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abrían sus cálices los gladiolos y se erguían las espadañas, semejantes a hoja de espada desnuda. Las prismáticas estalactitas centelleaban como diamantes, y un manantial límpido ofrecía sus aguas deliciosas a los dos héroes, que al beberlas después de las batallas habían recobrado mil veces fuerzas y valor. Jorge no quiso beber, ¿para qué?; pero Miguel absorbió en el hueco de su mano un trago copioso. Después se sentaron en un trozo de cristal de roca, diáfano y puro como el aire. -Ya sé -dijo Jorge pensativo- que me han hecho patrono de los caballeros y que es uso entre la gente poderosa y desocupada llevar una medalla fina con mi efigie en la cadena del reloj. Hasta las mujeres la lucen en brazaletes y dijes, broches y agujas. Ya sé también que me recuerdan cuando se desliza por la pared la medrosa sombra de la negra y velluda araña, a la cual mi nombre tiene la virtud de dejar inmóvil, encogida de pavor. Pero bien sabes, caudillo inven-
cible, que entre todos ésos que ostentan la medalla de San Jorge no hay ninguno digno de ser recibido en la estrecha Orden de la caballería andante. ¡Digno de ser recibido! ¡Merecedores de ser expulsados casi todos!... ¿Cuál de ellos ha guardado castidad, palabra y honor? ¿Cuál ha amparado al huérfano, respetado a la doncella, protegido a la viuda, deshecho entuertos, atemorizado a follones y malandrines? ¿Cuál ha acometido sin temer, sin flaquear; sufrido hambre, sed y fatiga, despreciando la materia por seguir incesantemente la luz misteriosa del ideal? Príncipe Miguel, mi misión en la tierra ha concluido; mi espada puede romperse en dos pedazos, mi brillante armadura enmohecerse; ya nadie sigue mis pasos aplastando al eterno dragón de la maldad y de la vileza. En el garito infame he visto gente que ostentaba mi medalla caballeresca, y la he encontrado con horror, sirviendo de membrete de un papel perfumado
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Obra reproducida sin responsabilida
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La Borgoñona El día que encontré
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penitencia, enviaba sus discípulos
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a, acaso burlándose de sus extremo
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sentaba, y con palabras dulces y ad
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an curiosamente al forastero, que e
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A medida que arengaba el penitente,
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Al pronunciar estas palabras, sonre
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su salvación y la de su padre, a i
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justillo de lienzo grueso y un fald
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nores acciones, añadiendo otras qu
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grajos y cuervos, y mal como supo,
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no sé dónde he de dormir hoy, y a
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vieja, que explicaba cómo aquel po
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A cada trago de licor, la Borgoñon
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tiempo se le oyó respirar tranquil
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Trató de coordinar sus pensamiento
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Magdalena, que estaba como idiota d
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noche, mientras la madre dormía re
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todos mis asuntos de conciencia de
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ámides, allá en la cámara sepulc
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antiguallas y ridiculeces deben cae
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pertar cierto expediente; Román, q
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la Florida o del Depósito de Aguas
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pupila el color de las nubes o el t
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-Ha subido al cielo... -pronunció
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declamaciones de ciertos individuos
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ebosaba justa satisfacción por tod
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No pasaría éste de unas diez o do
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aba a hilo por la desdentada boca;
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por la canícula! El cura de este p
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para mí, reviste formas variadísi
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añan las aguas del Miño, sea en l
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cuarto bajo donde se guardaban tras
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Aquí la mujer calló y me clavó s
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con la comida, la bebida y el sueñ
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Viendo que su pueblo combatía con
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mensos ojos de gacela, cabellera os
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sabía el color de las pupilas de l
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Ciego de orgullo, resolvió Yemsid
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Al ordenarse no había pensado Este
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las, dinero para la caja: lo indisp
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za. La representación de la pecado
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enignidad con que se expresaba aque
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eve luz de relámpago que deslumbr
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largos y finos cabellos; rapó sus
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aflicciones de Dora, solía tomar l
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legumbres y frutales, a cercarlo de
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en el mundo. Ahí tienes por qué t
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salió vano, pues reinaba en la sun
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temblar, a tiritar de frío, notand
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Saltó Nati del diván, dando dient
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cio, de la mofa, de la ironía, de
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