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Dios que es to<strong>do</strong>poderoso? ¿tendrá Job tal vez la respuesta, por ejemplo,<br />
al interrogante de cómo se formó el mar? De una manera llena de poesía,<br />
Dios describe este aspecto de su obra crea<strong>do</strong>ra: "¿quién cerró el mar con una<br />
puerta? ¿quién le puso las nubes como mantillas y las nieblas por pañales?,<br />
¿quién es capaz de romper la arrogancia de las olas contra las rocas?".<br />
La página de Job nos prepara para escuchar el pasaje del evangelio en que<br />
Jesús calma la tempestad y las olas encrespadas.<br />
El salmo sigue también con el tema del mar, siempre objeto de admiración:<br />
"contemplaron las obras de Dios, sus maravillas en el océano", pero<br />
también amenaza<strong>do</strong>r por el viento y las olas. Prevalece la confianza en<br />
el poder y la bondad de Dios: "apaciguó la tormenta en suave brisa y<br />
enmudecieron las olas del mar", "dad gracias al Señor, porque es eterna<br />
su misericordia".<br />
2 Corintios 5,14-17. Lo antiguo ha pasa<strong>do</strong>, lo nuevo ha comenza<strong>do</strong><br />
Pablo reflexiona sobre el cambio que para él ha supuesto la fe en Cristo, y<br />
el que debería representar para to<strong>do</strong>s los cristianos.<br />
Si antes juzgaba a Cristo "según la carne", o sea, con ojos meramente<br />
humanos, "ahora, ya no". La muerte y resurrección de Cristo es algo que<br />
tiene consecuencias, para que to<strong>do</strong>s vivan "no para sí, sino para el que<br />
murió y resucitó por ellos".<br />
Para Pablo la fe en Cristo nos lleva a una novedad radical: "el que es<br />
de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasa<strong>do</strong>, lo nuevo ha<br />
comenza<strong>do</strong>".<br />
Marcos 4, 35-40. ¿Quién es este?<br />
¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!<br />
El primero de los milagros que nos narra Marcos es el de la tempestad<br />
calmada.<br />
El relato es breve pero muy vivo: las olas encrespadas por el viento<br />
contrario -cosa que en el lago de Tiberíades suele suceder con frecuencia<br />
El tiempo ordinario 325<br />
e inesperadamente-, el susto pinta<strong>do</strong> en el rostro de los apóstoles, Jesús<br />
<strong>do</strong>rmi<strong>do</strong> tranquilamente en popa, recosta<strong>do</strong> en un almohadón, la queja<br />
de los discípulos que parecen increparle el que duerma y se despreocupe<br />
de su suerte, el mandato lacónico de Jesús a la tempestad (una especie<br />
de exorcismo cósmico), la calma repentina, pero también -y es lo que a<br />
Marcos le interesa más, para que saquen las consecuencias sus lectores- la<br />
queja, esta vez de Jesús hacia sus apóstoles: ¿por qué tenéis mie<strong>do</strong>? ¿por<br />
qué tenéis tan poca fe?<br />
Nada extraño que los apóstoles queden aún más asusta<strong>do</strong>s ante esta<br />
demostración de poder de Jesús, incluso sobre las fuerzas cósmicas:<br />
"¿quién es este? Hasta el viento y las aguas le obedecen".<br />
Tempestades y mie<strong>do</strong>s<br />
-II-<br />
El mar ha si<strong>do</strong> siempre, en particular en el mun<strong>do</strong> bíblico, una fuerza<br />
natural digna de admiración, pero también llena de amenazas, sinónimo<br />
de peligro y del lugar <strong>do</strong>nde habita el maligno. Eso no sólo para las<br />
embarcaciones que navegan por él -como aquellos discípulos que eran<br />
pesca<strong>do</strong>res experimenta<strong>do</strong>s, pero aquel día temieron lo peor- como para<br />
los habitantes de sus cercanías: que se lo pregunten a las víctimas del<br />
último "tsunami" o maremoto de Asia.<br />
Una tempestad es también un buen símbolo de las crisis humanas,<br />
personales y sociales. To<strong>do</strong>s experimentamos alguna vez en nuestra vida<br />
borrascas pequeñas o no tan pequeñas, y nos sentimos zarandea<strong>do</strong>s y<br />
marea<strong>do</strong>s por la fuerza de las olas. Tanto en la vida personal como en la<br />
social y en la eclesial, a veces nos toca remar contra corrientes y vientos<br />
contrarios, y da la impresión de que la barca -por ejemplo la barca de la<br />
Iglesia, que navega por el mar de este mun<strong>do</strong> y no precisamente en un<br />
crucero de placer- se va a hundir.<br />
Nuestro corazón está a veces agita<strong>do</strong> y nos entra el mie<strong>do</strong> y el cansancio,<br />
o nos asaltan dudas y mareos. Puede haber en nuestra vida turbulencias