jesús, hay personas que se adelantan<br />
generosamente. Uno ofrece veinte panes de cebada, y Dios hace el<br />
resto. El joven del evangelio tiene cinco panes y <strong>do</strong>s peces, y Cristo los<br />
bendice y obra el milagro de que basten para alimentar a to<strong>do</strong>s, salvan<strong>do</strong><br />
la evidente desproporción. O sea, Dios no desdeña la aportación humana.<br />
Al contrario: a partir de lo que hacemos nosotros, él realiza el milagro de<br />
la multiplicación.<br />
Son muchos los que colaboran en esta "multiplicación de panes" en el<br />
momento actual: cristianos comprometi<strong>do</strong>s, misioneros, voluntarios,<br />
cooperantes, religiosos y religiosas que trabajan desinteresadamente en el<br />
campo sanitario y educativo y "comparten su pan" con los que no tienen.<br />
Esta colaboración es a veces económica (harían falta 200 denarios, dice<br />
Felipe) y otras, la <strong>do</strong>nación de sí mismos, de su tiempo, de su trabajo.<br />
Lo hacen no sólo con los países del Tercer Mun<strong>do</strong>, sino más cerca, en su<br />
propio ambiente, en que los ancianos o los enfermos o los pobres necesitan<br />
"pan", que puede ser nuestra acogida y nuestra cercanía.<br />
Dios hará crecer y fructificar lo que nosotros aportamos, aunque parezca<br />
claramente insuficiente. Ojalá Cristo Jesús, nuestro Juez al final del<br />
camino, pueda decirnos a nosotros: "me disteis de comer... me disteis de<br />
beber... lo hicisteis conmigo".