Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos
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<strong>Impresiones</strong> <strong>de</strong> <strong>viaje</strong> (<strong>escritas</strong> <strong>por</strong> <strong>una</strong> <strong>abuela</strong> <strong>para</strong> <strong>sus</strong> <strong>nietos</strong>)<br />
tripita?” Y la tripita agua abajo. <strong>una</strong> frutera caritativa, que tenía establecida su<br />
venta en la misma esquina alta <strong>de</strong> la calle, me dijo: “Señora: los místeres que<br />
usted busca pasaron <strong>por</strong> aquí hace un ratico”. Y héteme sin saber qué rumbo<br />
tomar, y ni rastro <strong>de</strong> los “gringos”. Al fin apareció el guía, que andaba buscándome,<br />
y más abajo Pedro, que recibió la primera rociada, y que muy atento y<br />
risueño me daba disculpas y explicaciones. Me condujo <strong>por</strong> <strong>una</strong> puerta misteriosa<br />
que yo no tenía riesgo <strong>de</strong> encontrar, y me entró a la iglesia, don<strong>de</strong> estaban los<br />
otros tres, sentados frente a los monumentos. el Viejo, muerto <strong>de</strong> risa <strong>por</strong> mi<br />
chasco, lo mismo que Barbarita y Sofía, lo que acabó <strong>de</strong> irritarme. Al Viejo lo<br />
vi más chiquito <strong>de</strong> lo que es, con la ira que tenía, y el muy pillo se reía más y<br />
más con lo que yo le <strong>de</strong>cía: “Descomedido, <strong>de</strong>satento, <strong>de</strong>sconsi<strong>de</strong>rado”. Agoté<br />
el repertorio en vano, pues más se reía. A las otras las <strong>de</strong>sprecié con un gesto<br />
olímpico. Barbarita, con esa su innata bondad, se me acercó muy amable: “Vea,<br />
misia Isabelita: yo creía que don Claudino había bajado con usted. Por eso no<br />
la esperamos. ¡Camine <strong>para</strong> que vea los sepulcros qué tan bellos!”. Yo acabé <strong>por</strong><br />
calmarme con estas persuasivas explicaciones dadas <strong>de</strong> tan buenos modos.<br />
Los monumentos son bellísimos, obra <strong>de</strong> un célebre artista italiano. Cuatro<br />
figuras yacentes representan a los Reyes, a doña Juana la Loca y a su “Hermoso”<br />
marido, tan celado <strong>por</strong> ella. están llenos <strong>de</strong> complicados dibujos tallados con<br />
primor. estos sí no son como la espada y la corona. No curioseamos la iglesia<br />
<strong>por</strong> estar muy polvorienta y oscura.<br />
Las visitas a la Alhambra y al Generalife fueron <strong>de</strong> mucho interés, aunque<br />
cansonas, pues <strong>para</strong> ver mejor subimos a pie la larga cuesta, no obstante haber<br />
un tranvía que costea la falda, y sube hasta cerca <strong>de</strong>l palacio, don<strong>de</strong> hay como<br />
un pueblecito.<br />
el hotel lo tomaremos como punto <strong>de</strong> partida. está al norte <strong>de</strong> la ciudad;<br />
como quien dice aquí la Capilla <strong>de</strong> los Ángeles. La silla <strong>de</strong>l Moro blanquea en<br />
la altura hacia oriente, lo mismo las crestas <strong>de</strong> la Sierra Nevada o Sierra elvira,<br />
y que juntan con las nubes su nieve perpetua.<br />
A poca . distancia <strong>de</strong>l hotel, hacia el norte, se oye el ruido <strong>de</strong> un torrente que<br />
<strong>de</strong>scien<strong>de</strong> <strong>de</strong> la montaña; allí emboscado se encuentra el monumento a Ángel<br />
Ganivet: es un busto <strong>de</strong> mármol sobre <strong>una</strong> columna con <strong>una</strong> fuente también <strong>de</strong><br />
mármol que tiene un ciervo. Luego se tuerce hacia occi<strong>de</strong>nte <strong>por</strong> <strong>una</strong> alameda<br />
<strong>de</strong> altos pinos que enlazan <strong>sus</strong> ramas formando dosel; al fin <strong>de</strong> ésta se encuentra<br />
la enorme puerta que da entrada al verda<strong>de</strong>ro recinto <strong>de</strong> la Alhambra. La llave<br />
<strong>de</strong> esta puerta sería la que el moro infort<strong>una</strong>do entregó a los Reyes católicos,<br />
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