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300<br />
Vino nuevo en odres nuevos<br />
Otra llamada importante del evangelio de hoy es a la novedad que debería<br />
suponer en nuestra vida la venida de Jesús.<br />
Ya en el AT se anunciaban tiempos nuevos: Jeremías hablaba de la "nueva<br />
Alianza" que Dios iba a sellar con su pueblo. Ezequiel anunciaba que Dios<br />
iba a concedernos un nuevo corazón y un nuevo espíritu. Isaías prometía<br />
unos cielos nuevos y una tierra nueva.<br />
Y llegó Jesús, el Envia<strong>do</strong> de Dios, la novedad radical. El que iba a sellar<br />
entre Dios y la humanidad una Alianza Nueva. Es a lo que apunta lo<br />
de la ausencia de ayuno, y sobre to<strong>do</strong> la comparación del paño nuevo,<br />
que no admite remien<strong>do</strong>s viejos, y el vino nuevo, que exige unos odres<br />
adecua<strong>do</strong>s.<br />
La novedad se llama Cristo: su mentalidad, su estilo de vida. Los contemporáneos<br />
de Jesús no es que no entendieran, sino que no querían entender<br />
que la llegada del Mesías suponía un cambio: que no admitía seguir con<br />
la mentalidad antigua, con unos pequeños remien<strong>do</strong>s. O querer conservar<br />
el vino nuevo que era Cristo -el vino nuevo al final, como en las bodas de<br />
Cana- en odres viejos, o sea, con la misma mentalidad que tenían antes.<br />
El programa que ofrecía Cristo no era compatible con el viejo judaismo, o<br />
con la idea que Pedro y los demás discípulos tenían del mesianismo más o<br />
menos social y político.<br />
Puede no gustarnos tampoco a nosotros esta llamada a la novedad. Lo nuevo<br />
resulta incómo<strong>do</strong>. No queremos muchos cambios cuan<strong>do</strong> nos hemos instala<strong>do</strong><br />
en un mo<strong>do</strong> de pensar y de hacer. Además, este cambio que nos exige<br />
Jesús a sus segui<strong>do</strong>res -la Palabra de Dios que vamos escuchan<strong>do</strong> en cada<br />
Eucaristía no nos "deja en paz"- se refiere no a pequeños detalles, sino a<br />
nuestra mentalidad, a nuestros méto<strong>do</strong>s, a nuestro estilo de vida, a nuestro<br />
mo<strong>do</strong> de juzgar los acontecimientos y las personas. Como discípulos de<br />
Cristo, hemos de aceptar que tenemos que ver las cosas y actuar de diferente<br />
manera que los no cristianos.<br />
El tiempo ordinario 301<br />
Las credenciales de un apóstol<br />
Pablo no se defiende a sí mismo, sino su ministerio, porque si se desautoriza<br />
este, queda desautoriza<strong>do</strong> su mensaje, el evangelio que él predica, que a<br />
algunos -los llama<strong>do</strong>s "judaizantes", apega<strong>do</strong>s todavía a los "odres viejos"<br />
de la ley mosaica como obligatoria para to<strong>do</strong>s- parece no gustarles.<br />
La relación entre la comunidad y sus ministros es delicada. El ministro es<br />
media<strong>do</strong>r del evangelio, preside su oración y guía pastoralmente la vida de<br />
la comunidad. Si la comunidad, por una razón u otra, no acepta su persona,<br />
es difícil que acepte su ministerio.<br />
Por eso Pablo habla de "carta de recomendación" o de "credenciales" que él<br />
puede aportar para justificar su identidad de apóstol, aunque no perteneciera<br />
al colegio inicial de los <strong>do</strong>ce y fuera un "converti<strong>do</strong>". Para él es la misma<br />
comunidad su mejor recomendación.<br />
Miran<strong>do</strong> a nuestras comunidades -la parroquial, la religiosa, la diocesana-,<br />
¿se podría decir que somos la "carta de recomendación" de la Iglesia? ¿que<br />
el que ve nuestro mo<strong>do</strong> de vida se da cuenta en seguida de que actuamos<br />
conforme a Cristo? ¿somos en verdad una "carta de Cristo" escrita para que<br />
la lea este mun<strong>do</strong>? ¿una carta escrita, no sobre piedra, como la de Moisés, o<br />
en papel y con tinta, sino en las personas mismas, en nuestro estilo de vida?<br />
¿somos en verdad una comunidad misionera y evangeliza<strong>do</strong>ra?<br />
Cuan<strong>do</strong> celebramos la Eucaristía, somos invita<strong>do</strong>s siempre a la "novedad"<br />
de que nos habla el evangelio, porque participamos de ese cáliz que es la<br />
"Sangre de la Nueva Alianza".<br />
Además somos invita<strong>do</strong>s también a participar de la "boda del Cordero". A<br />
eso se refiere la invitación que nos hace el sacer<strong>do</strong>te para que nos acerquemos<br />
a comulgar: "dichosos los invita<strong>do</strong>s al banquete de bodas del Cordero",<br />
como podría haber si<strong>do</strong> la traducción del latín: "beati qui ad cenam Agni<br />
vocati sunt".