Cuentos sacroprofanos.pdf
Cuentos sacroprofanos.pdf Cuentos sacroprofanos.pdf
aquel enfermo de la mente, me obligó a reservar mis impresiones. Y dije a Jenaro en alta voz, condescendiendo: -Al menos, hágame usted "ver" ahora, con su narración... Cuénteme usted ese cuento bonito de cómo llegó a convertirse, a desengañarse y a meterse en estos andurriales, dedicado por completo a huir del mundo y a socorrer a los infelices. Crea usted que, mediante eso que llaman "autosugestión", seré capaz de "ver" momentáneamente lo mismo que usted haya visto, y de saborear la poesía terrorífica de su relato. -Pues oiga usted -respondió satisfecho de desahogar, de hablar de una impresión terrible, con la cual sin duda luchaba algunas veces a solas, como Jacob con el ángel-. El hecho ocurrió precisamente cuando estaba yo más ajeno a pensar en nada serio y vivía envuelto en distracciones y amoríos. Había terminado mis estudios; había viajado un par de años a fin de completar mi instrucción, familiarizándome
con algunas lenguas vivas; acababa de hacerme cargo de mi hacienda, perfectamente administrada durante mi menor edad, caso raro, por mi tío y tutor; y sin cuidados ni penas, halagado del mundo que me abría los brazos, sólo pensé en lo que se llama "pasarlo bien", seducido por ese Madrid donde reina el espíritu de disipación y donde se diría que la vida no tiene más objeto que deslizarse arrastrada por la corriente del goce. La mía volaba así, sin otro anhelo que estrujar el momento presente para que suelte todo su jugo de emociones gratas. No necesito detallarlas ni trazar el cuadro de mi existencia, igual a la de tantos desocupados ricos e inútiles. Sólo diré, porque interesa a mi cuento, que todo aquél que busca el goce por sistema, muchas veces halla el aburrimiento más insufrible. Uno de los sitios que ostentan el rótulo de diversión y, por lo general, engendran el hastío, son los bailes de máscaras. El atractivo del antifaz y del disfraz, el triunfante señuelo del misterio nos hace fantasear mil
- Page 23 and 24: grajos y cuervos, y mal como supo,
- Page 25 and 26: no sé dónde he de dormir hoy, y a
- Page 27 and 28: vieja, que explicaba cómo aquel po
- Page 29 and 30: A cada trago de licor, la Borgoñon
- Page 31 and 32: tiempo se le oyó respirar tranquil
- Page 33 and 34: Trató de coordinar sus pensamiento
- Page 35 and 36: Magdalena, que estaba como idiota d
- Page 37 and 38: sus ruegos, volvió al Calvario rad
- Page 39 and 40: la copa de ambrosía en las manos s
- Page 41 and 42: enloquecía, y principió a acusars
- Page 43 and 44: Y como los fariseos pretendieron to
- Page 45 and 46: suadidas de esto, que tijera que le
- Page 47 and 48: Así pasó algún tiempo, hasta que
- Page 49 and 50: celebraba con extremos pueriles y e
- Page 51 and 52: como un ángel." Esto no pasaba de
- Page 53 and 54: nombre de una amiga, y así Andrés
- Page 55 and 56: cendiente de los Magos (que fueron
- Page 57 and 58: vecinos, y, ofreciéndoles grandes
- Page 59 and 60: sus templos y su recinto fortificad
- Page 61 and 62: -Los tesoros que me has confiado,
- Page 63 and 64: decir "escasez"; pero no faltó qui
- Page 65 and 66: cuentres si no me buscas en ti mism
- Page 67 and 68: ando que era el mayor de los cobard
- Page 69 and 70: amarguras, ni concebirse pueden. De
- Page 71 and 72: Niño en brazos. Pues bien, por pri
- Page 73: espíritus que acuden al llamamient
- Page 77 and 78: dejando desiertos los otros salones
- Page 79 and 80: negrísimo antifaz, algo del rostro
- Page 81 and 82: de la silla, libres ya de guantes,
- Page 83 and 84: era la elegante, la esbelta, la bur
- Page 85 and 86: gozo. Y a fe que los dos tenían qu
- Page 87 and 88: es que alguna orden de nuestro rey
- Page 89 and 90: cible, que entre todos ésos que os
- Page 91 and 92: niaturista, los viejos romances que
- Page 93 and 94: a los cristianos y su perpetuo afá
- Page 95 and 96: -Lo traigo aquí. Y acercándose a
- Page 97 and 98: fila, blancas como pétalos de azuc
- Page 99 and 100: ¡Friolera! ¡El ministro del ramo,
- Page 101 and 102: gallardeaba señalando ciertas curv
- Page 103 and 104: miendo... Mañana, a otra hora...,
- Page 105 and 106: juventud y abochornado y torturado
- Page 107 and 108: cesar desde la adolescencia. Más a
- Page 109 and 110: canso, no quería sentarse ni un mo
- Page 111 and 112: y lindo, demacrado por tanto sufrir
- Page 113 and 114: Rodeaban a Bibiana sus compañeras
- Page 115 and 116: le aburría la Bolsa. En cuanto a h
- Page 117 and 118: los cajones llenos de frioleras sin
- Page 119 and 120: afables y expresivas, me saludaban
- Page 121 and 122: aspecto, del mozo H*** a su padre R
- Page 123 and 124: Escuálida y vestida de sucios hara
con algunas lenguas vivas; acababa de hacerme<br />
cargo de mi hacienda, perfectamente administrada<br />
durante mi menor edad, caso raro, por mi<br />
tío y tutor; y sin cuidados ni penas, halagado<br />
del mundo que me abría los brazos, sólo pensé<br />
en lo que se llama "pasarlo bien", seducido por<br />
ese Madrid donde reina el espíritu de disipación<br />
y donde se diría que la vida no tiene más<br />
objeto que deslizarse arrastrada por la corriente<br />
del goce. La mía volaba así, sin otro anhelo que<br />
estrujar el momento presente para que suelte<br />
todo su jugo de emociones gratas.<br />
No necesito detallarlas ni trazar el cuadro de<br />
mi existencia, igual a la de tantos desocupados<br />
ricos e inútiles. Sólo diré, porque interesa a mi<br />
cuento, que todo aquél que busca el goce por<br />
sistema, muchas veces halla el aburrimiento<br />
más insufrible. Uno de los sitios que ostentan el<br />
rótulo de diversión y, por lo general, engendran<br />
el hastío, son los bailes de máscaras. El<br />
atractivo del antifaz y del disfraz, el triunfante<br />
señuelo del misterio nos hace fantasear mil