Cuentos sacroprofanos.pdf
Cuentos sacroprofanos.pdf Cuentos sacroprofanos.pdf
de mandaderas de convento con recados de las monjitas y fuentes de natillas muy bordadas y festoneadas; bureo y trajín magno en el comedor, para disponer y adornar la luenga mesa de cuarenta cubiertos, disimulando que el servicio no era parejo, y que el señor obispo, no contando con dar banquetes de tanto rumbo, había tenido que pedir prestado un suplemento de mantelería, de cristalería, de servicio de plata y de vajilla de loza... El caso se consideraba mortificante para el amor propio del mayordomo "de Palacio", y dos o tres veces sus labios apretados dejaron escapar frases agridulces (más agrias que dulces, si toda la verdad ha de decirse), contra "el exceso de la caridad", porque "en todo cabe exceso", y el no "hacerse cargo" de que las dignidades y altos puestos tienen sus exigencias, y docena y media de tenedores con mellas no es nada para la casa de un prelado, expuesto a que de repente le caiga encima el chaparrón de un convite tan solemne como aquél...
¡Friolera! ¡El ministro del ramo, el de Gracia y Justicia en persona, que al pasar por Arcayla quería entregar en propia mano al más joven de los obispos españoles y uno de los más venerables ya por sus merecimientos y ejemplar virtud, el pectoral de amatista, regalo de una altísima persona! Mal como se pudo, remediáronse las deficiencias y discordancias del servicio, y hasta quedó la mesa que daba gozo, con sus ocho compoteras de variados dulces monjiles, sus tres canastillas llenas de magníficas flores naturales, sus cuatro platos de escogidas frutas, sus cinco ramilletes de helados, caramelo y almendras, sus dos piñas, obsequio de un indiano, sus servilletas dobladas y repulgadas figurando una serie de blancas mitras, sus seis candelabros de plata con bujías de color, y su profusión de copas para los diversos vinos que habían de servirse. Acudieron a "ver la mesa" algunas señoras de lo principal de Arcayla, y se extasiaron, llenas de orgullo y cayéndoseles la baba, por el luci-
- Page 47 and 48: Así pasó algún tiempo, hasta que
- Page 49 and 50: celebraba con extremos pueriles y e
- Page 51 and 52: como un ángel." Esto no pasaba de
- Page 53 and 54: nombre de una amiga, y así Andrés
- Page 55 and 56: cendiente de los Magos (que fueron
- Page 57 and 58: vecinos, y, ofreciéndoles grandes
- Page 59 and 60: sus templos y su recinto fortificad
- Page 61 and 62: -Los tesoros que me has confiado,
- Page 63 and 64: decir "escasez"; pero no faltó qui
- Page 65 and 66: cuentres si no me buscas en ti mism
- Page 67 and 68: ando que era el mayor de los cobard
- Page 69 and 70: amarguras, ni concebirse pueden. De
- Page 71 and 72: Niño en brazos. Pues bien, por pri
- Page 73 and 74: espíritus que acuden al llamamient
- Page 75 and 76: con algunas lenguas vivas; acababa
- Page 77 and 78: dejando desiertos los otros salones
- Page 79 and 80: negrísimo antifaz, algo del rostro
- Page 81 and 82: de la silla, libres ya de guantes,
- Page 83 and 84: era la elegante, la esbelta, la bur
- Page 85 and 86: gozo. Y a fe que los dos tenían qu
- Page 87 and 88: es que alguna orden de nuestro rey
- Page 89 and 90: cible, que entre todos ésos que os
- Page 91 and 92: niaturista, los viejos romances que
- Page 93 and 94: a los cristianos y su perpetuo afá
- Page 95 and 96: -Lo traigo aquí. Y acercándose a
- Page 97: fila, blancas como pétalos de azuc
- Page 101 and 102: gallardeaba señalando ciertas curv
- Page 103 and 104: miendo... Mañana, a otra hora...,
- Page 105 and 106: juventud y abochornado y torturado
- Page 107 and 108: cesar desde la adolescencia. Más a
- Page 109 and 110: canso, no quería sentarse ni un mo
- Page 111 and 112: y lindo, demacrado por tanto sufrir
- Page 113 and 114: Rodeaban a Bibiana sus compañeras
- Page 115 and 116: le aburría la Bolsa. En cuanto a h
- Page 117 and 118: los cajones llenos de frioleras sin
- Page 119 and 120: afables y expresivas, me saludaban
- Page 121 and 122: aspecto, del mozo H*** a su padre R
- Page 123 and 124: Escuálida y vestida de sucios hara
- Page 125 and 126: a una vida de sufrimientos pasajero
- Page 127 and 128: prefiero. Ya sé que han sido inút
- Page 129 and 130: los, los amoríos y las aventuras d
- Page 131 and 132: los reinos de la gloria. Al amanece
- Page 133 and 134: Y volviendo la espalda al fraile, l
- Page 135 and 136: de reconocer que es demostración e
- Page 137 and 138: chico precioso, frescachón y robus
- Page 139 and 140: noche, mientras la madre dormía re
- Page 141 and 142: todos mis asuntos de conciencia de
- Page 143 and 144: ámides, allá en la cámara sepulc
- Page 145 and 146: antiguallas y ridiculeces deben cae
- Page 147 and 148: pertar cierto expediente; Román, q
de mandaderas de convento con recados de las<br />
monjitas y fuentes de natillas muy bordadas y<br />
festoneadas; bureo y trajín magno en el comedor,<br />
para disponer y adornar la luenga mesa de<br />
cuarenta cubiertos, disimulando que el servicio<br />
no era parejo, y que el señor obispo, no contando<br />
con dar banquetes de tanto rumbo, había<br />
tenido que pedir prestado un suplemento de<br />
mantelería, de cristalería, de servicio de plata y<br />
de vajilla de loza... El caso se consideraba mortificante<br />
para<br />
el amor propio del mayordomo "de Palacio", y<br />
dos o tres veces sus labios apretados dejaron<br />
escapar frases agridulces (más agrias que dulces,<br />
si toda la verdad ha de decirse), contra "el<br />
exceso de la caridad", porque "en todo cabe<br />
exceso", y el no "hacerse cargo" de que las dignidades<br />
y altos puestos tienen sus exigencias, y<br />
docena y media de tenedores con mellas no es<br />
nada para la casa de un prelado, expuesto a que<br />
de repente le caiga encima el chaparrón de un<br />
convite tan solemne como aquél...