El arte de no amargarse la vida - El mundo del "manitas "
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de desayunar, cojo mi maletín, mi bici y pedaleo unos veinte minutos hasta llegar a mi consulta. A veces, sobre todo en los días más fríos, me da pereza empezar, pero cuando llego a mi destino habiendo estirado las piernas, me siento muy bien. Por la noche todavía es más placentero. Entonces, una vez que he acabado mi jornada, me pongo mi iPod y me doy un magnífico paseo de vuelta a casa disfrutando de la brisa nocturna, la calma en la ciudad y la velocidad que mis piernas me piden en cada momento. Una vez más, no es una afición precisamente cómoda (ir en coche o en bus lo sería más), pero es muy, muy gratificante. Aprovecho para recomendarlo a todo el mundo: es muy recomendable porque contribuye a la salud física y al bien común: menos polución, ruido y gasto energético: ¡súbete a la bici! LOS FETICHES DEL HOMBRE MODERNO, EN LA TELEVISIÓN Y para terminar este análisis de la creencia irracional de la comodidad, me gustaría hablar del término «fetiche» que he empleado para referirme a él. La idea irracional: «Debo estar cómodo para ser feliz» es un fetiche porque tratamos la comodidad como un estado al que asignamos propiedades mágicas que no posee. Como ya hemos visto, la comodidad no da la felicidad, aunque la publicidad intenta convencernos de ello a través de los anuncios.
Un fetiche es un objeto al que se le atribuyen propiedades mágicas. Por ejemplo, un pueblo puede creer que una figura totémica, una escultura de un dios gigante, protege al grupo de las adversidades. En el sexo, hay personas que usan fetiches para excitarse: unos zapatos de tacón o unas medias o el hecho de disfrazarse. La persona le confiere a esos objetos el poder de la excitación sexual. El problema de los fetiches es que no existe ese poder conferido. ¡Es falso! El fetiche no es una explicación válida del fenómeno de la falta de lluvia (en la tribu) ni del fenómeno de la excitación. Los fetiches acaban por perder su poder y dejan confundido al fetichista. Más temprano que tarde, la persona no obtiene los resultados deseados del fetiche y le caen más adversidades de las necesarias (en el caso de la tribu, por ejemplo, esperando las lluvias en vez de emigrar a otras tierras), o se lía en una espiral de fetiches cada vez más complicados y molestos (en el caso del fetichista sexual). La comodidad es el principal fetiche de nuestra sociedad occidental. No tiene esos poderes que nos intentan vender y es tan sólo un muñeco de madera pintado con colores centelleantes, pero que apenas nos ayuda en nuestro camino de la felicidad. EL AIRE ACONDICIONADO NO DA LA FELICIDAD Al respecto del tema de la comodidad me
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En el sexo, hay personas que usan fetiches<br />
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<strong>El</strong> problema <strong>de</strong> los fetiches es que <strong>no</strong> existe<br />
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