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J58<br />
reuniones eucarísticas. Pablo les acusa duramente: "os resulta imposible<br />
comer la Cena del Señor", eso que celebráis no es la Eucaristía que Cristo<br />
pensó. El peca<strong>do</strong> de los corintios era la falta de fraternidad. En la cena<br />
previa a la celebración, no esperaban a que llegaran los pobres y no les<br />
hacían partícipes de lo que sobraba a los ricos: "despreciáis a la comunidad<br />
y avergonzáis a los pobres".<br />
Lo que leemos hoy es el razonamiento que él emplea para desautorizar<br />
tales celebraciones. Lo que pensó Cristo con la Eucaristía es precisamente<br />
lo contrario: él ofreció a to<strong>do</strong>s su Cuerpo y su Sangre y les encargó que<br />
hicieran el memorial de esa entrega. Lo que hacen en Corinto no parece<br />
memorial, sino anti-memorial.<br />
Esta situación de la comunidad de Corinto le da pie a Pablo para describir<br />
por primera vez el relato de la última cena de Jesús, la institución de la<br />
Eucaristía, que todavía no han teni<strong>do</strong> ocasión de narrar los evangelistas.<br />
Juan 13,1-15. Los amó hasta el extremo<br />
Cuan<strong>do</strong> Juan inicia el relato de la Ultima Cena, no nos cuenta la institución de<br />
la Eucaristía, como hacen los demás evangelistas. Dice que Jesús, "sabien<strong>do</strong><br />
que había llega<strong>do</strong> la hora de pasar de este mun<strong>do</strong> al Padre" -o sea, de su<br />
éxo<strong>do</strong> personal-, para manifestar a to<strong>do</strong>s su amor "hasta el extremo", antes<br />
de su Pasión, realizó el gesto simbólico del lavatorio de los pies: "se quita<br />
el manto, toma una toalla, se la ciñe, echa agua en la jofaina y se pone a<br />
lavarles los pies a los discípulos".<br />
Pedro, incapaz de comprender cómo el jefe y maestro del grupo pueda<br />
humillarse de esa manera, se niega a que le lave los pies, hasta que Jesús<br />
le "amenaza" con lo que Pedro no podía de ningún mo<strong>do</strong> admitir: "si no te<br />
lavo, no tienes nada que ver conmigo".<br />
El final de la escena es el "mandato" de que le imiten también ellos en su<br />
vida: "pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lava<strong>do</strong> los pies, también<br />
vosotros debéis lavaros los pies unos a otros".<br />
Triduo Pascual 159<br />
Inauguramos el Triduo Pascual<br />
-II-<br />
Cristo inició su "Triduo Pascual" con la Cena. Nosotros, también. Él, cuan<strong>do</strong><br />
iba a su Pasión, quiso anticipar sacramentalmente, con los signos del pan y<br />
del vino, su entrega en la cruz. También ahora su Iglesia, en miles y miles<br />
de comunidades en to<strong>do</strong> el mun<strong>do</strong>, celebra en esta Eucaristía el prólogo de<br />
la Pascua. En ese Pan parti<strong>do</strong> y en ese Vino comparti<strong>do</strong> quiso Cristo que<br />
participáramos cada vez de su propia persona y de su Pascua.<br />
Esta celebración no tendríamos que considerarla "autónoma" (algo así como<br />
"el día de la caridad fraterna", o "de la Eucaristía", o "del sacer<strong>do</strong>cio").<br />
Vemos to<strong>do</strong>s esos aspectos en relación íntima con la muerte y resurrección<br />
de Cristo: la Eucaristía la instituyó "la noche en que fue entrega<strong>do</strong>". Esta<br />
Eucaristía es la inauguración del Triduo Pascual. En una de las oraciones del<br />
Jueves en la liturgia hispánica se dice: "venimos, Señor, con la asamblea de<br />
to<strong>do</strong> el pueblo, para dar solemne inicio a la celebración de la Pascua".<br />
Desde hace siglos, el canto de entrada de hoy no apunta, como uno pudiera<br />
pensar, ni a la Eucaristía ni a la caridad fraterna, sino a la muerte y resurrección<br />
de Cristo: "nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro<br />
Señor Jesucristo; en él está nuestra salvación, vida y resurrección". Como<br />
decimos en la oración del día, "celebramos aquella memorable cena en que<br />
tu Hijo, antes de entregarse a la muerte...", y la Eucaristía la vemos como<br />
la celebración de la Alianza que Jesús selló en la cruz: "el banquete de su<br />
amor, el sacrificio nuevo de la Alianza eterna".<br />
La variante del Canon romano para este día también relaciona nuestra<br />
celebración con la cruz del Viernes: "el cual, hoy, la víspera de padecer<br />
por nuestra salvación y la de to<strong>do</strong>s los hombres, tomó pan...". También el<br />
gesto simbólico del lavatorio de los pies, que realizamos hoy después del<br />
evangelio y de la homilía, apunta claramente a la muerte del Siervo, que se<br />
entregó por to<strong>do</strong>s en la cruz.