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LA DOCTRINA SECRETA - Instituto Cultural Quetzalcoatl

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La Doctrina Secreta Tomo I Helena Petronila Blavatski<br />

Por medio de las radiaciones de los siete Cuerpos de los siete Órdenes de Dhyânis, nacen<br />

las siete Cantidades Discretas [Elementos], cuyo movimiento y unión armoniosa producen el<br />

Universo manifestado de la Materia.<br />

La Segunda Ronda hace que se manifieste el segundo Elemento —el AIRE—, cuya<br />

pureza aseguraría la vida continua a quien de él hiciese uso. Sólo han existido en Europa<br />

dos ocultistas que lo hayan descubierto, y aun en parte aplicado a la práctica, si bien su<br />

composición ha sido conocida siempre entre los más elevados Iniciados orientales. El ozono<br />

de los químicos modernos es veneno comparado con el verdadero Disolvente Universal,<br />

acerca del que jamás se hubiera podido pensar, a menos de existir en la Naturaleza.<br />

Desde la segunda Ronda, la Tierra —hasta entonces un feto en la matriz del Espacio—<br />

comentó su existencia real: ella había desarrollado la Vida individual senciente, su segundo<br />

Principio. El segundo corresponde al sexto [Principio]; el segundo es Vida continua; el otro,<br />

temporal.<br />

La Tercera Ronda desarrolló el tercer Principio —el AGUA—, al paso que la Cuarta<br />

transformó la forma plástica gaseoso–fluídica de nuestro Globo, en la esfera groseramente<br />

material, dura e incrustada, en la cual vivimos ahora. "Bhûmi" ha obtenido su cuarto Principio.<br />

A esto puede objetarse que queda quebrantada la ley de analogía, acerca de la cual tanto se<br />

insiste. Nada de eso. La Tierra alcanzará su forma verdaderamente postrera —su cuerpo<br />

concha—, a la inversa en esto del hombre, tan sólo hacia el final del Manvantara, después de<br />

la Séptima Ronda. Tenía razón Eugenio Philalethes al asegurar a sus lectores, "bajo su<br />

palabra de honor", que nadie había visto todavía la "Tierra", esto es, la Materia en su forma<br />

esencial. Nuestro Globo se halla hasta la fecha en su estado Kâmarûpico, el Cuerpo Astral<br />

de Deseos del Ahamkâra, el ciego Egotismo, la producción de Mahat, en el plano inferior.<br />

No es la materia constituida molecularmente, y menos todavía el cuerpo humano Sthûla<br />

Sharira, el más grosero de todos nuestros "Principios", sino en realidad el Principio medio, el<br />

verdadero centro animal; al paso que nuestro cuerpo es tan sólo su envoltura, el factor e<br />

instrumento irresponsable, por medio del cual actúa la bestia en nosotros. Todo teósofo<br />

inteligente comprenderá lo que quiero decir. Así es que la idea de que el tabernáculo humano<br />

está construido por Vidas innumerables, lo mismo precisamente que la corteza rocosa de<br />

nuestra Tierra, no tiene nada de repulsiva en sí para el místico verdadero. No puede la<br />

Ciencia oponerse a la enseñanza ocultista pues no porque el microscopio no logre jamás<br />

descubrir la vida última o el último átomo viviente, puede rechazar la doctrina.<br />

(c) Nos enseña la Ciencia que en los organismos del hombre y del animal, lo mismo vivos<br />

que muertos, hormiguean las bacterias de un centenar de diversas especies; que nos vemos<br />

amenazados desde fuera con la invasión de microbios a cada una de nuestras inspiraciones,<br />

y de dentro por leucomaínas, aerobios, anaerobios y muchas más cosas. Pero la Ciencia no<br />

ha ido todavía tan lejos como la doctrina oculta, la cual asegura que nuestros cuerpos, lo<br />

mismo que los de los animales, plantas y piedras, están por completo construidos de<br />

semejantes seres, a los que, exceptuando sus mayores especies, ningún microscopio puede<br />

observar. En lo que se refiere a las porciones puramente animal y material en el hombre,<br />

hállase la Ciencia en camino de descubrimientos, que irán muy lejos, corroborando esta<br />

teoría. La Química y la Fisiología son los dos grandes magos del futuro, que están<br />

destinados a abrir los ojos de la humanidad a las grandes verdades físicas. Cada día se<br />

demuestra más y más claramente la identidad entre el animal y el hombre físico, entre la<br />

planta y el hombre, y aun entre el reptil y su madriguera, la roca, y el hombre. Una vez<br />

comprobada la identidad de los constituyentes físicos y químicos de todos los seres, puede<br />

muy bien decir la ciencia química que no existe diferencia alguna entre la materia de que se<br />

forma un buey y la que forma al hombre. Pero la doctrina oculta es mucho más explícita. Ella<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> www.samaelgnosis.net Página No. 244

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