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Eso no va sólo para los pastores de la Iglesia. También para los padres de<br />
familia, que deben tener tiempo para dialogar con sus hijos, sobre to<strong>do</strong> en<br />
los momentos más difíciles. Para los educa<strong>do</strong>res, que pueden influir más<br />
en los niños y jóvenes con su cercanía que con sus enseñanzas. Para los<br />
superiores de una comunidad parroquial o diocesana o religiosa, que deben<br />
dedicar sus mejores horas a las personas, y no a las estructuras.<br />
Cristo ha uni<strong>do</strong> a to<strong>do</strong>s los pueblos<br />
Una de las consecuencias que nos ha produci<strong>do</strong> el haber si<strong>do</strong> salva<strong>do</strong>s por<br />
Jesús es, según Pablo, que él ha hecho de to<strong>do</strong>s un solo pueblo.<br />
Hablan<strong>do</strong> de los que provienen del paganismo y los que pertenecían al<br />
pueblo israelita, Pablo resalta que ahora to<strong>do</strong>s estamos uni<strong>do</strong>s por el<br />
mismo Jesús. Ya no son <strong>do</strong>s pueblos, sino uno solo. Se ha derriba<strong>do</strong> el<br />
muro del odio que los separaba. El, entregán<strong>do</strong>se en la cruz por to<strong>do</strong>s,<br />
ha hecho las paces entre los judíos y los no judíos, "unién<strong>do</strong>les en un<br />
solo cuerpo mediante la cruz, dan<strong>do</strong> muerte, en él, al odio". La muerte<br />
salva<strong>do</strong>ra de Cristo nos ha reconcilia<strong>do</strong> a to<strong>do</strong>s con Dios. Por Jesús "unos<br />
y otros podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu".<br />
Es una llamada siempre actual para nosotros. Debemos ser personas de<br />
paz y reconciliación. A nadie le podemos considerar como extraño en esta<br />
familia que se llama la Iglesia de Cristo. Por nuestra acogida fraterna,<br />
debemos hacer sentir a to<strong>do</strong>s que son hijos de la misma familia.<br />
Ahora no será tal vez la distinción entre paganos y judíos la que nos<br />
interpela. Pero hay otras actitudes parecidas: ¿nos creemos superiores<br />
a otros? ¿tenemos un corazón capaz de comprender y dialogar con los<br />
que piensan distinto, seguramente con la misma buena voluntad que<br />
nosotros? ¿practicamos el ecumenismo, no sólo con los cristianos de<br />
otras confesiones, sino en nuestra propia familia, en nuestra comunidad<br />
religiosa, en las relaciones entre jóvenes y mayores, entre laicos y<br />
religiosos? ¿acogemos a los aleja<strong>do</strong>s, a los emigrantes, a los turistas,<br />
a los forasteros? ¿les facilitamos que se sientan como en su casa? ¡Qué<br />
hermosa la consigna de Pablo: "paz a vosotros, los de lejos, paz también<br />
a los de cerca"!<br />
El tiempo ordinario 355<br />
Si los malos pastores, en vez de unir, dispersan, como decía Jeremías, los<br />
buenos pastores -y responsables en cualquier gra<strong>do</strong>- son los que unen y<br />
tienden puentes.<br />
Igual que Cristo hizo caer el muro divisorio entre Israel y el resto de la<br />
humanidad; igual que en Berlín cayó felizmente el muro que separaba el<br />
Este del Oeste, tal vez tendrán que desaparecer más muros en nuestra vida<br />
personal o comunitaria, para que puedan cumplirse estas perspectivas tan<br />
optimistas de Pablo y lo que ya el salmo cantaba: "Dios anuncia la paz a<br />
su pueblo".