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aldazabal, jose - do..

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306<br />

Tendríamos que recordar lo que se decía antes: "sacramenta propter nomines".<br />

Los sacramentos están para los hombres, y no los hombres para los<br />

sacramentos. Las cosas no son importantes porque están mandadas, sino<br />

que están mandadas porque son importantes.<br />

Los valores del <strong>do</strong>mingo cristiano<br />

La primera comunidad cristiana, aun respetan<strong>do</strong> el sába<strong>do</strong> como una institución<br />

sagrada, a<strong>do</strong>ptó el <strong>do</strong>mingo -"el primer día después del sába<strong>do</strong>"- como<br />

su día de fiesta y de culto.<br />

El <strong>do</strong>mingo, primer día de la semana, es el día del comienzo de la creación.<br />

Es también el primer día de la vida nueva de Cristo Resucita<strong>do</strong>, y el primer<br />

día de la Iglesia, llena del Espíritu el día de Pentecostés, que también fue<br />

el primer día de la semana. Es, por tanto -y son aspectos teológicos que<br />

subrayaba muy bien Juan Pablo II en su carta apostólica Dies Domini de<br />

1998- el día de Dios Padre, de Cristo Jesús y del Espíritu. No es de extrañar<br />

que fuera el día elegi<strong>do</strong> por los cristianos para su fiesta, para su reunión y<br />

para la celebración de la Eucaristía.<br />

El <strong>do</strong>mingo tiene unos valores humanos muy a tener en cuenta. Es el día<br />

de la alegría, el día de fiesta. Por ejemplo, con el "descanso <strong>do</strong>minical".<br />

El descanso del <strong>do</strong>mingo ha si<strong>do</strong> una conquista social que se ha i<strong>do</strong> consolidan<strong>do</strong><br />

a partir del siglo XIX. Por desgracia, muchas personas tienen<br />

que "descansar", el <strong>do</strong>mingo y los otros días, porque no han consegui<strong>do</strong><br />

trabajo, o al menos no un trabajo estable y digno. Para los cristianos que<br />

sí tienen la suerte de haberlo encontra<strong>do</strong>, este descanso se considera como<br />

una "liberación del trabajo", en el senti<strong>do</strong> de que una persona no debe ser<br />

esclava de la máquina, o de la cadena de producción, sino que debe saber<br />

cultivar también otros valores, como la paz interior, la cultura, la vida de<br />

familia, el deporte, el arte, el goce de la naturaleza, etc., que le ayudan a<br />

realizarse en toda su dignidad humana.<br />

La nueva formulación de los deberes de un cristiano en <strong>do</strong>mingo, del Código<br />

de Derecho del año 1983, es bastante diferente de la anterior: "El <strong>do</strong>mingo<br />

los fieles tienen obligación de participar en la Misa y se abstendrán además<br />

de aquellos trabajos y actividades que impidan a) dar culto a Dios, b) gozar<br />

El tiempo ordinario 307<br />

de la alegría propia del día del Señor c) o disfrutar del debi<strong>do</strong> descanso de<br />

la mente y del cuerpo" (c. 1247). Lo del "debi<strong>do</strong> descanso de la mente"<br />

en latín suena como "debitam mentís ac corporis relaxationem". O sea, el<br />

Código "manda" vivir en alegría toda la jornada del <strong>do</strong>mingo, y también<br />

se preocupa de la salud mental y corporal de los cristianos. Es el "día del<br />

Señor", pero también es el "día del hombre".<br />

Naturalmente, también son importantes, y prioritarios, los valores cristianos.<br />

Acabamos de leer que lo primero que recuerda el Código es la participación<br />

en la Eucaristía comunitaria. Porque es el momento más expresivo de nuestra<br />

identidad cristiana, como segui<strong>do</strong>res de Jesús y miembros de su comunidad.<br />

Pero además el <strong>do</strong>mingo es un día para honrar a Dios de otras maneras: con<br />

la oración, con la Liturgia de las Horas también comunitaria, con la caridad<br />

hacia las personas más necesitadas: por ejemplo la visita a los ancianos o<br />

enfermos. Es el "día del hombre", pero es también el "día del Señor". Es el<br />

día en que una persona se puede encontrar más serenamente consigo misma,<br />

con su familia, con la comunidad y con Dios.<br />

Llevamos en el cuerpo la muerte y la vida de Jesús<br />

Pablo, reflexionan<strong>do</strong> sobre su propio ministerio apostólico, reconoce quién<br />

le da fuerza para resistir a tantas contradicciones: "una fuerza tan extraordinaria<br />

es de Dios y no proviene de nosotros".<br />

Además dirige su pensamiento, como siempre, hacia su punto de referencia<br />

preferi<strong>do</strong>: Cristo Jesús. Nos da a nosotros también un hermoso ejemplo de cómo<br />

interpretar nuestra vida, en la que seguramente habrá, aunque no tantos como en<br />

la suya, momentos de dificultad. Tal vez no podamos afirmar de nosotros con<br />

tanta verdad como en su caso que "nos aprietan pero no nos aplastan; estamos<br />

apura<strong>do</strong>s, pero no desespera<strong>do</strong>s; nos derriban, pero no nos rematan...".<br />

Lo que sí podremos concluir, como él, es que tanto los momentos de luz<br />

como los de sombra, tanto los fáciles como los difíciles, reflejan y actualizan<br />

la gran experiencia de Cristo Jesús, que pasó a su nueva existencia a través<br />

de la muerte. Podemos decir como Pablo que "llevamos en el cuerpo (en<br />

nuestra persona, en nuestra existencia) la muerte de Jesús, para que también<br />

la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo".

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