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Tanto amó Dios al mun<strong>do</strong> que entregó a su Hijo único<br />
Esta frase de Jesús, que se puede considerar como centro y resumen no<br />
sólo del evangelio de Juan, sino de to<strong>do</strong> el mensaje del NT, nos da la clave<br />
para superar nuestra conciencia de peca<strong>do</strong>: "tanto amó Dios al mun<strong>do</strong> que<br />
entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en<br />
él, sino que tengan vida eterna".<br />
El amor que Dios nos tiene es previo a to<strong>do</strong>s nuestros méritos y superior<br />
a to<strong>do</strong>s nuestros deméritos. Ya en el AT se manifestó este amor, incluso si<br />
tuvo que castigar y corregir a su pueblo, cuan<strong>do</strong> le sacó de la esclavitud de<br />
Egipto y más tarde le hizo volver de la cautividad. En la primera lectura<br />
hemos escucha<strong>do</strong> cómo Dios movió el corazón del rey Ciro, que permitió a<br />
los israelitas volver a Jerusalén para reedificar su nación y su Templo. Dios<br />
superaba, una vez más, con su amor y su perdón, la realidad del peca<strong>do</strong>.<br />
Pero, sobre to<strong>do</strong> es en el NT cuan<strong>do</strong> experimentamos este amor de una<br />
manera más profunda. Pablo nos dice que "Dios, rico en misericordia, por<br />
el gran amor con que nos amó, estan<strong>do</strong> nosotros muertos por los peca<strong>do</strong>s,<br />
nos ha hecho vivir con Cristo".<br />
Este amor de Dios es totalmente gratuito, no lo habíamos mereci<strong>do</strong>: "por<br />
pura gracia estáis salva<strong>do</strong>s", "así muestra en to<strong>do</strong>s los tiempos la inmensa<br />
riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús", "no se<br />
debe a vosotros, sino que es un <strong>do</strong>n de Dios".<br />
Mirar a Cristo en la cruz<br />
No sabemos bien qué senti<strong>do</strong> pu<strong>do</strong> tener el misterioso episodio de la serpiente<br />
de bronce que Moisés fabricó y levantó como un estandarte en el desierto,<br />
por indicación de Dios, y que sirvió precisamente para curar las picaduras<br />
de las serpientes venenosas que les atacaron en el desierto. En el libro de la<br />
Sabiduría se nos da la clave para entenderlo mejor. No valora la serpiente<br />
en sí misma, como si fuera un objeto mágico, sino como recordatorio de la<br />
bondad de Dios, cuan<strong>do</strong> el pueblo le mira: "el que a ella se volvía, se salvaba,<br />
no por lo que contemplaba, sino por ti, Salva<strong>do</strong>r de to<strong>do</strong>s" (Sb 16,6-7).<br />
Cuaresma 137<br />
Pero lo que sí sabemos, porque es el mismo Jesús quien lo explica a Nicodemo,<br />
es que él, Jesús, "eleva<strong>do</strong>" como la serpiente en el estandarte de la<br />
cruz, será el punto de referencia para to<strong>do</strong>s los que se quieran salvar. Más<br />
adelante, en el mismo evangelio de Juan, Jesús les dice a sus oyentes: "cuan<strong>do</strong><br />
levantéis al Hijo del Hombre, sabréis que yo soy" (8, 28).<br />
El que cree en él "no será juzga<strong>do</strong>" y se salvará: tendrá vida. Mientras que<br />
el que no quiera creer, él mismo se juzga y se aleja de la salvación. Ese es el<br />
senti<strong>do</strong> de la Pascua: "para que to<strong>do</strong> el que cree en él tenga vida eterna".<br />
Es lo que los cristianos nos disponemos a celebrar en los próximos días:<br />
"miraremos" a Cristo en la cruz con creciente intensidad y emoción, con<br />
fe, y aprenderemos la gran lección que nos da desde la paradójica "cátedra"<br />
de la cruz.<br />
En Cuaresma somos invita<strong>do</strong>s a confiar en la misericordia de Dios y a<br />
reconciliarnos con él. Como a Israel, se nos presenta el camino para volver<br />
del peca<strong>do</strong> a la Alianza y reedificar los valores que habíamos perdi<strong>do</strong>. Cada<br />
uno sabrá qué tiene que reedificar en su vida, de qué peca<strong>do</strong>s tiene que<br />
convertirse, qué valores tiene que recuperar.<br />
Dejarnos iluminar por la luz pascual<br />
Los temas de las lecturas de hoy nos conectan espontáneamente, por una<br />
parte, con el sacramento de la Reconciliación, por nuestra condición de<br />
peca<strong>do</strong>res y nuestra voluntad de conversión al amor de Dios. Por otra, con<br />
la Eucaristía, el sacramento en que participamos de esa Nueva Alianza que<br />
Jesús selló en la cruz.<br />
Pero también apuntamos ya a la celebración de la Vigilia Pascual, con su<br />
expresivo simbolismo de la luz, que se puede decir que es prepara<strong>do</strong> por el<br />
evangelio de hoy: "el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se<br />
vea que sus obras están hechas según Dios", mientras que los que no creen<br />
"prefieren las tinieblas a la luz". Cristo es la Luz y el que le sigue no anda<br />
en tinieblas.<br />
La progresiva iluminación de la Vigilia Pascual a partir del Cirio y la presencia<br />
de este símbolos a lo largo de toda la Cincuentena, es un mo<strong>do</strong> muy