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LA DOCTRINA SECRETA - Instituto Cultural Quetzalcoatl

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La Doctrina Secreta Tomo I Helena Petronila Blavatski<br />

así en la dirección venidera como en la opuesta, siendo las dos el Alfa y la Omega de las<br />

reconstrucciones sucesivas. El Kosmos —el Noúmeno— no tiene que ver con las relaciones<br />

causales del Mundo fenomenal. Sólo refiriéndonos al Alma intra–cósmica, al Kosmos ideal en<br />

el inmutable Pensamiento Divino, podemos decir: "Jamás tuvo principio, ni jamás tendrá fin".<br />

Por lo que hace a su cuerpo u organización cósmica, aunque no puede decirse que haya<br />

tenido una primera construcción, o que haya de tener una última, sin embargo, a cada nuevo<br />

Manvantara, puede considerarse su organización como la primera y la última de su especie,<br />

puesto que evoluciona cada vez en un plano más elevado.<br />

3 Los nominalistas, arguyendo con Berkeley que "es imposible... formarse la idea<br />

abstracta del movimiento independientemente del cuerpo que se mueve" (Principies of<br />

Human Knowledge, Introducción, párrafo 10), pueden preguntar: ¿Qué es el cuerpo<br />

productor de tal movimiento? ¿Es una substancia? ¿Entonces creéis en un Dios<br />

Personal?, etc. A esto se contestará después, en parte avanzada de este libro;<br />

mientras tanto reclamamos nuestros derechos de concepcionalistas como opuestos a<br />

las opiniones materialistas de Roscelini, respecto al Realismo y al Nominalismo. "¿Ha<br />

revelado algo la ciencia —dice Edward Clodd, uno de sus más hábiles defensores—<br />

que debilite o se oponga a las antiguas palabras en que se encuentra expresada la<br />

esencia de todas las religiones pasadas, presentes o futuras; esto es, conducirse con<br />

rectitud, ser compasivo y permanecer humilde ante Dios?" Y estamos conformes con<br />

tal que entendamos por la palabra Dios, no el crudo antropomorfismo, que es todavía<br />

la columna vertebral de nuestra teología corriente, sino el simbólico concepto de<br />

aquello que es Vida y Movimiento del Universo, conocer lo cual, en el orden físico, es<br />

conocer el tiempo pasado, presente y futuro, en la existencia de las sucesiones de<br />

fenómenos; y conocer lo cual, en el orden moral, es conocer lo que ha sido, es y será,<br />

dentro de la humana conciencia. (Véase Science e and the Emotions. Discurso<br />

pronunciado en la South Place Chapel Finsbury, London, diciembre 27, 1885.)<br />

Se declaró hace tan sólo unos cuantos años que:<br />

La doctrina esotérica enseña, lo mismo que el buddhismo y el brahmanismo, y aun la<br />

kábala, que la Esencia una, infinita, y desconocida, existe en toda eternidad, y que es ya<br />

pasiva, o ya activa en sucesiones alternadas, armónicas y regulares. En el poético lenguaje<br />

de Manu, llámase a estas condiciones los Días y las Noches de Brahmâ. Este último está<br />

"despierto" o "dormido". Los svâbhâvikas, o filósofos de la más antigua escuela del<br />

buddhismo, que todavía existe en Nepal, especulan únicamente sobre la condición activa de<br />

esta "Esencia", a la cual ellos llaman Svabhâvat, y consideran como una necedad el teorizar<br />

acerca del poder abstracto e "incognoscible" en su condición pasiva. De aquí que sean<br />

llamados ateos por los teólogos cristianos y por los sabios modernos; pues ni unos ni otros<br />

son capaces de comprender la lógica profunda de su filosofía. Los primeros no consentirán<br />

otro Dios más que la personificación de dos poderes secundarios que han dado forma al<br />

Universo visible, y la cual ha venido a ser el Dios antropomórfico de los cristianos —el<br />

Jehovah masculino, rugiendo entre truenos y rayos—. A su vez, la ciencia racionalista<br />

considera a buddhistas y a svâbhâvikas como los positivistas" de las edades arcaicas. Si<br />

consideramos la filosofía de estos últimos sólo bajo uno de sus aspectos, pueden tener razón<br />

nuestros materialistas en su manera de considerarla. Sostienen los buddhistas que no hay<br />

Creador, sino una infinidad de poderes creadores, que colectivamente forman la eterna<br />

substancia, cuya esencia es inescrutable; y de aquí que no sea objeto de especulación para<br />

ningún filósofo verdadero. Sócrates rehusaba invariablemente discutir acerca del misterio del<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> www.samaelgnosis.net Página No. 55

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