El arte de no amargarse la vida - El mundo del "manitas "
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vista que ésa es la peor solución: gastamos mucha energía en ello, nos estresamos, y la otra persona —aunque acceda— no llevará a cabo lo que le exigimos con entusiasmo ni eficacia. Esta estrategia me recuerda uno de los episodios de la vida de Tom Sawyer, según se puede leer en la obra de Mark Twain. LA VALLA QUE SE PINTÓ SOLA Un radiante mañana de verano, la tía de Tom le ordenó pintar la larga valla que rodeaba la casa familiar. Era un día perfecto para pasarlo bañándose en el río, como seguramente iban a hacer los demás muchachos del pueblo, pero su tía estaba «cruelmente» convencida de que la diversión podía esperar. Refunfuñando, Tom se puso a la tarea brocha en mano. En aquel instante, su amigo Ben, el más guasón del grupo, apareció por allí comiendo una manzana: —¡Hola, compadre! Te hacen trabajar, ¿eh? —le dijo Ben con su típica sorna. A Tom le reventaba estar allí aguantando las bromas de su amigo; además, se le hacía la boca agua pensando en la manzana; pero no cejó en su trabajo. Al cabo de unos segundos, le dijo a su amigo:
—¡Ah!, ¿eres tú, Ben? No te había visto. —Oye, me voy a nadar. ¿No te gustaría venir? Pero, claro, te gusta más trabajar... Tom se quedó mirándole un instante y dijo: —¿A qué llamas tú trabajo? —¡Qué! ¿No es eso trabajo? —replicó Ben. Tom siguió pintando y le contestó, distraídamente: —Bueno; puede que lo sea y puede que no. Lo único que sé es que me encanta. —¡Vamos! ¿Me vas a hacer creer que te gusta? —No sé por qué no va a gustarme. ¿Es que le dejan a un chico pintar una cerca todos los días? Aquello puso el asunto bajo una nueva luz. Ben dejó de mordisquear la manzana. Tom movió la brocha, graciosamente, atrás y adelante; se retiró dos pasos para ver el efecto; añadió una mano allí y otra allá; juzgó de nuevo el resultado. Y mientras tanto, Ben no perdía de vista un solo movimiento, cada vez más y más interesado. Al fin dijo: —Anda, Tom: déjame pintar un poco. Tom alargó la brocha..., estaba a punto de acceder, pero cambió de idea: —No, no; eso no podría ser, Ben. Ya ves..., mi tía Polly es muy exigente. No sabes tú lo que le preocupa esta valla; hay que hacerlo con muchísimo cuidado; puede ser que no haya un chico entre mil, ni aun entre dos mil que pueda
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Tom siguió pintando y le contestó,<br />
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