El arte de no amargarse la vida - El mundo del "manitas "

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17.05.2013 Views

Capítulo 17 GANAR TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN El atardecer estaba dejando paso a la noche en las inmensas llanuras centrales de la India. Un tren surcaba el territorio como una gran serpiente quejumbrosa. En el interior del tren, cuatro hombres compartían un coche cama. Los cuatro eran desconocidos entre sí. Como ya era tarde, los hombres se metieron debajo de las sábanas y empezaron a dormir. Al cabo de unos diez minutos empezaron a oír: —¡Qué sed que tengo! ¡Pero qué sed que tengo! La voz pertenecía a uno de los cuatro viajeros. Los restantes se despertaron molestos por las

quejas, pero intentaron conciliar el sueño. Transcurrió una hora y la voz no callaba. Cada pocos minutos, arreciaba: —¡Pero qué sed que tengo! ¡Qué sed que tengo! Uno de los viajeros, cansado del quejica, se levantó, caminó hasta el lavabo del tren y llenó un vaso de agua. Sin decir palabra, se lo entregó al viajero sediento, que se lo bebió de golpe. Al cabo de media hora, cuando todos ya habían conciliado, esta vez, un buen sueño, una voz los despertó de nuevo: —¡Pero qué sed tenía! ¡Qué sed tenía! Como ilustra el cuento que acabamos de relatar, a veces los seres humanos podemos convertirnos en campeones de la queja. De hecho, todo el tema de la salud mental trata de un solo asunto: aprender a combatir las ¡quejas, quejas, quejas! Vamos ver, a continuación, cómo podemos hacerlo para ser un poco menos quejicas y un poco más felices. Hace bastantes años, unos investigadores llevaron a cabo un curioso estudio para evaluar la capacidad de los niños para soportar las frustraciones. Su hipótesis era que los niños que aguantaban mejor las situaciones de malestar tenían una psicología diferente: eran más

Capítulo 17<br />

GANAR TOLERANCIA A LA<br />

FRUSTRACIÓN<br />

<strong>El</strong> atar<strong>de</strong>cer estaba <strong>de</strong>jando paso a <strong>la</strong> <strong>no</strong>che en<br />

<strong>la</strong>s inmensas l<strong>la</strong>nuras centrales <strong>de</strong> <strong>la</strong> India. Un<br />

tren surcaba el territorio como una gran<br />

serpiente quejumbrosa. En el interior <strong>de</strong>l tren,<br />

cuatro hombres compartían un coche cama. Los<br />

cuatro eran <strong>de</strong>sco<strong>no</strong>cidos entre sí.<br />

Como ya era tar<strong>de</strong>, los hombres se metieron<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s sábanas y empezaron a dormir. Al<br />

cabo <strong>de</strong> u<strong>no</strong>s diez minutos empezaron a oír:<br />

—¡Qué sed que tengo! ¡Pero qué sed que<br />

tengo!<br />

La voz pertenecía a u<strong>no</strong> <strong>de</strong> los cuatro viajeros.<br />

Los restantes se <strong>de</strong>spertaron molestos por <strong>la</strong>s

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