dernos etno 18.qxd - Centro de Estudios del Jiloca
dernos etno 18.qxd - Centro de Estudios del Jiloca
dernos etno 18.qxd - Centro de Estudios del Jiloca
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
CUADERNOS<br />
24<br />
Etnografía <strong>de</strong> la fabricación tradicional <strong>de</strong> cal en<br />
algunas localida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la Comarca <strong>de</strong>l <strong>Jiloca</strong><br />
Félix A. Rivas<br />
págs. 05-12 ~ 2011 ~ISSN: 1136-8209<br />
Hasta hace no muchos años, en los pueblos <strong>de</strong> la comarca <strong>de</strong> <strong>Jiloca</strong> así como en su<br />
entorno, la cal era un producto necesario y fundamental para encalar o “blanquiar”<br />
las casas, para la construcción <strong>de</strong> pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> mampostería, y para “calicostriar”<br />
pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> tapial.<br />
Su fabricación tradicional se realizaba <strong>de</strong> manera más bien esporádica en localida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> buena parte <strong>de</strong>l Sistema Ibérico en Aragón entre las que, a juzgar por los testimonios<br />
orales y el hallazgo <strong>de</strong> restos materiales, se encontraban entre otras las <strong>de</strong><br />
Cuencabuena, Lechago, Monreal <strong>de</strong>l Campo y Torre los Negros1. A<strong>de</strong>más, la presencia<br />
en cartografía <strong>de</strong> numerosos topónimos2 que hacen referencia a términos<br />
relacionados con la palabra “calera”, especialmente abundantes en los municipios<br />
<strong>de</strong> la mitad sur <strong>de</strong> la comarca, son prueba <strong>de</strong> que esta actividad <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> estar presente<br />
en buena parte <strong>de</strong> la zona.<br />
Esta actividad estuvo en vigor hasta bien entrado el siglo XX ya que se recuerda<br />
que la última calera que se coció en Lechago fue hacia 1947 o 1948 y en Cuencabuena<br />
a finales <strong>de</strong> la década <strong>de</strong> 1950.<br />
Quienes se <strong>de</strong>dicaban a esta ocupación recibían el nombre <strong>de</strong> “caleros” aunque solían<br />
ser labradores o personas <strong>de</strong> escasos recursos que trataban <strong>de</strong> obtener un pequeño<br />
aporte para la ajustada economía doméstica. Era habitual que se juntasen entre cuatro<br />
y seis hombres para realizar la cal <strong>de</strong> manera conjunta <strong>de</strong> tal manera que, <strong>de</strong>spués<br />
al ven<strong>de</strong>r la cal, se repartían lo que habían conseguido. Tampoco era raro que cada<br />
uno fuera con un carro a ven<strong>de</strong>r su parte por pueblos cercanos en los que no había<br />
tradición o posibilidad <strong>de</strong> fabricar cal, tal y como se hacía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Cuencabuena hasta<br />
otros pueblos como Barrachina, Godos, Torrecilla <strong>de</strong>l Rebollar, Navarrete, Lagueruela<br />
o Bea. Se vendía asimismo en el propio pueblo, “a duro l'arroba la <strong>de</strong> blanquiar,<br />
y la otra a medio duro”, teniendo en cuenta que una arroba equivale a 12,6 kg.<br />
CUADERNOS<br />
5
CUADERNOS<br />
6<br />
Vista superior. Calera en La Puentecilla. Cuencabuena<br />
Félix A. Rivas<br />
En general era una tarea bastante esforzada y <strong>de</strong> poco beneficio, por eso aún se<br />
guarda memoria <strong>de</strong> una copla referida a este oficio y bien conocida en otras comarcas<br />
aragonesas. Su letra venía a mostrar que lo mismo quienes fabricaban yeso<br />
como cal llevaban tan mala vida que posiblemente acabarían su vida en un asilo.<br />
Así, en Torre los Negros <strong>de</strong>cían “Dulero / aljecero / y hacer cal / a morir al hospital”,<br />
y en Cuencabuena “Caleros y yeseros / a terminar al hospital”.<br />
Esta faena se solía realizar en invierno, momento en el que no había mucho trabajo<br />
relacionado con las faenas agrícolas. El proceso <strong>de</strong> elaboración <strong>de</strong> una calera<br />
duraba aproximadamente un mes.<br />
El primer paso era preparar el combustible necesario: unas 300 cargas <strong>de</strong> leña3 o<br />
algunas más, contando con que cada carga estaba compuesta por 8 fajos <strong>de</strong> leña. Lo<br />
más corriente era quemar “allagas” (Genista scorpius), y también “estepas” en<br />
Torre los Negros, porque si se utilizaba leña gruesa formaba <strong>de</strong>masiada ceniza <strong>de</strong>ntro<br />
<strong>de</strong>l horno y eso incomodaba el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la cocción. En el monte, se cortaban<br />
las “allagas” con la “zada” y se hacían unas gavillas en redondo <strong>de</strong> un metro y<br />
medio aproximadamente. Las matas cortadas se “pretaban” pisándolas y se ajustaban<br />
clavándoles un punzón <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra. Así se <strong>de</strong>jaban hasta que estuvieran bien<br />
secas. Entonces había que echarse cada gavilla al hombro con la ayuda <strong>de</strong> un compañero<br />
y, <strong>de</strong> esta manera, se llevaba hasta el mulo sobre el que se <strong>de</strong>jaba caer enci-
Etnografía <strong>de</strong> la fabricación tradicional <strong>de</strong> cal en algunas localida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la Comarca <strong>de</strong>l <strong>Jiloca</strong><br />
Interior. Calera en La Puentecilla. Cuencabuena<br />
ma <strong>de</strong> las "amugas", una estructura <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra que se colocaba sobre la albarda para<br />
facilitar el trasporte <strong>de</strong> algunos productos. Una vez cargado completamente, se<br />
ataba todo con una soga y se iba llevando hasta las cercanías <strong>de</strong>l pozo don<strong>de</strong> iba a<br />
realizarse la cocción.<br />
El otro material imprescindible, la piedra caliza, se arrancaba con pico, maza y con<br />
la ayuda <strong>de</strong> unas palancas largas <strong>de</strong> unos 2 metros <strong>de</strong> longitud. Se sacaba <strong>de</strong> las canteras4,<br />
se trasportaba con mulas también mediante las “amugas”, y se acababa<br />
<strong>de</strong>jando extendida alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l pozo. En Lechago, la piedra que estaba muy cercana<br />
a la calera se llevaba hasta ella simplemente a mano.<br />
Se procuraba elegir un sitio para hacer la calera cerca <strong>de</strong> don<strong>de</strong> hubiera piedra caliza<br />
y que fuera <strong>de</strong> tierra dura, especialmente arcilla, don<strong>de</strong> se cavaba el pozo.<br />
Según los ejemplos visitados en la comarca y la información oral recopilada, este<br />
pozo o “calera” tenía forma interior <strong>de</strong> tinaja, más ancha en su zona central que en<br />
sus extremos inferior y superior. Por <strong>de</strong>bajo presentaba un hueco más estrecho y <strong>de</strong><br />
un metro <strong>de</strong> profundidad aproximadamente <strong>de</strong>nominado “cenicero” que servía a<br />
modo <strong>de</strong> cámara <strong>de</strong> combustión. Sobre él y alre<strong>de</strong>dor se situaba un banco <strong>de</strong> tierra,<br />
<strong>de</strong> unos 30 o 40 cm <strong>de</strong> anchura y cavado a pico como todo el interior, don<strong>de</strong> se apoyarían<br />
las primeras piedras <strong>de</strong> la bóveda <strong>de</strong>l horno que se armaba en cada hornada.<br />
CUADERNOS<br />
7
CUADERNOS<br />
8<br />
Todo el hueco que formaba la calera estaba excavado aunque en algunos ejemplos se<br />
podía reforzar por el interior con un mortero <strong>de</strong> tierra (como en Monreal <strong>de</strong>l Campo<br />
o en Cuencabuena don<strong>de</strong> aparece extendido con las manos) o, en su parte superior,<br />
con algunas hiladas <strong>de</strong> mampostería (en Lechago) o <strong>de</strong> adobas (en Monreal).<br />
La parte inferior <strong>de</strong> la cara <strong>de</strong>lantera exterior <strong>de</strong> la calera era por don<strong>de</strong> se introducía<br />
la leña a través <strong>de</strong> un hueco cuadrado5 <strong>de</strong> unos 30 o 40 cm <strong>de</strong> lado y que en<br />
Cuencabuena estaba formado por una losa arriba, otra <strong>de</strong>bajo y otra más a cada<br />
lado. Esta portezuela se hacía nueva cada cocción, ya que antes <strong>de</strong> sacar la cal ya<br />
cocida era necesario <strong>de</strong>smontarla. Solía estar orientada hacia el sureste aunque en el<br />
ejemplo <strong>de</strong> Monreal mira directamente al oeste.<br />
A<strong>de</strong>más, esta parte <strong>de</strong>lantera era la que más a menudo se <strong>de</strong>terioraba por lo que era<br />
común obrarla <strong>de</strong> vez en cuando para reforzarla, operación a la que llamaban en<br />
Cuencabuena “echar los pantalones”.<br />
En total, la calera solía tener unos 4 m <strong>de</strong> profundidad y entre 2 y 3,5 metros <strong>de</strong> diámetro<br />
en su boca superior. Lo normal era que, al estar excavada en la<strong>de</strong>ra, su parte<br />
frontal se encontrara <strong>de</strong>spejada para facilitar la carga <strong>de</strong> leña durante la cocción.<br />
Caso particular es el <strong>de</strong> Lechago don<strong>de</strong> se conserva una curiosa calera doble formada<br />
por dos pozos gemelos con un frente <strong>de</strong> fachada común para ambos.<br />
Vista superior. Calera doble en Valhondo. Lechago<br />
Félix A. Rivas
Etnografía <strong>de</strong> la fabricación tradicional <strong>de</strong> cal en algunas localida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la Comarca <strong>de</strong>l <strong>Jiloca</strong><br />
Una vez traída la leña y la piedra, el siguiente paso era cargar la calera. Esta operación<br />
era la más <strong>de</strong>licada <strong>de</strong> todo el trabajo por lo que era una persona experta la que<br />
iba dándole forma a la bóveda sobre la que apoyaría toda la carga <strong>de</strong> piedras. En<br />
Cuencabuena se ocupaba <strong>de</strong> esta labor Natalio y también Domingo Lázaro, y<br />
ambos habían aprendido el oficio <strong>de</strong> sus padres. A este especialista se le pagaba a<br />
jornal, por los días que tenía que estar, y su mérito era trabajar con gran tino para<br />
colocar bien las piedras que solía ir pidiendo a los ayudantes. Era muy importante<br />
que la bóveda resistiese bien toda la cocción pero también que la calera no quedara<br />
ni <strong>de</strong>masiado “preta” para que tirara bien el fuego ni <strong>de</strong>masiado "floja" para que no<br />
se fuera “la calor” y la piedra quedase bien cocida.<br />
Vista frontal. Calera junto a la ermita <strong>de</strong>l Carmen.<br />
Monreal <strong>de</strong>l Campo<br />
Vista superior. Calera junto a la ermita <strong>de</strong>l Carmen.<br />
Monreal <strong>de</strong>l Campo CUADERNOS<br />
9
CUADERNOS<br />
10<br />
La primera operación para cargar la calera era poner los “burros” encima <strong>de</strong>l banco<br />
circular, unas losas verticales entre las que se encajaban otras piedras a modo <strong>de</strong><br />
cuña para que sirvieran <strong>de</strong> base sobre la que iba a <strong>de</strong>scansar toda la carga <strong>de</strong>l horno.<br />
Después se iba haciendo la cúpula, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo hacia arriba, metiendo un poco más<br />
para <strong>de</strong>ntro cada hilada <strong>de</strong> piedras, hasta acabar en una piedra central puntiaguda<br />
o “llave”. Conforme se iba subiendo la pared interior, se iban echando piedras <strong>de</strong><br />
relleno con cestas terreras <strong>de</strong> “bimbre” entre la bóveda y la pared excavada <strong>de</strong>l<br />
pozo. Estas cestas tenían dos “ansas”, y eran las mismas que se usaban en las faenas<br />
<strong>de</strong>l campo. Al ir echando el relleno, se tenía cuidado en preferir piedras gran<strong>de</strong>s<br />
o “bolos” en la parte inferior para que <strong>de</strong>jaran pasar bien el fuego, <strong>de</strong>spués piezas<br />
más menudas, y finalmente grava <strong>de</strong> pequeño tamaño en la parte superior (llamada<br />
“boca”) hasta formar un poco <strong>de</strong> “corona” o “carambullo”.<br />
El horno se prendía bien por la noche (en Lechago) para pasar las primeras horas<br />
sin la presencia <strong>de</strong>l sol, o bien <strong>de</strong> madrugada (en Cuencabuena), y se elegía un día<br />
que estuviera raso para que la leña extendida no se mojara por la lluvia. También se<br />
tenía en cuenta la luna ya que se <strong>de</strong>cía que si la luna era “valenciana, que tenía los<br />
cuernos más pequeños y miraba cara a Valencia” quería <strong>de</strong>cir que podía llover bastante,<br />
y no resultaba por tanto <strong>de</strong>masiado propicio.<br />
La leña se metía con la ayuda <strong>de</strong> unas “horcachas” ver<strong>de</strong>s <strong>de</strong> chopo, <strong>de</strong> mango largo<br />
y acabadas en una punta doble. A fuerza <strong>de</strong> emplearlas se acababan quemando por<br />
lo que era necesario tener preparadas unas cuantas.<br />
Sección <strong>de</strong> perfil. Calera junto a la ermita <strong>de</strong>l Carmen. Monreal <strong>de</strong>l Campo<br />
Félix A. Rivas
Etnografía <strong>de</strong> la fabricación tradicional <strong>de</strong> cal en algunas localida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la Comarca <strong>de</strong>l <strong>Jiloca</strong><br />
Municipios con topónimos relacionados con el término "calera"<br />
La manera <strong>de</strong> organizar esta parte <strong>de</strong>l proceso solía consistir en que una persona<br />
metía la leña con la “horchacha” mientras otra le iba acercando los fajos <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
don<strong>de</strong> se habían <strong>de</strong>jado tendidos a una distancia <strong>de</strong> 10 ó 15 metros. En esta parte<br />
<strong>de</strong>l trabajo era habitual que los que participaban en él se relevasen para <strong>de</strong>scansar<br />
un rato sobre un saco <strong>de</strong> paja y apenas tapados con unas mantas.<br />
Después <strong>de</strong> tres días y tres noches se consi<strong>de</strong>raba que la cocción se había completado,<br />
aunque era habitual no apurar toda la última noche para po<strong>de</strong>r dormir en<br />
casa. Una señal inconfundible <strong>de</strong> que la cocción había llegado a buen fin era que el<br />
conjunto hubiese perdido buena parte <strong>de</strong> su volumen inicial. En Torre los Negros<br />
también se fijaban en que las llamas atravesaran el extremo superior <strong>de</strong> la calera con<br />
tonos coloreados, con lo que ya sabían que la cocción había finalizado.<br />
Después <strong>de</strong> introducir los últimos fajos <strong>de</strong> leña, se <strong>de</strong>jaba enfriar la calera tres o<br />
cuatro días y, por fin, se sacaba la cal resultante que, por lo que cuentan en Torres<br />
los Negros, aún <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> ser molida, faena <strong>de</strong> la que no se tiene noticia en otros<br />
lugares. En esta misma localidad se recuerda que “a los cien años la cal es niña”<br />
con el sentido <strong>de</strong> que la calidad <strong>de</strong> la cal almacenada no disminuía con el paso <strong>de</strong>l<br />
tiempo6.<br />
CUADERNOS<br />
11
CUADERNOS<br />
12<br />
Bibliografía<br />
RIVAS, Félix A. (2010): Técnicas tradicionales <strong>de</strong> construcción en Aragón. Sistema<br />
Ibérico. Fuentes orales. La cal. Zaragoza, Gobierno <strong>de</strong> Aragón, (inédito).<br />
SARTO FRAJ, Mª Pilar (2004): “Estudio-investigación: La elaboración <strong>de</strong>l algez<br />
y la cal en Torre los Negros”, Gileta 41.<br />
Notas<br />
Félix A. Rivas<br />
1 Como parte <strong>de</strong> un proyecto <strong>de</strong> investigación <strong>etno</strong>gráfica, promovido por la Dirección General <strong>de</strong><br />
Patrimonio Cultural <strong>de</strong>l Gobierno <strong>de</strong> Aragón, tuve la oportunidad <strong>de</strong> entrevistar durante el año<br />
2010 a una serie <strong>de</strong> personas mayores en una larga franja <strong>de</strong>l Sistema Ibérico aragonés entre la<br />
Comunidad <strong>de</strong> Calatayud y el Maestrazgo. Respecto a la comarca <strong>de</strong> <strong>Jiloca</strong> pu<strong>de</strong> realizar una dilatada<br />
entrevista a Gerardo Blasco <strong>de</strong> Cuencabuena y otra mucho más breve a Vicente Saz <strong>de</strong><br />
Lechago. Es por ello que salvo que se cite expresamente lo contrario, el conjunto <strong>de</strong> la información<br />
aportada correspon<strong>de</strong> a la localidad <strong>de</strong> Cuencabuena. Durante este proyecto se visitaron asimismo<br />
algunos hornos <strong>de</strong> cal conservados en mejor o peor estado: uno en la partida <strong>de</strong> La Puentecilla<br />
<strong>de</strong> Cuencabuena construido en torno a 1950 (aunque antaño hubo tres o cuatro más en las<br />
partidas <strong>de</strong> Val<strong>de</strong>zuera y La Venta), la única calera <strong>de</strong> la que se tiene memoria en Lechago, y otra<br />
en Monreal <strong>de</strong>l Campo. También supe <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> otra en Rubielos <strong>de</strong> la Cérida que fue<br />
imposible localizar, y <strong>de</strong> otras dos que se hicieron en la era y en el puente <strong>de</strong> San Miguel en Torre<br />
los Negros. A esta última localidad pertenece un interesante artículo (SARTO, 2004) cuya información<br />
hemos incluido asimismo en este breve texto.<br />
2 Son “Barranco <strong>de</strong> la Calera” en Bañón, “Cabezo <strong>de</strong> la Calera” en Bañón y Calamocha, “Calera”<br />
en Blancas, Calamocha, Ferreruela <strong>de</strong> Huerva y Rubielos <strong>de</strong> la Cérida, “Caleras” en Calamocha,<br />
“Cerro la Calera” en Odón, “Hoya Calera” en Cosa, “La Calera” en Ojos Negros, “La Caleruela”<br />
en Odón, “Pozo <strong>de</strong> la Calera” en Monreal <strong>de</strong>l Campo, y “Val<strong>de</strong>calera” en Barrachina y San<br />
Martín <strong>de</strong>l Río.<br />
3 Coinci<strong>de</strong>n en este dato la información <strong>de</strong> Cuencabuena y Torre los Negros.<br />
4 En Torre los Negros eran <strong>de</strong>nominadas asimismo “caleras”.<br />
5 En Torre los Negros recibía el nombre <strong>de</strong> “boquera”.<br />
6 Me gustaría agra<strong>de</strong>cer a todas las personas que han hecho posible la recopilación <strong>de</strong> información<br />
necesaria para la elaboración <strong>de</strong> este artículo. A Gerardo Blasco (Cuencabuena), Agustín Martín<br />
(Lechago), Fran Martín (Monreal <strong>de</strong>l Campo) y Pilar Sarto (Torre los Negros) tanto por darme<br />
valiosa información como por ponerme en contacto con otras personas <strong>de</strong> gran interés. A la Asociación<br />
Cultural Santa Sofía (Cuencabuena) también por valiosos contactos que me proporcionaron y<br />
a la Asociación <strong>de</strong> Amigos <strong>de</strong> Lechago, el <strong>Centro</strong> <strong>de</strong> <strong>Estudios</strong> <strong>de</strong>l <strong>Jiloca</strong>, Julián Ortega (Teruel) y<br />
Luis Miguel Modrego (Rubielos <strong>de</strong> la Cérida) a su vez por la información que me facilitaron.Y por<br />
último y sobre todo a Gerardo Blasco García (Cuencabuena), Juan Lorenzo Cervera (Bañón) y<br />
Vicente Saz (Lechago) que me contaron con paciencia y amabilidad sus recuerdos y vivencias en<br />
torno a la elaboración tradicional <strong>de</strong> materiales <strong>de</strong> construcción. A todas ellas muchas gracias.